miércoles, 29 de junio de 2016

CACERÍA EN ÁFRICA (... QUE NO SAFARI)

Escena de cacería (mosaico; foto: T. Piquet, 1992)
Respondiendo a la petición de un lector aficionado a la caza y amante de los perros, que quería ver otros podencos en el Arte Romano, hoy os traigo este fragmento de un mosaico con escenas de cacería.

El mosaico, perteneciente a la colección del Museo del Bardo (Túnez), está formado por una serie de escenas de vida campestre (actividades agrarias, como siega o recolección de aceitunas y otras frutas; actividades de pastoreo; actividades cinegéticas; y escenas "de jardín", en las que aparecen retratados los propietarios del lugar), dispuestas alrededor de la representación de una villa romana.

Una de las escenas de cacería, que se conserva incompleta, refleja la caza de aves con red y perros. En el detalle que ilustra esta entrada, podemos ver a uno de los cazadores llevando al hombro la red que van a tender, con ayuda de la pértiga que porta en la mano derecha. Tras él, camina otro cazador, del que apenas se conserva un brazo con la mano tendida y una pierna, que lleva, sujetos por sus correas, a una collera de podencos. Aunque la fotografía del detalle la tomé en blanco y negro, conforme a los colores originales del mosaico, uno de los podencos tenia el pelo rojizo, y el otro, barcino (atigrado). El trabajo de estos dos bonitos canes consistía, una vez instalada la red, en levantar y empujar hacia ella a los pájaros que se encontraran ocultos entre los matorrales de la zona a batir.

Estas cacerías tenían lugar en las tierras que, en los tiempos de nuestras novelas, se conocían como África, una provincia cuyos territorios se ubicaban entre la Carthaginensis y la Cyrenaica, denominadas así por las principales ciudades de ambas regiones, Carthago y Cyrene. Hoy en día, estos territorios se corresponden con buena parte de Túnez y todo el norte de Libia.

El mosaico data de fechas muy posteriores a la época de nuestras novelas (finales del siglo I antes de Cristo), pero esta modalidad de caza menor también se practicaba asiduamente por entonces, así que podéis imaginar a nuestros personajes más aficionados a la cacería tendiendo redes y dejando correr por los campos a sus podencos y lebreles, mientras perdices, codornices, tórtolas, estorninos y un sinfín de otras aves levantaban ruidosamente el vuelo a su paso.

lunes, 27 de junio de 2016

ENTRE JARAS FLORIDAS, UN PODENCO

Podenco (mosaico; foto: T. Piquet, 1992)
ANTIGUOS PODENCOS

Esta bonita imagen de un podenco es un fragmento del bellísimo mosaico "de Neptuno", que se conserva en la excelente colección del Museo del Bardo, en Túnez.
Aunque la vegetación que lo rodea es una flora idealizada y esquemática, nos encontramos con una representación realista del can, que refleja claramente todas las características morfológicas de los podencos.
Estos perros de caza, rústicos y sufridos, auténticos todo-terreno, muy bien adaptados a los extremos del clima mediterráneo, llevan dejándonos retratar sus elegantes siluetas desde hace varios milenios. Ya se les reconoce en el Arte Egipcio, y, aunque existen algunas representaciones algo posteriores y de época helenística (fenicias, griegas y cartaginesas), será en época romana cuando más abunden sus apariciones, en la pintura al fresco, en los mosaicos e incluso en la decoración de la cerámica de vajilla fina, en los que las escenas de cacería protagonizaron auténticas modas decorativas en siglos diversos.

Los podencos siguen todavía entre nosotros, debido a sus habilidades como cazadores. Desde antiguo, jugando con los diferentes tamaños de cada variedad, se les usaba para la caza mayor o menor; siendo los ejemplares más pequeños muy apreciados como ratoneros, antes de la expansión del gato doméstico más allá de las fronteras de Egipto. Por su excelente oído y su vivacidad eran también utilizados como perros de alarma, cooperando en la guardia y custodia de fincas y domicilios.
Hoy en día siguen desempeñando su papel de compañeros de los cazadores, sobre todo para la captura de conejos y liebres en terreno abrupto, ya que tienen un oído tan fino y bueno como la vista y el olfato, combinación de sentidos que les permite localizar a las presas aunque tengan facilidad para ocultarse entre piedras y matorrales cerrados. Tienen también una buena punta de velocidad, aunque menor que la de galgos y lebreles; pero superan a éstos en capacidad de salto y habilidad para trepar y moverse con rapidez entre las rocas.

De los podencos que ya teníamos en la Antigüedad derivan seguramente todas las variedades que existen en la actualidad en España, Portugal, Francia, Italia (donde, en Sicilia, también hay que considerar al Cirneco del Etna, aunque esté catalogado como una raza canina diferente) y Malta (el conocido como Perro de los Faraones, también catalogado como una raza propia). Una peculiaridad de todas estas razas es la de tener la nariz rubia (no despigmentada, sino de color marrón rojizo, de acuerdo con el color más usual de su capa), igual que la del podenco del mosaico tunecino.

viernes, 24 de junio de 2016

UN FESTIVAL ACUÁTICO PARA GRANJEARSE LA BUENA SUERTE

Pintura al fresco. Paisaje con ribera y barca.
FORS FORTUNA
 
- Siento tener que sacarte de tu lectura, tribuno, pero nuestros lectores esperan la entrada -
- Sí, hija, sí... Este tratado sobre óptica es interesantísimo. Volveré sobre ello otro día. Puedes recoger todo lo demás. Mientras, yo voy a poner un poco de orden en el patio -
Me resigno a recoger todo lo que me ha hecho sacarle para satisfacer su curiosidad sobre las lentes (catalejo, binoculares, visor estereoscópico, lupas de diferentes aumentos, cuenta hilos, gafas); y el tribuno sale al patio con andares majestuosos, para tratar de que los hombres de su escolta dejen de comportarse como niños. Prometieron regar las plantas, pero, a causa del calor, han acabado regándose entre ellos, muertos de risa. Se dirige a ellos en un tono moderado, que va elevando cada vez más, hasta que, viendo que no le hacen el menor caso, saca un silbato de entre los pliegues de su toga y lo hace sonar con autoridad. De inmediato, los legionarios empapados dejan de reír y se cuadran, esperando órdenes. La manguera se queda sin nadie que la controle y un chorro de agua a presión aterroriza al gato del vecino, que descansaba sobre la tapia. El tribuno les echa una regañina por el jolgorio y los uniformes mojados, y les ordena que acaben de regar las plantas.
- Y, sobre todo, ¡no desperdiciéis el agua! -
- No te apures, mi tribuno, que caiga donde caiga, riega algo -

- ¿Y bien, hijita? ¿sobre qué vas a querer que ilustre hoy a nuestros lectores? - me ofrece, sentándose a la mesa.
- Pues tenemos muchos temas pendientes, pero como hoy es día 24 de Junio, creo que deberías hablarles de la fiesta de Fortuna en Roma -
- ¡Vuelta a los mitos! - dice, en tono resignado, levantando las manos.
- ¿Quién era Fortuna? -
- Fortuna es, en el fondo, el numen favorable de la divinidad, de cualquier divinidad, así que nos referimos a ella como diva, pero también como elemento benéfico asimilado a otros dioses. Nosotros, que somos una rancia estirpe de grandes guerreros, la asociamos habitualmente a Marte y a Victoria -
- ¿Y como diva? ¿quién era la diosa Fortuna? -
- Fortuna es una muy antigua diosa latina, venerada en muchas ciudades itálicas desde tiempos inmemoriales. Responde a muchas advocaciones, algunas con hermosos y bien costeados templos propios, pues, más que con cualquier otra divinidad, siempre es conveniente estar a bien con Fortuna, para que nos sea favorable, puesto que, dado lo caprichosa y voluble que es, bien podría darnos la espalda o frustrar nuestras esperanzas y afanes -
- Así que Fortuna es la divinización de la suerte -
- Se podría decir así. No obstante, también tiene un importante carácter agrario -
- Siempre viene bien algo de buena suerte para que salgan adelante las cosechas -
- Eso sería simplificar en exceso,... teniendo en cuenta que el mito dice que Fortuna es, nada más y nada menos, que la madre de Júpiter -
- Pero, la madre de Júpiter, ¿no era Rea? -
- Rea era la madre de Zeus. No confundamos los mitos griegos con los latinos... Aunque la asimilación de los panteones y de las mitologías, dio lugar a algunos cambios: Júpiter/Zeus pasó a ser hijo de Rea; y Fortuna, al asimilarse a la Tiqué griega, se convirtió en hija de Júpiter/Zeus. O sea, que acabó siendo hija de su propio hijo... Eso sí, rejuveneció - añade el tribuno con una sonrisita escéptica.
- ¿A qué advocación se dedicaba la fiesta del 24 de Junio? -
- A Fors Fortuna, en su templo a las afueras de la ciudad, en la Via Portuensis. Era una celebración muy antigua, que, conforme a la tradición, se remonta a los tiempos en que Servio Tullio, el sexto rey de Roma, le consagró el templo a orillas del Tíber -
- Cuéntanos algo de la fiesta - le pido.
- Pues era una fiesta muy popular, con excursión hasta el templo y comida campestre incluida -
- Entonces, seguro que a nuestra amiga Prisca le encantaría -
- Sí, estoy seguro de que esa impertinente persona habrá disfrutado de muchas fiestas de Fors Fortuna en la orilla del Transtiber, paseando junto al río con la cesta de la comida y la bota de vino a cuestas -
- Era una especie de verbena popular, ¿no? -
- Sí, hija. Exactamente eso, porque la ceremonia religiosa se despachaba en breve. Lo que a la plebe le interesaba era bajar por el río hasta el templo, en barca; o paseando por las orillas, mientras disfrutaban del frescor de la ribera, muy recomendable ante los calores estivales, y del espectáculo de las barcas y barquitas, engalanadas para la ocasión, bajando la corriente, y subiéndola al atardecer. Era una buena excusa para salir del bochorno de entre los muros y los edificios de la ciudad, y pasar el día cerca del agua; o dentro del agua, pues no faltaban los que se caían de las barcas en plena cogorza; o se lanzaban a ella desde las orillas, para refrescarse -
- Debía ser bonito -
- Pintoresco - concede, encogiéndose de hombros - Alegre,... y muy popular, como ya he dicho. A Fortuna la podía visitar en su casa todo el mundo -
- Supongo que te estás refiriendo a las restricciones de acceso que existían en determinados cultos y templos -
- Exactamente, querida. Veo que eres rápida. Había cultos a los que no podían asistir las mujeres, los extranjeros y los esclavos, ya fueran familiares o prisioneros de guerra. A otros, aunque muchos menos, los que no podíamos asistir éramos los hombres. Y también había restricciones respecto a animales y cosas, pero sería prolijo de referir -
- O sea, que ya te has cansado,... -
- ¡Humppff! - gruñe por lo bajo.
- ¿Por qué Fortuna recibía a todos, sin distinciones, ni restricciones? - le ataco de nuevo, antes de que se busque una excusa.
- Pregunta no pertinente - sonríe con suficiencia - Fortuna no distingue entre géneros, órdenes sociales o ciudad de origen. Es, como la muerte, para todos; y entre todos reparte sus atenciones de forma aleatoria: unas veces nos sonríe, y otras, nos da la espalda. Por eso cualquiera puede ir a hacerle ofrendas cuando la quiera propicia, y todos pueden participar del festival de hoy,... A estas horas, ya habrá cientos de alegres borrachines desperdigados por las riberas, entre el templo y la ciudad, buscando casi a cuatro patas el camino de vuelta a sus casas. Y puede que a más de uno lo hayan tenido que pescar del río, como si fuera una carpa -

GLOSARIO
Fors Fortuna - Advocación de Fortuna. Fors significa azar, suerte o fortuna, de forma que se trataría de la advocación de la diosa como, literalmente, patrona del azar y la suerte.
Tiqué - Diosa griega de la suerte y la fortuna.
Vía Portuensis - Vía que comunicaba Roma con el puerto y discurría en paralelo al río Tíber.
Transtiber - Zona de la ciudad situada en la orilla del Tíber opuesta al "casco histórico" de Roma, ocupada por huertos y barrios populares en los tiempos de nuestras novelas. Actualmente, el Trastévere.

Para ilustrar la entrada, un fragmento de una pintura al fresco romana en la que se puede ver un paisaje de ribera, con edificios en la orilla y personas en una barca. No se trata ni de Roma, ni de un festival, pero puede servir para refrescar un poco el ambiente de esta página.

martes, 21 de junio de 2016

FIDES (la cítara, la lira, Apolo, Orfeo, Nerón y una banda de música)

Mujer tocando una cítara
DÍA INTERNACIONAL DE LA MÚSICA
Para celebrar el Día Internacional de la Música, os traigo un fragmento de un fresco procedente de Pompeya (Nápoles, Italia), en el que puede verse a una muchacha tocando una cítara.

Este instrumento de cuerda pulsada fue "importado" de la cultura musical griega, y se conocía tanto por su nombre griego (latinizado), cithara; como por el nombre latino de fides, el mismo que servía también para denominar a otro instrumento de cuerda similar y muy popular en la Antigüedad, la lira (lyra).
Según la tradición mitológica, Hermes, para resarcir a Apolo de una de sus jugarretas, había inventado y construido para él un instrumento musical, utilizando un caparazón de tortuga como caja de resonancia. Ésta habría sido la primera lira, convirtiéndose en uno de los objetos simbólicos de Apolo, dios tutelar de la música y la poesía (pues se recitaba o cantaba con el acompañamiento de una lira), que enseñó a los hombres. El más famoso maestro lírico entre los mortales fue Orfeo, cuyo arte con este instrumento, según la leyenda, era capaz de amansar a las fieras.
Por otra parte, tanto la lira como la cítara formarían parte de la iconografía de varias de las Musas, tan estrechamente ligadas a Apolo, fundamentalmente a Euterpe, Erato y Terpsícore, protectoras de la música, la poesía y la danza.

En la cultura griega la música tenía gran importancia y formaba parte de la educación de los ciudadanos, considerándose "de buen tono" saber tocar, al menos, la lira, cuya interpretación por los comensales era algo corriente en los banquetes. En la cultura latina la música gustaba mucho y, en otras entradas "musicales", - la dedicada a los flautistas en su día; y la del tubilustrium -, ya hemos visto que era imprescindible en lo sagrado y en lo militar. Todos los órdenes sociales solían incluir en la educación el aprender a cantar y a tocar algún instrumento musical, sin hacer distinciones entre hombres y mujeres. Aunque, eso sí, nadie perteneciente a las "primeras clases" se dedicaría nunca a la música como profesión, reservándola los más aficionados para los ocios privados, en familia o entre amigos. Sólo el princeps Nerón, melómano donde los hubiera, dio recitales en público, teniéndose noticia de que cantaba mientras se acompañaba de diversos instrumentos, que tocaba con maestría. Sí, queridos lectoras y lectores, podéis ir desterrando la imagen de Peter Ustinov tocando una lira de "cartón piedra" y mucho dorado, desafinando horrorosamente en la película Quo vadis?. Su personaje en el reparto era el de "villano ridículo", pero él, con muchísimo arte, consiguió convertirlo en lo mejor de la película, y, probablemente, en el mejor Nerón de Hollywood. Aunque "pasado de vueltas" y nada verosímil, porque, cine aparte, el Nerón real tenía buenas aptitudes para la música instrumental y el canto. Las críticas de sus detractores, en lo relativo a la música, derivaban de que no era "de buen tono" que el primer hombre del estado perdiera el tiempo dando serenatas, como si fuera un músico cualquiera. La música profesional no estaba considerada como un oficio honorable en Roma, así que quedaba para instrumentistas extranjeros, que nada tenían que ver con el concepto de honorabilidad profesional romano; plebeyos pobres, para los que era un oficio honesto y mejor que otros para ganarse la vida; libertos de bajo rango y poco poder adquisitivo, que también lo tenían como un buen empleo; y esclavos, que trabajaban en lo que les había tocado, o en lo que habían demostrado habilidad.

Cuando les he dicho a mis personajes que hoy es el Día Internacional de la Música, me han ofrecido enviarme a los chicos de la banda de música, para que toquen alguna tonada alegre para acompañarme en la celebración. Temiendo la reacción de mis vecinos ante una banda militar en pleno, tocando a todo volumen en la azotea, y sabiendo que lo único que de verdad quieren es librarse de ellos y de sus ensayos por un día, he hecho lo propio y me he librado del compromiso, diciéndoles que hoy era una fiesta sacratísima por aquí, y que las trompetas, las gaitas, los cuernos y los tambores no eran lo más apropiado.
Para los que celebren la Noche de San Juan y la llegada del Verano, ¡a disfrutar!,... y si es con buena música, pues mejor. El Sileno dice que él se apunta.

lunes, 20 de junio de 2016

EL RELÁMPAGO NOCTURNO

Pérgola con vid emparrada (Boscorreale, Italia)
A LAS PUERTAS DEL VERANO

Queridos lectoras y lectores: ya tenemos aquí el Verano y, vistas las temperaturas con las que se anuncia, más nos vale buscar respiro en la agradable sombra de las parras.

Hace varios días que no pasaba por aquí. Mis personajes están muy ocupados con nuestra segunda novela; y yo, en cosas más prosaicas.

Hoy, 20 de Junio, en Roma se celebraba el día de una divinidad peculiar, Summanus, el dios del relámpago nocturno, o el dios que envía el relámpago antes del alba.
La celebración no se debía a la relación que podríamos establecer entre su "ocupación" y las tormentas vespertinas de Verano, pródigas en aparato eléctrico, sino porque en esa fecha se consagró su templo en la ciudad, en el siglo III antes de Cristo.
Su culto parece que era más antiguo y, de hecho, en el tiempo en que transcurren nuestras novelas, nadie sabía a ciencia cierta quién había sido originalmente Summanus. Algunos eruditos, teniendo en cuenta su evidente relación con los meteoros fulgurantes, opinaban que se trataba simplemente de una antigua advocación de Júpiter, aunque de carácter negativo; de forma que Júpiter era el dios de las tormentas que se desataban durante el día, y su alter ego, Summanus, el de las tempestades nocturnas. Para otros, sin embargo, se trataba de una divinidad diferente, oscura, relacionada con la noche y las tinieblas, de origen etrusco o sabino, de cuyo origen se había perdido la memoria.
La dualidad día/noche, luz/oscuridad, divinidad celeste/divinidad infernal, se reflejaba incluso aunque se hablara de Júpiter y de Júpiter-Summanus, pues los sacrificios que se ofrecían a cada uno, - con motivo de sacralizar los lugares donde habían caído los rayos -, diferían en el color simbólico del animal-víctima: carnero blanco a Júpiter/carnero negro a Summanus.  
No obstante, para la celebración de su día, a Summanus le gustaba recibir en su templo ofrendas no cruentas, sino de bollería, consistentes en unos pasteles en forma de disco, llamados en su honor summanalia.

Ilustramos esta entrada con una preciosa pérgola, cubierta con una parra, que, desde una pintura al fresco de Boscorreale (Italia; aunque se conserva en el Metropolitan Museum of Arts de Nueva York), nos invita a descansar a su sombra en las calurosas tardes veraniegas.

miércoles, 15 de junio de 2016

¿QUÉ ESCONDE VESTA EN LA DESPENSA?

El día 15 de Junio, con el último ritual de la limpieza del templo de Vesta, se acababan las Vestalia y se volvía oficialmente a la normalidad, considerándose pasado el período de días inhábiles, o poco propicios, por motivos religiosos.

El ritual consistía en que las vestales recogían la basura que se había acumulado desde el año anterior en la despensa (penus) del templo, - que se supone que habían estado limpiando a conciencia desde que se iniciaran las Vestalia -, y la arrojaban al río Tíber. Como el templo de Vesta era el hogar y el corazón de Roma, éste era un ritual de purificación "universal" para la ciudad y sus ciudadanos. Cuando el agua del Tíber se llevaba físicamente la suciedad de la despensa de Vesta, era como si se llevara también, más allá de lo material, la de todos los hogares de los romanos. Purificada, pues, a todos los niveles, la vida de la Respublica podía recuperar su ritmo ordinario.

La despensa del templo era la despensa simbólica de la Respublica y de la de todos sus ciudadanos, y en ella se guardaban las reliquias más veneradas de Roma, junto con los objetos necesarios para el culto de Vesta y para su "colaboración" indispensable en otros cultos.

Por lo que respecta a las reliquias, las principales eran unas estatuillas que, aparte de ser representaciones divinas, tenían el valor añadido de una antigüedad legendaria, pues se mantenía que había sido el héroe Eneas el que las había traído a Italia desde Troya. Una de ellas era el Palladium, pequeña efigie de Palas Atenea que, según la leyenda, la propia diosa había regalado a los troyanos como muestra de su favor. Según la versión griega de los hechos, durante la archifamosa guerra de Troya, Diómedes y Ulises robaron la escultura y la llevaron a la Grecia europea. Según la versión romana, Eneas consiguió llevársela con él al exilio tras la caída de la ciudad, y la tuvo consigo el resto de su vida, que, como todos los romanos sabían, sobre todo a partir de que el poeta Virgilio escribiera la Eneida, acabó en Italia. Las otras estatuillas eran las de los Penates, que, al parecer, Eneas también había conseguido ocultar a sus enemigos en su equipaje, y que, tras pasar, como el Palladium, por las ciudades latinas de Lavinium y Alba Longa, acabaron siendo los Penates de Roma y el pueblo romano tras la fundación de la ciudad por Rómulo. Junto con el fuego sagrado de Vesta, estas reliquias aseguraban la existencia, la seguridad, la prosperidad y la permanencia de Roma.
Eran las principales, pero no las únicas, pues en la despensa-relicario se guardaban también otros objetos revestidos de una mezcla de santidad y de leyenda, relacionadas con los dioses, los héroes troyanos y los etruscos. Dada que la sacralidad del recinto era tal que sólo se permitía el acceso a las vestales y al Pontífice Máximo, las conjeturas, sobre lo que albergaba en realidad la alacena más recóndita de la despensa de Vesta, hacían que fuera posible creer que allí, en medio del misterio y el polvo, - si era cierto que sólo se limpiaba una vez al año -, acababan todos los objetos que alguna vez tuvieron relevancia en los mitos y leyendas griegos, etruscos y latinos.

Por lo que respecta al culto, las vestales guardaban en la despensa algo que ellas mismas producían y que era indispensable en todos los sacrificios, - cualquiera que fuera la divinidad a la que se dirigieran -, la mezcla de harina salada conocida como mola salsa. Los sacerdotes oficiantes debían espolvorear esta mezcla antes de proceder al sacrificio, si no, éste no podía tener lugar de ninguna manera, pues era una parte imprescindible y fundamental del ritual. Su preparación por las vestales también se llevaba a cabo siguiendo un protocolo pautado y establecido por la tradición. Empezaban por triturar sal en un mortero; y después la cocían al horno dentro de un recipiente de cerámica (según algunos autores antiguos, se trataría de una olla corriente, sellada con yeso). Una vez cocida, enfriada y cortada, la ponían en una tinaja (dolium), donde la mezclaban con agua traída de una fuente o arroyo, para hacer una salmuera. Esa salmuera era la que se utilizaba para salar la harina y preparar la mezcla sacralizante, en los días previstos para ello. La mezcla debía hacerse con sal y harina del año, y sólo resultaba apropiada para los sacrificios hasta la próxima cosecha. El verbo inmolar, que nosotros utilizamos como sinónimo de sacrificar, lo que indicaba antiguamente era sólo la primera parte del ritual del sacrificio, cuando el animal-víctima era rociado con la mola salsa, o sea, consagrado a la divinidad mediante la inmolatio. No obstante, la mola salsa también era una ofrenda perfecta y muy común para sacrificios incruentos, ya que a los dioses romanos y latinos les satisfacían las primicias de la cosecha de cereales, en este caso, en forma de harina.
Junto a la salmuera y la mola salsa, las vestales guardaban también los suffimenta, que era otra mezcla sacralizante, necesaria en la celebración de la festividad de las Palilia, en Abril, y que ellas preparaban con ingredientes procedentes de sacrificios realizados a otras divinidades diferentes a Vesta, en concreto, a Tellus y a Marte. Durante la festividad de las Fordicidia, como ya os conté, queridos lectoras y lectores, se sacrificaban vacas preñadas en honor de la diosa-madre-tierra Tellus. Los terneros no natos se llevaban a la Regia, en cuyo altar la Vestal Máxima los quemaba protocolariamente, utilizando como combustible paja de la cosecha de habas. Una vez terminado el proceso, las vestales recogían las cenizas y las trasladaban a la penus del templo de Vesta, donde las guardaban para mezclarlas con las cenizas de su propio altar, y con la sangre y las cenizas de la cola de un caballo que se había sacrificado a Marte anteriormente. La mezcla de todos esos ingredientes, o suffimenta, la repartían las Vestales a la puerta del templo, al amanecer del día de las Palilia, cuando la gente iba a recogerla para usarla como elemento purificador en casas y granjas.

GLOSARIO
Vestalia - Fiestas en honor a Vesta.
Fordicidia - Sacrificio en honor a Tellus (para más detalles, ver la entrada correspondiente, en Abril).
Palilia - Fiesta en honor de Pales (para más detalles, ver la entrada correspondiente, en Abril).
Palladium - Efigie de la diosa Atenea/Minerva, en su advocación de Palas.
Penates - Dioses romanos del hogar. Esenciales en los cultos domésticos, e inseparables del de Vesta, ya que ella personifica al hogar "universal" de todos los romanos. Se les ofrecían las primicias de todos los alimentos, y, fundamentalmente, harina y sal. (Ya hablaremos de ellos con más detalle).
Penus Vestae - "Despensa" del templo de Vesta.
Mola salsa - Harina salada con salmuera preparada por las Vestales, para los sacrificios. Servía tanto como ofrenda, como para espolvorear con ella a las víctimas (inmolatio), consagrándolas antes de matarlas.
Suffimenta - Mezcla de cenizas recogidas del propio altar de Vesta con los productos de sacrificios dedicados a otras divinidades, que servía para realizar purificaciones en las Palilia.

martes, 14 de junio de 2016

VESTALES, TREINTA AÑOS AL SERVICIO DEL FUEGO

Frasquito de cristal de roca
VIRGINES

Así, Virgines (las vírgenes), era como se llamaba a menudo a las sacerdotisas Vestales, ya que una de las reglas de su orden era conservar la virginidad y el celibato durante los treinta años en los que debían permanecer, como mínimo, al servicio de la diosa Vesta.
La orden estaba compuesta por seis sacerdotisas, la Vestal Máxima (Virgo Vestalis Maxima) y cinco virgines más, que eran sustituidas por otras cuando se retiraban voluntariamente tras las tres décadas de servicio, o cuando fallecían. El fallecimiento, lógicamente, podía producirse en cualquier momento; o bien, en la vejez, ya que no eran pocas las que nunca hacían uso de la posibilidad de retirarse y permanecían en la orden hasta su muerte. El ingreso, para cubrir las vacantes, se realizaba a una edad muy temprana, entre los seis y los diez años; y la primera década de servicio la pasaban como novicias o discípulas de la Vestal Máxima o de una vestal veterana, aprendiendo sus funciones y todos los requerimientos del culto. Llegadas a su segunda década en la orden, ya podían ejercer como sacerdotisas de pleno derecho; y durante la última, ya veteranas, eran las instructoras de las más jóvenes.

La vestal novicia era elegida para ello por el Pontífice Máximo, normalmente entre un grupo de hasta veinte candidatas. Las niñas candidatas debía cumplir una serie de requisitos para ser consideradas elegibles: ser mayores de seis años, pero menores de diez; no tener ningún defecto físico; ser hija de personas libres y que nunca hubieran ejercido un oficio o profesión de las consideradas infamantes; y que, en el momento de la selección, tanto su padre como su madre estuvieran vivos y residieran en Italia. Aunque no era un impedimento, generalmente no se contaba entre las candidatas a las hermanas menores de otras vestales, a las hijas de los pontífices y otros sacerdotes, e incluso a las hijas de los tubicines dedicados a las necesidades musicales de los cultos. Según las fuentes históricas, a lo largo de los muchos siglos que duró el culto de Vesta, hubo de todo, desde épocas en las que era difícil encontrar candidatas y éstas se elegían por sorteo, abundando los recursos a las relaciones con lo sagrado de los padres de las niñas, al número de hijos de la familia, o a buscar la forma de que no se considerara a la chiquilla como elegible; hasta otras en las que tener una vestal en la familia se consideraba un honor y los propios familiares llevaban a sus niñas ante el Pontífice Máximo, deseosos de que fueran seleccionadas para cubrir la vacante en la orden, de forma que, andando el tiempo, todas las vestales acabaron siendo de origen patricio.

Vesta, su fuego y su templo eran el hogar de Roma, y se tenía en una gran consideración a sus sacerdotisas, extraordinariamente respetadas y queridas por el pueblo romano, mientras ellas respetaran sus votos y cumplieran bien con sus cometidos. Las vestales eran hijas de Roma y hermanas de todos los ciudadanos. Cuando salían a la calle, podían desplazarse en litera, o a pie, e ir precedidas por un lictor, como si de magistrados se tratara. Los propios magistrados les cedían el paso, haciendo que sus lictores rindieran honores con sus fasces ante la vestal, o su litera. Y sus personas eran tan sagradas que cualquier atentado o acción irrespetuosa contra una vestal se consideraba un crimen.
Las vestales tenían también una serie de privilegios legales que les concedían un status superior al de la mayoría de las mujeres: en el momento del ingreso en la orden, se liberaban de la patria potestad de su cabeza de familia, pudiendo desde entonces administrar su patrimonio a su antojo, sin necesidad de un tutor masculino; también podían hacer testamento, si querían que sus bienes no pasaran directamente al estado si fallecían dentro de la orden; y podían ser testigos en los juicios, e incluso favorecer con el indulto a un condenado a muerte, si casualmente se cruzaban con éste por la calle.  Posteriormente a la época de nuestras novelas, las virgines tenían derecho a una tribuna propia, cerca del palco imperial, en los espectáculos públicos; y se extendía su capacidad de indultar a la decisión de conservar la vida de un gladiador vencido en combate a muerte. Si era el caso, su opinión se consideraba tan inapelable como si el indulto lo hubiera emitido la propia diosa Vesta.

Por otra parte, si incumplían sus votos de castidad y celibato, o sus obligaciones para con el culto y la diosa Vesta, fundamentalmente dejar que el fuego sagrado de apagara; o cometían traición al estado, eran severísimamente castigadas, con penas que aplicaba el Pontífice Máximo y que iban desde una tunda de latigazos hasta la máxima condena, la de ser enterradas vivas, encerrándolas dentro de una tumba y clausurando la entrada.

Como símbolo de pureza y honestidad, iban vestidas de blanco, con ropas severas y recatadas; y como símbolo de su sacerdocio y consagración al servicio de la diosa Vesta, se tocaban con la infula, una cinta de lana, que, a modo de diadema o corona, adornaba la cabeza de los sacerdotes (y también de los suplicantes y de los animales-víctima de los sacrificios).

GLOSARIO
Virgo Vestalis - Vestal, sacerdotisa del culto de Vesta.
Virgo Vestalis Maxima - Vestal al frente de la orden.
Lictor  (plural, lictores) - Miembros del séquito de los magistrados romanos, a los que acompañaban y precedían, anunciando su presencia, abriéndoles paso, portando los símbolos de su cargo, e incluso ejerciendo de guarda espaldas.
Fasces - Insignia simbólica del poder de los magistrados, compuesta por un haz de varas unidas con cintas o correas y un hacha.
Tubicines - Flautistas, o intérpretes de tibia, instrumento musical de viento imprescindible en el culto, como ya vimos en una entrada anterior.

Para ilustrar esta entrada, un precioso frasquito de cristal de roca tallado, que se conserva en el Museo de Cádiz (España), y que, al parecer procede del ajuar funerario de una niña.

lunes, 13 de junio de 2016

LA NOCHE DE LOS FLAUTISTAS

Máscara (Pompeya, Italia)
Idus de Junio

En plenas Vestalia, coincidiendo con los idus del mes, se celebraba en Roma una alegre festividad "gremial": la de los flautistas, o tibicines. Éstos se reunían en el templo de su patrona, la diosa Minerva, en el Aventino, donde organizaban un banquete de confraternización, en el que no faltaban ni música, ni canciones, y el vino se bebía en generosa abundancia. La sobremesa se llevaba a las calles de la ciudad, por las que los flautistas deambulaban tocando sus tibiae, disfrazados y enmascarados, en medio de un despreocupado y ruidoso jolgorio, que hacía las delicias de los locales de comida y bebida que cerraban tarde, y de los trasnochadores, que podían sumarse al festival; y era la tortura de todos los que querían dormir en paz. La música y los cánticos duraban casi toda la noche, que se convertía así en una de las más ruidosas del año en la ciudad.

Los tibicines, o tocadores de tibia, eran una clase especial de músicos, ya que tenían un papel importante e insustituible en los ritos religiosos romanos. Tradicionalmente, uno o varios flautistas acompañaban rituales, plegarias, sacrificios y procesiones, tocando de manera ininterrumpida mientras duraban, ya que existía la prescripción religiosa de que la música de flauta debía sonar de forma constante, so pena de que la ceremonia careciera de validez a ojos de los dioses. La música creaba ambiente, resaltaba los momentos principales del ritual y dejaba en segundo plano los sonidos de la vida cotidiana. Su actividad en la esfera religiosa se pierde en los tiempos legendarios de la formación de la ciudad de Roma, pues se remontaban hasta el reinado del Numa Pompilio las ventajas de las que, frente al resto de los músicos, los tibicines dedicados a los cultos disfrutaban. Una de esas ventajas era una mayor consideración social, ya que desempeñaban un oficio dignificado por su faceta religiosa.

La cuestión de las máscaras y los disfraces de su noche de banquete, está también en relación con la otra "noche de los flautistas", la de los Idus de Enero, en la que recorrían la ciudad, tocando y cantando, formando comparsas en medio de un alegre jolgorio, vestidos con ropas largas, al estilo femenino. Según los eruditos de la época, se debía a que, en los años de la Respublica primeriza, los magistrados habían decidido prescindir de los servicios de los flautistas en los ceremoniales religiosos. Los tibicines, a modo de protesta, abandonaron Roma en masa. Pero las actividades religiosas sin música no eran lo mismo, así que pronto les echaron en falta. Ofendidos en su orgullo profesional, se negaban a volver, pues ya se habían instalado en la ciudad de Tíbur. Una estratagema de un ingenioso individuo hizo que, tras invitarlos a un banquete donde hubo más vino de la cuenta, acabaran amaneciendo en Roma, aunque creían que volvían a Tíbur. Regresaron engañados, con los disfraces de la fiesta todavía puestos (vestidos largos, coronas de flores, caras pintadas, máscaras) y con una resaca monumental, que propició que los magistrados les convencieran para que el "gremio" volviera a residir en Roma y a seguir poniendo la banda sonora a la vida religiosa de la ciudad. La alegría de los flautistas, por haber recuperado sus funciones oficiales, se desató en un festival nocturno, que los magistrados no tuvieron más remedio que permitir, para evitar que volvieran a hacer mutis por el foro. Como recuerdo del caso y de las prerrogativas y el reconocimiento público recuperados, seguían disfrazándose y formando comparsas callejeras en cada una de "sus noches".

La flauta que tocaban los tibicines, como hemos mencionado al principio, se llamaba tibia, y, según los especialistas en Música, sería más un clarinete que una flauta propiamente dicha, ya que tenía lengüeta. Podía tener, como el aulós griego, una o dos "cañas", y tocarla realmente bien se consideraba toda una especialidad musical, denominada tibicinium. Otro tipo de tibia era la que posteriormente se llamaría cornamusa o gaita, en la que las cañas estaban unidas a un odre (de ahí su nombre latino, tibia utricularis). Las tibiae (y flautas) estaban hechas de hueso, de madera (las de madera de boj se denominaban también buxum), de caña (la flauta de caña se conocía como calamus) o de metal.
Las flautas eran de diversos tipos y tamaños, simples o compuestas (flauta de Pan). La pastoril o avena, era una pequeña flauta de una sola caña, muy parecida a las que se siguen utilizando hoy en la música tradicional y floklórica. Su nombre en plural, avenae, se le daba a la flauta compuesta por varias cañas unidas, o siringa, "importada" de la cultura musical griega (donde se denominaba xirinx). A ésta, se la conocía también como flauta de Pan o flauta frigia; y como fistula en el ámbito romano

Hoy ilustra nuestra entrada un bonito detalle de una pintura al fresco procedente de Pompeya (Nápoles, Italia), que representa una máscara festiva, adornada con una corona de hojas de hiedra. Estas coronas eran habituales en los banquetes por su vinculación con Dionisos/Baco, el dios del vino, ya que algunos pensaban que, llevándolas puestas, podían beber sin emborracharse. El Sileno dice, con un guiño pícaro, que eso no se lo creían ellos ni hartos de vino.
 

sábado, 11 de junio de 2016

LA AURORA Y LAS TÍAS

Roma al amanecer (Gina G., para National Geographic, 2015)
Matralia

El día 11 de Junio se celebraban en Roma las fiestas conocidas como Matralia, para honrar a la diosa Matuta. Ésta era una antiquísima divinidad que respondía a la personificación y elevación a los altares de la aurora, común a diversos pueblos con religiones de origen indoeuropeo.
A Matuta se la conocía comunmente como Mater Matuta, con lo que, de alguna forma, también hay que considerarla dentro de la nómina de diosas-madre romanas. Su origen en el fenómeno que da la luz al día, hizo que, al menos en parte, su culto se vinculara a los partos felices, y, para estas circunstancias, llegó a confundirse con una de las advocaciones de Juno, Lucina. Así, a la gran diosa, titular del mes de Junio, también se la adoraba a veces como Iuno Matuta, en su papel de protectora de parturientas y facilitadora de buenos partos. Por ello, las devotas de ambas eran las madres. Pero no cualquier matrona, puesto que, para participar en los ritos que se celebraban en el templo de Matuta, las asistentes tenían que cumplir determinados requisitos. Básicamente, estar casadas y ser madres; pero ni las viudas ni las divorciadas podían participar del ritual, aunque hubieran vuelto a casarse, ya que, según la tradición, la bona matre era la matrona univira, que sólo tenía o había tenido un esposo.
Uno de los ritos consistía en que una reunión de devotas matronas se hacía acompañar al templo por una esclava, que, dada su compañía, podía acceder al lugar sagrado, donde habitualmente tenía vedada la entrada. Una vez dentro, las matronas abofeteaban a la sierva y la expulsaban de malas maneras del lugar. Este ritual lo explicaban los mitógrafos antiguos poniéndolo en relación con el mito griego de Ino, a la que se había acabado encontrando afinididad y asimilando con Matuta, y que consideraba que la diosa odiaba a las esclavas, en general, porque una de sus siervas había seducido a su marido. Ésta era explicación muy animada, porque la historia de Ino y su familia resultaba de lo más rocambolesca, cargada de dramatismo y muy propicia como argumento de tragedias y poemas; pero no coincidía con el origen real del mito. Según los especialistas, el ritual tiene su origen en la representación del mito, en el que la Aurora rechaza cada jornada a la oscuridad y a todo lo negativo que ésta oculta en las sombras nocturnas, para dejar paso a la luz del día, reinstaurando el orden cósmico. Así, las matronas, representan a la luz, que se enfrenta a la oscuridad, representada a su vez por la esclava, y la rechaza, expulsándola del templo, que, en la fecha señalada, se convierte en trasunto del mundo. De esa forma, las matronas representarían también el orden cósmico, reflejado en el orden social, y la esclava, cualquier posible elemento perturbador del mismo. A partir de ahí, se ha dicho que esto reflejaba de igual manera la carga de negatividad y de consideración anti-social que se atribuía en la Antigüedad a la esclavitud, situándola fuera del ordenamiento de la sociedad. No obstante, me parece más probable que la tradición, - que una esclava representara a las fuerzas negativas de la oscuridad -, se debiera al hecho de que ninguna matrona estuviera dispuesta a rebajar su dignidad hasta permitir ser abofeteada y ninguneada en público, sólo para hacer el papel de "malvada" en la representación ritual.

La otra parte de los ritos del día, mucho menos agresiva, era la petición de gracia y protección para los niños, y la ofrenda de pastelillos a Matuta. Pero, frente a lo que podría esperarse, las matronas no llevaban a sus hijos pequeños ante la diosa, sino a sus sobrinos, hijos de sus hermanas y hermanos, de forma que la celebración acababa en lo que podríamos llamar "el día de las tías". La tradición debió arrancar también de la representación del arcaico mito original, en el que la Aurora es la segunda madre del Sol, lo que, traducido a la mentalidad romana, la convierte en su tía materna. Y la tía materna (matertera) era un miembro de relevancia fundamental en la organización familiar romana, ya que, en caso de morir la madre de una criatura, ya fuera su hermana o su cuñada, ella era la encargada de que no le faltaran ni los cuidados, ni la atención ni el cariño necesarios; al igual que éstas lo harían con sus hijos en caso contrario, creando, en tiempos de alta mortalidad general, una red de seguridad para la infancia, de forma que, en caso de necesidad, las tías podían representar a la figura materna que todo niño pequeño necesita, tutelando a sus sobrinitos.
En cuanto a los pastelillos que las matronas llevaban como ofrenda a Matuta, seguían la línea de los ofrecidos a Vesta en las nonas, y se trataba de bollos confeccionados a la manera tradicional, conforme a las recetas más antiguas, que se llamaban testuatia. El nombre, según los propios autores latinos, venía dado porque no se cocían en el horno, sino en un recipiente de arcilla colocado sobre las brasas del hogar. Como ninguno de nuestros personajes quiere viajar al Presente en días no favorables para los desplazamientos, - aunque algunos se han excusado alegando múltiples ocupaciones -, tendremos que esperar a que pasen los idus para ver si Prisca nos hace una visita y nos da la receta.

GLOSARIO
Mater Matuta - Denominación de la diosa Matuta, la aurora.
Iuno Lucina - Advocación de la diosa Juno, en su faceta de facilitadora de los partos y protectora de parturientas y neonatos.
Bona matre - Literalmente, buena madre. La perfecta matrona: mujer casada y con hijos.
Univira - Mujer que sólo se ha casado una vez (literalmente, "de hombre único").
Ino - En la mitología griega, hija de Cadmo, el príncipe hermano de Europa (sí, mitómanos, la raptada por Zeus transmutado en toro, a la que buscó en vano el pobre muchacho, como ya os contamos en otra ocasión) y Harmonía, hija del dios Ares. 
Matertera - Tía materna.
Testuatium -  (plural, testuatia) Bollo antiguo, cocido, en recipiente de cerámica, sobre brasas.

Para ilustrar la entrada, hoy os traigo una preciosa fotografía del amanecer sobre el centro histórico de Roma, obra de Gina G., para National Geographic Society. Aprovecho que ninguno de mis personajes anda por aquí, porque se que las ruinas, que a nosotros nos encantan, a ellos les producen una gran tristeza. "¡¡¡El Foro en pedazos!!!", exclamó uno de los oficiales, sin dar crédito a sus ojos, cuando vio unas postales de Roma que les enseñé hace tiempo. Después de ver el efecto que hicieron en su ánimo, he procurado tener mucho cuidado con las fotografías de monumentos.

jueves, 9 de junio de 2016

VESTA, LAS MATRONAS Y EL BURRO DEL PANADERO

Matrona (N. Pagano, 1885)
VESTA, DIOSA DE LA TIERRA

El noveno día del Junio era el día de la fiesta mayor de las Vestalia. El templo abría sus puertas y las matronas romanas iban a visitarlo en procesión, llevando ofrendas de alimentos, porque era la fecha en que se celebraba a Vesta en su advocación de proveedora de abundancia.
Era cuando la diosa del fuego se reverenciaba como diosa-madre-tierra, y Vesta recibía adoración al mismo nivel que Ceres, Ops o Tellus, para conseguir su favor con la cosecha de cereales, el alimento básico. Aunque con una diferencia: si las otras diosas-madre eran las responsables de la fertilidad de los campos y de las semillas, de su germinación, del brote y crecimiento de las espigas y de su abundancia en buen grano; Vesta era la diosa de la transformación efectiva de los cereales en alimento. Esa transformación constaba de dos fases; la primera, la molienda, para obtener las harinas; y, la segunda, con la intervención directa de la diosa como fuego, la cocción, para dar lugar a las gachas y el pan.
En relación con esto, el principal día de las Vestalia era también la fiesta grande de los panaderos, que eran los que se encargaban de la transformación de la cosecha de cereales, molturando el grano en sus molinos, elaborando el pan y cociéndolo en sus hornos. Y asimismo cumplían con la función de distribuir ese alimento, ya que vendían al vecindario las harinas, el pan y otros productos de tahona en sus despachos. Este día, celebrado también en honor a Júpiter Pistor (Júpiter Panadero, una de las advocaciones más terrenales del más grande entre los dioses romanos), era festivo para todos los pistores (panaderos) y no había molienda, y en las pistrina (panaderías) descansaba todo el equipo, incluídos los asnos que movían las muelas de los molinos, que también participaban del jolgorio, adornados con guirnaldas de flores y sartas de panecillos, en reconocimiento a su valiosa colaboración en la producción del más básico e indispensable de los alimentos.

La procesión de las matronas revestía un carácter más solemne que el festival de los panaderos. Se trataba de un día especial, ya que el templo de Vesta estaba habitualmente cerrado al público y a él sólo accedían las sacerdotisas (vestales) y el pontifex maximus, encargados del culto y de las instalaciones. Las matronas, las responsables de la transformación de los alimentos mediante el fuego en los hogares romanos, reverenciaban con su visita a la que era su patrona en estos menesteres; aunque, en la época de nuestras novelas, en las casas ricas, quien guisara fuera un cocinero griego; en las demás, lo hiciera poca gente, ya que solían comprarse las comidas preparadas en los establecimientos que guisaban para la calle; y el pan lo compraba todo el mundo en las panaderías. Pero se trataba de una venerable tradición y uno de los pocos honores públicos para el género femenino, que, por un día, se convertía en el centro de atracción y respetuosa curiosidad de toda la ciudad y sus visitantes. Era también una buena ocasión para lucir galas, y, como diría nuestra amiga Prisca, estrenar zapatos, aunque, al llegar a suelo sagrado, hubieran de descalzarse para entrar en el templo de la máxima pureza dejando atrás la mundanal suciedad. Sus ofrendas, independientemente de la categoría social de cada una, debían ser sencillas y modestas, "a la antigua", como cuando los romanos sólo eran unos más de los agricultores y pastores del Lacio, Roma un pueblecito y las mujeres de cada familia se hacían sus gachas, su pan, sus tortas y su bollería en casa.

GLOSARIO
Ceres, Tellus, Ops - Diosas Madre-Tierra del panteón romano. Todas, como Vesta, recibían culto en templos de planta circular.
Júpiter Pistor - Advocación de Júptier como patrón de los panaderos. Los cultos a esta advocación, al igual que el festival del 9 de Junio en su honor, adquirieron mayor importancia a partir del siglo I d.C., tras la fundación del colegio de los panaderos, que se encargó de dignificar la profesión y velar por los intereses del gremio.
Pistor - Panadero (en plural, pistores).
Pistrinum - Panadería (en plural, pistrina).
Vestales - Orden sacerdotal femenina, consagrada al culto de Vesta.
Pontifex Maximus -  Cargo sacerdotal de los cultos públicos, presidía el influyente colegio de pontífices de Roma, y estaba al cargo, entre otras muchas y relevantes funciones, del culto de Vesta.
Lacio - Región del centro-oeste de la Península Itálica, donde está ubicada la ciudad de Roma.

Para ilustar esta entrada, os traigo un detalle del busto de la estatua de Eumachia, que dibujara del natural Nicolás Pagano, para ilustrar su obra Guide de Pompéi, publicada por la Imprenta Scafati, en 1885. Esta dama pompeyana no sólo parece que fue una matrona ejemplar, conforme a los usos y costumbres de su época, sino que también desempeñó un cargo como sacerdotísa en los cultos públicos, dedicando a las Concordia y Piedad Augusteas la construcción de una serie de edificaciones religiosas en su ciudad.

miércoles, 8 de junio de 2016

¡FELICIDADES, OCÉANO!

Océano (mosaico; foto de T.Piquet, 1992)
DÍA MUNDIAL DE LOS OCÉANOS

Para unirnos a la celebración del Día Mundial de los Océanos, os traigo este bellísimo mosaico con el retrato de OCÉANO/OKEANOS, la divinización griega de las aguas marinas.  Era fundamental para la concepción del mundo antiguo, ya que los mitos más arcaicos consideraban que rodeaba a la tierra por todas partes, y albergaba al sol, la luna y las estrellas mientras, bien de noche, bien de día, les tocaba estar ocultos a la vista de los mortales. Era, pues, el titán que guardaba el mundo y los astros, hijo de Urano y Gea, la más antigua pareja de dioses griegos. Casó con su hermanastra Tetis y ambos fueron padres de muchísimos hijos e hijas, entre ellos, de todos los ríos del mundo.

Su figura de hombre maduro, con abundantes cabellera y barbas de agua, podría confundirse con representaciones de Poseidón/Neptuno, pero Océano se distingue fácilmente porque siempre lleva pinzas de cangrejo en la cabeza, como las que pueden verse en nuestra imagen, emblema parcialmente conservado de un mosaico de época romana, que se conserva en la magnífica colección del Museo del Bardo, en Túnez.

LA DIOSA DE FUEGO Y EL AGUA

Fuente (detalle de pintura mural, Boscorreale, Italia)

VESTA: FUEGO Y AGUA


 Octavo día de Junio, segundo día de Vestalia.
En el templo de Vesta proseguían las tareas de limpieza, preparándolo para el día principal, que coincidía con las nonas del mes.
Para el culto de una diosa que encarnaba la pureza, la limpieza de su sede era fundamental, y para ello, el agua, el otro elemento purificador por excelencia, resultaba imprescindible. Pero los dos elementos purificadores, el agua y el fuego, o sea, Vesta misma, no son compatibles; y no se consideraba adecuada su convivencia en el mismo recinto sagrado. Así que, para conciliar lo irreconciliable, la solución romana fue, como de costumbre, práctica: el agua sólo entraría en la casa de Vesta en la cantidad mínima imprescindible para cubrir las necesidades básicas del culto y la limpieza ritual y cotidiana. Ello implicaba que, en el recinto consagrado, no debían existir ni conducciones de agua, ni cisternas para su almacenaje, y, por lo tanto, el agua necesaria había de ser transportada diariamente al templo. Y, además, que, durante las ceremonias, el recipiente con el agua nunca tocara el suelo. Como esto se consideraba de mal augurio e implicaba la invalidez del sacrificio y la necesidad de purificación extra para expiar el error, se utilizaban recipientes con una base tan pequeña que no les permitía mantenerse en pie de forma estable. El temor a que, debido a esa inestabilidad del recipiente, el agua se derramara, - algo mucho peor para el buen desarrollo de los ritos -, hacía que ninguna vestal cayera en la tentación de dejarlo en el suelo.

Por otra parte, el agua debía ser lo más pura posible, así que había que utilizar agua "viva" y corriente, procedente de manantiales o ríos, y no "contaminada" por el contacto con la obra humana (cisternas, acueductos, tuberías), de forma que el ir por agua a la fuente era uno de los deberes diarios de las sacerdotisas encargadas del templo, las vestales. Y la fuente a la que iban a proveerse era la conocida como Fuente de Camenas, extramuros de la ciudad de Roma, y a la que se llegaba saliendo por la Puerta Capena.

Para ilustrar esta entrada, os traigo un fragmento de los bellísimos frescos que decoraban las paredes de una villa romana (Boscorreale, Italia), hoy en el Metropolitan Museum of Arts de Nueva York (USA). En él vemos cómo se aprovechaba el agua de un manantial, mediante la construcción de una fuente. El agua mana dentro de una cavidad rocosa, muy probablemente parte de un sistema kárstico, ya que el líquido desciende del interior del monte y cae, chorreando y goteando, por la pared de piedra. Al pie del punto donde el agua llega al suelo, ésta se recoge en un depósito cuadrangular, que, a su vez, hace las veces de decantador. Por efecto de la gravedad, cualquier tipo de impureza que pudiera arrastrar el agua acaba depositándose en el fondo. Así depurada, el agua sale de nuevo por tres caños, situados a media altura del recipiente de decantación, que la vierten en una pila bellamente decorada.

martes, 7 de junio de 2016

VESTA, DIOSA DEL FUEGO

Capitel. Orden corintio romano
VESTALIA

A partir del séptimo día de este mes, la divinidad titular, la gran diosa Juno, daba cabida en el calendario a las festividades de la más veterana de las entidades femeninas del panteón romano, Vesta.
La antigüedad de Vesta y de su devoción es tan grande que, mucho tiempo antes de la época en la que transcurren nuestras novelas, ya nadie la recordaba a ciencia cierta, y el expediente mitográfico solía cerrarse relacionándola directamente con la fundación de la ciudad por Rómulo.
Según los especialistas en la materia, Vesta era la advocación romana de la divinidad del fuego indoeuropea. Era pura y purificadora, como el fuego mismo; y, en relación con esto, es la tutelar de los altares donde el fuego consume los sacrificios para el resto de los dioses; y de los hogares, donde el fuego alienta tradicionalmente la vida de los hombres, brindándoles luz, calor, protección y medio para cocinar los alimentos.
Al ser Vesta el fuego divinizado, no tenía más representación que las llamas que ardían de manera perpetua en el centro de su templo. Las pocas esculturas de Vesta que se conocen son relativamente "modernas", en relación con lo arcaico de su culto y devoción. Y, además, no están relacionadas con su identidad con el fuego sagrado, sino con otras de sus advocaciones, de las que iremos hablando en días sucesivos.

Vesta, a pesar de ser desplazada a una posición relativamente secundaria entre los dioses mayores, estaría siempre en el corazón de la vida religiosa de la ciudad, íntimamente ligada a ella por el lazo del fuego permanentemente encendido en su templo, que, según la tradición y todas las leyendas, aseguraba la eternidad de Roma. Y, asimismo, lo estaría en el de las creencias privadas de los ciudadanos, como patrona del fuego del hogar. De hecho, las Vestalia, que se celebraban entre el 7 y el 15 de Junio, eran fiestas de culto tanto público como privado, escrupulosamente observadas y veneradas por todos los romanos.
Hoy empezaban, pues, las Vestalia, y, con ellas, un período simbólico de limpieza y purificación, reflejado en las del templo y su contenido. El pequeño templo, circular, aunque menos espectacular de lo que llegarían a ser los de otras divinidades, fue de los más reverenciados y respetados a lo largo de la historia de la ciudad de Roma, considerándose como depositario de parte de la identidad misma de la urbe. No sufrió abandono ni dejadez en los momentos de crisis, en los que la religiosidad general decayó; y cuando el infortunio dio lugar a su deterioro o destrucción, fue prontamente restaurado o reconstruido, manteniéndose sus cultos sin solución de continuidad hasta fines del siglo IV después de Cristo, al convertirse el cristianismo en la nueva religión oficial.

Para ilustrar esta primera entrada de las Vestalia, os traigo este precioso dibujo de uno de los capiteles de la columnata del templo de Saturno, en Roma. Forma parte de una colección de láminas de grabados sobre Arquitectura y Artes Decorativas publicado en Austria a mediados del siglo XIX. La lámina de la que procede nuestro dibujo, en concreto, reproducía detalles del denominado orden corintio, en su versión romana, y tomaba como ejemplo los vestigios del templo de Saturno. Éste era otro de los dioses más veteranos del panteón romano, de la misma "quinta" que Jano, Quirino y Vesta; y padre de Júpiter. Muy querido por romanos y latinos, era considerado un principio divino benefactor para los mortales. Su relación con Vesta no se debe sólo a su "edad" relativa, sino, como veremos próximamente, al paralelo de otra de las advocaciones de ella, como diosa-madre-tierra, propiciadora de abundancia, con la diosa Ops, esposa de Saturno.



sábado, 4 de junio de 2016

NERÓN Y BENITO PÉREZ GALDÓS

Queridos lectoras y lectores: hoy, mis personajes han vuelto a darnos plantón. Me han enviado una nota muy correcta, redactada por el secretario griego del tribuno, en la que, de parte de éste y en nombre de todo el elenco, aplazan su visita, porque en pocos días comienzan fiestas de guardar, de carácter religioso, y hay muchos asuntos que atender antes de que las fechas se vuelvan inhábiles para ello.            En su época, la primera mitad de Junio estaba ocupada por festividades, que iremos repasando conforme lleguen en el calendario; y que, por tener carácter oficial, hacían que se suspendieran muchas actividades ordinarias; así como que no se consideraran fechas a propósito para bodas, compromisos, cierre de tratos mercantiles, partidas de viaje o enfrentamientos militares. Por ello, mucha gente se afanaba en los días inmediatamente anteriores, para evitar que las fiestas dejaran sus asuntos en suspenso.
Hoy os traigo una visión de la Antigüedad desde la época contemporánea. La colección editorial "La Novela Corta", dedicó una obrita al escritor Benito Pérez Galdós a principios del siglo XX, y, para la portada, escogió un retrato del novelista con un libro en las manos. Si se mira éste con atención, puede apreciarse que se trataba de una biografía del "césar" Nerón, que gobernó en el siglo I después de Cristo (entre los años 54 y 68). El famoso gobernante romano aparece retratado de perfil, al estilo de los retratos oficiales de las monedas, ya que incluso se le rodea con lo que imita una gráfila (orla de puntos que, en este caso, simula rodear el anverso de una moneda o medalla). No obstante, se le representa al estilo tardío, con barba y cabellos rizados, y con un tocado, o "corona", parecido a un tipo de diadema que sólo se documenta en Numismática a partir del siglo III, unos doscientos años después de que viviera Nerón, que, en las monedas emitidas durante sus años de gobierno, siempre se retrató imberbe y con corona de laurel. Seguramente, más que al propio Nerón, el autor del diseño de la portada retrató a alguno de los "nerones" que desfilaron por los cuadros de los pintores historicistas del siglo XIX.
Benito Pérez Galdós y Nerón



jueves, 2 de junio de 2016

LA SUEGRA, EL YERNO Y LAS CUATRO ESQUINAS DEL MUNDO

Agua, hiedra y madreselva (T. Piquet, 2016)

ADDENDA GEOGRÁFICA

Hacia la hora convenida para la llegada de mis personajes, oigo unas voces que se acercan al Presente. Discuten con acritud. Una es la voz de Prisca, y la otra, una voz de hombre que me resulta vagamente familiar.
- ¡Por fin llego, hijita! - me dice Prisca a modo de saludo, echándose sobre los hombros el manto ligero con el que se cubría la cabeza - Tardísimo, pero es que no he tenido más remedio que traerme a éste - añade, con un gesto de disgusto, señalando a su yerno.
- Querida suegra: - empieza a decir él, que viene de punta en blanco, de uniforme - es al contrario. Soy yo el que te traigo a ti, porque he recibido órdenes de no perderte de vista, ni de oído -
- ¿Qué es eso de no perderla "de oído"? -
- Te saludo, ¡oh ilustre amiga y descendiente! - me dice, muy pomposo - Eso quiere decir que tengo que estar al tanto de todo lo que mi querida suegra va diciendo por ahí; y tener cuidado de que no se vaya de la lengua sobre ciertas cosas que conciernen a la investigación de un crimen -
- ¡¿Pero por qué cotilla de quinta clase me habéis tomado?! - protesta Prisca, ofendida - Que soy plebeya pobretona, pero tengo mi dignidad -
- Nadie lo pone en entredicho - el yerno trata de sonar conciliador - Todos te guardamos el respeto debido a una anciana matrona, madre de legionarios caídos luchando por la Respublica, sabia por lo venerable de tus años,... -
- ¿Me estás dando coba? ¡Lo único que me faltaba ya esta tarde!,... que quieras hacerme creer que te tengo pegado a mis talones, como si fueras una sombra postiza, para hacerme honores,... -
- No, suegra, pero ... -
- Nada de peros, ni de alabanzas. Te las guardas para cuando me vaya de julepe con el barquero,... o mejor, para cuando decida venir a visitarte desde el más allá y no dejarte dormir en paz, ¡mal yerno!... ¡Ay, hija!, no te imaginas lo mal que me lo está haciendo pasar esta caterva de pechos de lata. Me han prohibido salir sola de casa.
- Pero, suegra, que son mis órdenes. Que si te dejo andar por ahí a tu antojo, me caigo con toda la impedimenta -
- ¡Tonterías! -
- ¡Qué más quisiera yo que lo fueran! Lo que yo querría es estar en mis cuarteles, ocupándome de mis faenas,... -
- Haciendo el vago, querrás decir. Que te conozco, Cayo -
- Trabajando, suegra. Que soy asistente de ... -
- Todo el mundo lo sabe ya. Hasta a los partos, allá por los confines del Asia, les debe haber llegado la voz, so lenguaraz. Si te pusieras al servicio de la divina Fama, la diva no necesitaría trompetas. Tú eres es el que tendría que llevar sombra postiza con buenas orejas, para que alguien pudiera controlar lo que largas por las cuatro esquinas de todas partes... Y la cotilla soy yo. ¡Acabáramos! -
- Ahora que mencionas Asia,... - intento aprovecharlo para cambiar de tema - Voy por el globo terráqueo y os enseño donde viven los nuevos lectores -
Pongo el globo sobre la mesa. Prisca toma asiento con la naturalidad de la que ya se ha vuelto costumbre, pero su yerno se acerca mirando fascinado el objeto que no ha visto nunca. Lo hago girar con un toque del índice, y el legionario tiene que hacer un gran esfuerzo para contener una exclamación de asombro.
- Bonito, ¿verdad? - le ofrezco una salida digna a su estupefacción.
- Mucho, mucho - dice, sentándose en la silla que le señala su suegra.
- Cierra la boca, Cayo, que pareces tonto - le dice Prisca, en absoluto compasiva.
El hombre carraspea y finge estudiar con atención la bola, frunciendo el ceño.
- Estos redondeles de colores, ¿qué señalan? - dice al cabo de un momento, con alivio por poder hacer una pregunta atinada, que espera que me de pie para satisfacer su curiosidad.
- Señalan los lugares donde viven nuestros lectores, sobre el mapa. Porque esto es un mapa del mundo -
- ¡Ah! Muy original. Pintado sobre una bola -
- Es que, a lo que parece, en estos tiempos modernos, la gente se cree que el mundo viene a ser redondo, como una especie de pelota - le dice Prisca.
- Es que el mundo es redondo, suegra - le replica Cayo.
- ¡Ja! Y eso ¿quién lo dice? Un griego de cuyo nombre no me acuerdo y cuatro excéntricos más -
- No. Lo dice también nuestro tribuno, que es un hombre muy sabio, ha leído muchísimo y ha viajado más todavía. Y mi superior también, que ya sabes lo listo que es -
- Ese aspirante a héroe es joven todavía para ser sabio -
- Pero es un hombre muy instruido, y también lee mucho -
- El caso es que, hoy en día, estamos seguros de que el mundo es redondo. Y exactamente así, como se representa en esta "pelota" -
El yerno exhibe una sonrisa triunfante y dice, tras echar otro vistazo al globo terráqueo:
- Y a mí que me parece que aquí hay más tierras de las que nosotros teníamos idea -
- Sí. Los descubrimientos geográficos se fueron sucediendo y, con los siglos, vuestros descendientes fuimos dibujando mapas del mundo cada vez más completos y precisos -
- ¡Aaah!,... Nosotros ya éramos buenos en eso de dibujar mapas, ¿eh? -
- Bueno, niña, que si sigues dándole hilo a este tarugo de uniforme, se nos pasa la tarde. Y, te recuerdo Cayo que tenemos toque de queda, así que, como no estemos de vuelta a la hora convenida, se nos presenta media legión a buscarnos. A ver, ¿dónde quedan esos sitios que me dijiste ayer? -
- Aquí - coloco un círculo adhesivo sobre el globo - En los Países Bajos, también conocidos entre nosotros como Holanda. En vuestros tiempos, estaban en la frontera norte de la Gallia Belgica, y se consideraban parte de la Germania. Algo después, sus tierras al sur del curso y la desembocadura del Rhin, vuestro Rhenus, pasarían a ser la provincia romana de Germania Inferior. Así que lo que hoy es Holanda o Países Bajos, entonces era Germania, al Sur del río, romana; al Norte, germánica. Y el río se mantuvo durante siglos como frontera -
- Es un río muy práctico: ancho, profundo y con mucho caudal - dice el yerno, con tono de conocimiento de causa.
- ¿Tú has estado a orillas del Rhin? - le pregunto.
- Pues claro que sí - hincha el pecho - Con el divino Julio César, que está entre los dioses inmortales. Bueno, entonces todavía no, que estaba muy vivo. Yo era muy joven, apenas un recluta, pero lo recuerdo perfectamente -
- Sí, hijita. Este mequetrefe se alistó para irse detrás de César a las Gallias, justo después de engatusar a mi pobre hija y comprometerse con ella. La dejó más plantada que un lirio en maceta, y con un disgusto, que yo creí que se me moría de pena, todo el día suspirando y preocupándose por si este mal hombre estaría bien, o si volvería entero, o si, siquiera, volvería - dice Prisca echándole una mirada terrible a su yerno, que simula no darse cuenta.
Para cambiar de tema, me pregunta:
- ¿A qué lado del Rhenus viven los lectores? ¿son ambivaritos, téncteros, bátavos, tungrios, suevos? -
- El lugar exacto donde viven tendrán que decírnoslo ellos -

Queridos lectoras y lectores: los nombres que Cayo menciona son los de tribus germánicas que habitaban la zona de los cursos bajos del Rhin y el Mosa a mediados del siglo I antes de Cristo, momento de los primeros contactos entre romanos y germanos en esta parte de Europa. Como en el mismo caso en el resto de los territorios europeos, la designación de germanos era genérica, ya que los territorios de la Germania estaban habitados por numerosas y diversas tribus.

- Tú, déjate de batallitas y deja a los germanos tener la fiesta en paz. Y tú, niña, aligera, que se nos hace tarde para regresar. A ver ¿dónde queda la India?, por Asia y más allá ¿no? - pregunta Prisca.
- Sí. Aquí - coloco el círculo adhesivo sobre el subcontinente indio - Más al Este de Persia y de la Bactriana, estaba lo que, desde algunos siglos antes de vuestros tiempos, se conocía como el reino de Chandragupta -
- Alejando Magno estuvo allí - dice Cayo, orgulloso de sus conocimientos de Historia.
- Y allí, y acá, y allá. ¿Dónde no estuvo ese culo inquieto? - añade Prisca.
- Sí, por los griegos de Alejandro conocemos lo que se sabía en el Mediterráneo sobre la India en aquella época; que no era mucho, pues los macedonios sólo contactaron con el reino que ocupaba una parte del valle del Indo. No obstante, por los mercaderes, muy activos en la Antigüedad, se podía saber que era un territorio muy extenso y variado, con un clima y unos paisajes muy diferentes a los europeos, del que provenían algunos de los artículos de lujo más codiciados de la época. De India procedían en origen tejidos, incluidas las sedas de China, marfil, especias, tintes, perfumes, oro, perlas y piedras preciosas, que llegaban, primero por barco hasta Arabia, y desde sus costas del Sinus Persicus (Golfo Pérsico), por tierra hasta Antioquía, uno de los grandes mercados redistribuidores del Mediterráneo Oriental. Otra ruta, más larga, cruzaba el Océano Índico hasta el Sur de Arabia, y, desde los puertos del Sinus Arabicus (Mar Rojo), por las tierras de los nabateos, llegaba al otro gran mercado, Alejandría, en la desembocadura del Nilus (Nilo) -
- ¡Vaya! Así que todas esas cosas venían desde tan lejos - dice Cayo - Pues sí que era un viaje largo -
- Y peligroso: las tormentas y los piratas en el mar; el calor abrasador y los bandidos en tierra,... -
- Con razón eran tan caras - cabecea Cayo.
- Bien, lumbreras, pues ya que lo has descubierto, levanta el campo, que nos tenemos que volver a casita, donde seguro que ya nos estará esperando alguien de la superioridad, cruzado de brazos y con cara de malas pulgas - dice Prisca, levantándose, echándose el manto por la cabeza y echando a andar a toda prisa - ¡Hasta pronto, niña!,... si éstos me dejan... ¡Cayooo! -
Su yerno se despide con un gesto y corre tras ella.

Como el calor está empezando a dar avisos de que el verano se acerca, os traigo una imagen refrescante y todavía primaveral de mi jardín.




LAS CALENDAS DE LAS HABAS Y UNA DIOSA EN LA PUERTA

Puerta de una casa elegante

JUNIO

Junio era el mes dedicado a la gran diosa Juno, aunque, sus fiestas principales no se celebraban hastas las nonas de Julio, como veremos en su momento. Por otra parte, como a su par, Júpiter, le estaban consagradas fechas señaladas en cada uno de los meses del año: a ella, las calendas, y a él, los idus. 
No obstante, el primero de Junio era conocido como las "calendas de las habas" (kalendae faboniae), pues era tradición comer estas legumbres en honor de la diosa Carna, cuya fiesta, conocida como Carnaria, se celebraba ese día.

Si Juno, la titular del mes y de todas las calendas, era una de las grandes divinidades latinas, Carna era una diosa menor. Esto no quiere de decir que no tuviera importancia, ni que nuestros antepasados consideraran que sus atribuciones no eran relevantes, sino que, en su caso, su campo de actuación se restringía al ámbito puramente doméstico. La celebración de las Carnaria era estrictamente familiar, y con ella, cada familia hacía honor a la tradición de venerar a la divinidad protectora de los quicios y los goznes de las puertas; la responsable, por tanto, de velar por la seguridad y salubridad del hogar y sus miembros.

Carna era una de las divinidades menores, que, a modo de delegadas del dios mayor Jano, velaban por las puertas de todos los domicilios romanos. Era, como Jano y el resto de sus "delegados" domésticos, una divinidad muy antigua, puesto que su nombre se documenta como Carna, Crana o Cardea. Asimismo, la existencia de referencias tanto a Cardea como a Carna apunta a una identificación remota de dos divinidades distintas: la "delegada" de la puerta y la encargada de velar por la última etapa de la maduración de cereales y frutas, del engorde del ganado, y de la buena salud de los órganos vitales humanos.

Era Carna divinidad menor, pues, pero de gran importancia para nuestros antepasados, que mantenían la tradición de ofrecerle en las calendas de Junio un buen plato de puré de habas con tocino.
- Que es, de toda la vida, la comida que más alimenta -
- Bienvenida, Prisca -
- Yo también te saludo, bonita,... Y a los lectores, anden por donde anden, que ya me he enterado que casi por todas partes, ¡¿eh?!, no vayáis a creer que porque soy vieja no me entero yo de las novedades -
- Cierto. Se han unido a nuestra audiencia lectores de los Países Bajos y de India. Pero hoy no vamos a poder hablar de estos lugares, porque son las calendas de las habas. Así que de habas va esta entrada, y mañana volveremos sobre el globo terráqueo -
- ¿Entrada?, querrás decir, puerta, porque Carna es la señora de los quicios y los goznes de las puertas -
- Ya te explicaré eso otro día -
- ¿Y qué quiere decir que un país es bajo? -
- Pues que las tierras son muy planas y apenas hay elevaciones en el terreno,... vamos que no hay ni cerros, ni colinas, ni montañas como las que tú conocías en el Lacio y la Hispania Ulterior -
- ¡Ah! Comprendo -
- Bien, entonces hablemos de las habas para Carna -
- Y para nosotros también, guapa. Que la ofrenda se hace, pero los que comemos somos nosotros.Verás, bueno, veréis, modernos. La tradición manda que para que la divina Carna proteja a todos los habitantes de la casa, en las calendas de Junio, o sea, tal día como hoy, se prepare una buena comida a base de puré de habas con tocino, y se le aparte una generosa ración a la diosa. Así aseguramos la casa, la salud de la familia y, si nos dedicamos al campo, la salud y el buen engorde del ganado, y que acaben de madurar con bien las frutas, las hortalizas y el grano -
- Muy completita, Carna -
- Como todas las divas romanas, ¡faltaría más! - dice Prisca con un punto de orgullo.
- Por supuesto - le digo, para congraciarme con ella y que nos de la receta - Nuestros lectores, y sobre todo, algunas lectoras, muy aficionadas a la cocina, estarían encantados de que nos dijeras cómo se preparaba esa comida tan tradicional -
- ¿Es que ya nadie sabe hacer un puré de habas? ¡Qué tiempos éstos! En fin, que no se diga que no me presto a echar una mano a los descendientes,... A ver si así van volviendo a comer bien, que si éste tiene que ser un año especial para las legumbres, será porque cada vez se come peor,... ¡Qué cosas, hijita! En unos tiempos en los que parece que se puede comer de todo,... en los que, en los mercados que decís "más-que-mercados", hay viandas a rebosar de todas clases, pues se come siempre lo mismo y mal,... -
- No nos riñas, Prisca. Si te pedimos las recetas es porque hay gente que no sólo sabe comer bien, sino que también se interesa por la cocina tradicional, incluso por la más antigua -
- Bien. Que conste que lo hago por que se coma bien, ¿eh? -
- Sí, eso. Piensa que somos una especie de nietos adoptivos tuyos,... -
- Muchísimos, demasiados... Y espera, que eso de la adopción es una cosa muy seria. Nada de frivolear con ello -
- Te lo prometo -
- Bien. Vamos a la cocina, y preparamos el puré de habas -

Queridos lectoras y lectores: no creo que os tenga que describir la cara de Prisca cuando le he sacado un paquete de habitas congeladas; así que os ahorro también toda su retahila de reconvenciones por lo comodones que nos hemos vuelto los modernos. No obstante, sí le ha parecido que, aunque no le hace mucha gracia encontrárselos escarchados, lo de la "caja fría" es una buena forma de poder tener habas y guisantes frescos en cualquier momento del año.
- A ver, los amantes del cucharón de palo, poned atención, porque no repito. Se cuecen las habas. Si son del campo, se sacan antes de la vaina. Si son de "caja fría", se sacan de la especie de odrecillo de colorines. Que todo hay que decíroslo... Para cocerlas, agua con sal. Nunca conviene que cuezan mucho rato, porque pierden toda la gracia, pero, como hoy son para puré, si se os pasan un poco, pues no pasa nada. Cuando estén listas, se cuelan, se dejan enfriar un poco y se les quita el hollejo. Después se machacan en un buen mortero, añadiéndoles una pizca del agua de cocerlas si se os queda muy seco. Lo de toda la vida es así, sin más, aunque luego cada matrona le pone su toquecito particular; porque la diosa, que es santa a no poder más, nunca protesta por su puré, pero en la familia siempre hay alguien que viene con requisitos. Así que se le puede añadir apio, cortado fino; un chorrito de aceite, de oliva, ¿eh?; huevos duros picados; o unas gotas de vinagre; y acompañarlo con pan frito, como decís vosotros, picatostes -
- ¿Y el tocino? -
- Pues se saltea en trocitos y se come con el puré. Para esto también hay gustos. La tradición dice que, para que Carna tenga a bien espantar las influencias malignas que se acerquen a la puerta de la casa, con la ramita de espino blanco de Jano, hay que sacrificar una puerca, y usar ese tocino fresco para la ofrenda; pero eso sólo lo pueden hacer los que siguen viviendo en el campo, o a las afueras de la ciudad, y tienen puercos en el corral. Los demás, pues vamos a la carnicería y lo compramos. Así que, se puede usar tocino fresco, salado, panceta o recortes de pierna curada. Yo, por mi parte, para comer con las habas en puré, prefiero la panceta, bien churruscadita. Cuando las preparo enteras, fuera de las calendas de Junio, claro, prefiero los recortes de pierna -
- ¿Y el tocino? -
- Para los guisantes -
- A Carna le da lo mismo, ¿no? -
- Pues sí. Ella nunca se queja, bendita que es... En habiendo algo de buena pringue de puerco para acompañar el puré, para ella todo está bien -

Queridos lectoras y lectores, si nos animamos a probar el plato principal de las antiguas calendas de las habas, ¡que nos aproveche!,... Y ya sabemos de dónde viene nuestra afición a las habas con jamón, pues el jamón era entonces perna (pierna, pata, en este caso, del cerdo).

Para ilustrar esta entrada, os traigo un fragmento de una bella pintura al fresco, en la que puede verse la representación de la puerta principal de una casa, procedente de las paredes de una villa romana (Boscorreale, Italia), que se conserva en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (USA).