lunes, 14 de mayo de 2018

CITA LITERARIA

Escudo del Excmo. Ateneo de Sevilla (España)/T.Piquet/2018
Queridos amigos y lectores:

Mis personajes y yo estamos encantados de comunicaros que el próximo día 13 de junio, miércoles, tenemos una cita literaria en una de las entidades culturales más veteranas y con más solera de Sevilla, el Excmo Ateneo.
La Docta Casa nos invita, nos abre sus puertas y nos acoge, en una tarde para la literatura, para hablar sobre "Caballos de octubre", sobre la novela histórica y sobre la época en la que transcurre la acción de la obra.
Ya os iremos facilitando más detalles, pero, de momento, podemos adelantaros que tendremos por presentador al Catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla, el Dr. D. José Beltrán Fortes. Acostumbrado a las presentaciones de autores y libros, por compaginar su actividad docente con la dirección de la editorial universitaria (EUS), esta vez va a verse inmerso, junto con el público asistente, en el mundo novelesco y en esta peculiar visión sobre la época en la que vivieron mis personajes.
Aunque en los próximos días seguiremos informando y publicaremos las correspondientes invitaciones, apuntad ya la fecha en vuestras agendas y calendarios, porque os esperamos.

La Giralda (Sevilla, España)/T. Piquet/2018

- ¡Eia! Allá vamos otra vez, ¡por los cordones de las sandalias de Mercurio! -dice, en tono de protesta, el centurión Curcio.
- No te quejes tanto, hermano, que esta vez volvemos al sur, a la linda Hispalis - le dice el centurión Martino, el oficial más guapo de todas las Hispanias.
- Calla, zascandil, y ve liando el petate,... que no quiero que nos hagas esperar como de costumbre - le regaña el primipilo Cornificio.
- Entonces, ¿puedo darles a mis hombres la buena nueva de que nos vamos a pasar una temporadita en Hispalis? - le pregunta Martino, con un tono lisonjero.
- ¡Cobista! - le gruñe Cornificio - Les das la orden, y ojito con que se alegren demasiado y armen jaleo en los barracones.
Martino, exultante, sale corriendo hacia el pasado y, en su apresuramiento, tropieza con Sereno, que acaba de llegar.
- ¡Coño! ¡Martino! ¡Mira por dónde vas!
Martino sigue corriendo, despidiéndose de su amigo con un gesto que quiere ser, a la par, saludo, disculpa y explicación de su desbocada alegría.
- Ese pollo ya está haciendo cálculos de lo que va a ganar en las timbas de dados del puerto de Hispalis - dice Cornificio con una sonrisa torcida - Sereno, niño, ya sabes, a controlar a tu amiguete, para que no vuelva a meterse en líos como la última vez que estuvimos por allí.
Sereno levanta la mirada al techo y suspira con estoica resignación.
- ¿Podemos decirles a nuestros lectores que en la serie también hay episodios que tienen lugar en Sevilla, la antigua Hispalis? - le pregunto a nuestro personaje narrador.
- Puedes - me responde en su escueto estilo.
- Pero me temo que no me vas a dejar adelantarles nada...
- Supones bien. Tendrán que esperar a que pasemos al latín moderno mis comentarios correspondientes.
- Y será por riguroso orden de fecha, como mandan los cánones - añade Cornificio.
- ¿Hubo mucho trabajo en Hispalis?
- ¡Por Cástor y Pólux y toda su parentela! ¡Nosotros siempre teníamos mucho trabajo allá a donde nos destinaban! - ruge Cornificio.
- No te molestes... A lo que me refería es si o enfrentasteis a casos criminales fuera de lo común, además de a vuestro trabajo habitual.
- Pues sí - me responde Sereno en su lugar.
- ¡Sí, sí que los tuvimos!... y por esos dichosos "casos fuera de lo común" recorrimos las vías entre el norte y el sur demasiadas veces - relata Cornificio.
- Sembraditos dejamos esos caminos con las tachuelas de nuestras caligas,... con eso te lo digo todo, bonita - remata el centurión Canuleyo.

Las imágenes que ilustran esta entrada, el escudo heráldico del Excmo. Ateneo de Sevilla y una vista poco usual de la torre-campanario de la Catedral de Sevilla, la Giralda, son fotografías mías, tomadas este mismo año.
Por si alguien se lo pregunta, no, mis personajes nunca pudieron conocer la Giralda, que fue construida en la Edad Media, más de mil años después de que ellos estuvieran en Hispalis (que era el nombre antiguo de Sevilla).

domingo, 6 de mayo de 2018

SÉPTIMA LANZA


Pegaso (fragmento de mosaico romano) (T. Piquet/2017)
 Queridos lectores:
¡Ya tenemos "séptima lanza"! Hoy rompe una lanza por "Caballos de octubre" nuestro buen amigo José Ramírez. Aquí os dejo la reseña que nos ha enviado por correo electrónico: 

<<He tardado mucho en escribir estas pocas líneas para unirme al grupo del blog de Teresa Piquet porque el entusiasmo por un trabajo no suele facilitar la escritura de una reseña ponderada, que en definitiva es lo que puede interesar al lector. Sin embargo, creo que a estas alturas puedo emitir un juicio más acertado de esta novela, que resulta en un primer momento desconcertante por los diferentes géneros que toca, desde la novela histórica a la novela negra o de intriga.
Caballos de octubre nos conduce a la época en que las legiones romanas, en este caso la Décima, avanzaban en la romanización de Hispania, durante el gobierno de Augusto. Sin embargo, no se trata de una novela histórica al uso, sino de una muy buena novela negra, en que las pesquisas de A.M. Sereno Celso para encontrar a los responsables de varios asesinatos nos conducen a conocer la vida de una legión romana acuartelada, y el avance en el proceso de romanización de Hispania durante la época previa al comienzo de nuestra era.
Ésta es una novela que he regalado en varias ocasiones, en alguna a personas con experiencia en la vida militar, y uno de los aspectos que más les ha sorprendido es la precisión del relato de la vida cotidiana en un cuartel, de la actividad en un recinto castrense. La descripción de los momentos vacíos, del tedio de los soldados, que da paso a períodos de actividad extrema, el respeto reverencial de los soldados por los mandos que comparten sus penurias, la preocupación obsesiva de muchos de ellos por las provisiones y los vinos que pudieran disfrutar…todo ello parece el resultado tanto del cotejo de muchas obras clásicas en que se describen los ejércitos romanos (Julio César, Tito Livio, Polibio, Apiano…) como del conocimiento del período histórico tratado a través de su cultura material y posiblemente del trato con personas con experiencia militar.
El conocimiento histórico exacto del período que describe no nos conduce, por otro lado, a aburridas interpolaciones que pudieran ahuyentar al lector, sino a la reconstrucción, a través de montones de detalles, de una época histórica crucial para la península Ibérica.
El personaje creado por la autora, el centurión A.M. Sereno Celso, tiene muchas virtudes para convertirse en una referencia de la novela de intriga. Su capacidad de observación, su cínica, pero no encanallada forma de tratar con sus compañeros y con sus superiores, la combinación de detalladas investigaciones con momentos de combate muy intensos…augura nuevas entregas muy interesantes.   
La importancia del cuidado de los caballos ha sido siempre vital para los ejércitos que han combatido en España, de hecho es una de las razones por las que las maestranzas de caballería estuvieron hasta bien entrado el siglo XIX comprando caballos -muchos en Marruecos- y cuidándolos con sumo cuidado. La corrupción en la administración de un bien tan preciado estuvo muy presente en aquella época, como podemos observar en la novela.
La traducción al inglés marcha por buen camino, y espero que en un año el público inglés y norteamericano pueda tener y disfrutar de esta obra.>>

José Ramírez del Río es Profesor en la Facultad de Filología de la Universidad de Córdoba (España), donde se está traduciendo "Caballos de octubre" al inglés. Y fue él quien tuvo la amabilidad de presentarnos ante el público cordobés, cuando hicimos la presentación de la novela en la Biblioteca Viva de Al-Andalus, como se puede leer en la crónica que publicamos aquí en el blog.

 Y a Córdoba te enviamos nuestra lanza con cariño y agradecimiento, estimado Pepe. 
Templo romano de Córdoba (España) (T.Piquet/2017)

- Córdoba es Corduba, supongo, queridita - me dice el tribuno Galo, que entra desde el jardín, cargado de ramitas y hojas - Que sepas que los mirlos tienen ya otra nueva nidada... Voy a dar orden de que te vuelvan a cubrir las tinajas, para que no se te ahoguen en ellas los pollitos cuando salten del nido dentro de unos días...
- Sí, es Corduba, la antigua capital de la provincia romana de la Hispania Ulterior. ¿Vosotros también estuvisteis allí?
- Pregúntanos mejor dónde no estuvimos, y acabaremos antes - me responde el primipilo Cornificio.
- Los lectores ya se van dando cuenta de que no os gusta mucho charlar...
- Hablar, lo justo y lo preciso - dice Cornificio.
- Y yo, - añade nuestro narrador, Sereno -, prefiero ponerlo por escrito.
- Pues no me dais mucho juego que digamos para el blog, queridos.
Los dos se encojen de hombros, mientras que el más hablador, el tribuno Galo, hace rato que ha dejado de hacernos caso, absorto en clasificar las plantas que ha recogido en el jardín.
- ¿Tuvísteis algún crimen que resolver en Corduba?
- Tuvimos - responde, lacónico, Sereno.
- Tuvimos, tuvimos,... - Cornificio cabecea, echando miradas de reprobación a Sereno - Yo sí que tuve que emplearme a fondo para meter a esta caterva de descontrolados en cintura.
- ¿Qué pasó?
- De todo.
- ¡Menuda explicación, querido! ¿No podrías ser algo más explícito?, ¿o darnos algunos detalles?
- No y no.
- ¿Secreto de sumario?
- Algo similar,... y tú, - añade, echando una dura mirada a Sereno - ni se te ocurra abrir la boca. Ya bastante escribiste en aquellos días, jodío... ¡Y menuda nos cayó encima de resultas!
Sereno se mantiene en silencio y baja la mirada.
Lo intento de otra forma, recurriendo al tribuno:
- Y tú, Galo, ¿no podrías contarnos a los lectores y a mí algo sobre lo que pasó en Corduba?
- ¡Muy bonito! - me gruñe Cornificio - Como no consigues lo que quieres de nosotros, subes peldaños en el escalafón. 
- ¿Galo?
- Os he estado escuchando. Que esté muy atento a clasificar las plantas, para ir conociendo las del Nuevo Mundo que se han adaptado a nuestros climas, no quiere decir que me haya quedado sordo.
- ¿Podrías, entonces, contarnos algo de lo que os sucedió en Corduba?
- Podría... Nuevo Mundo, Viejo Mundo, Nuevo Mundo, Nuevo Mundo, Viejo Mundo - enumera, mientras va colocando las diferentes hojas en dos montoncillos.
- ¿Y bien?
- Podría, bien cierto es, si fuera alguno de vosotros tan amable de decirme a qué año he de remontar mi memoria, pues fueron varias las ocasiones, en años distintos, en las que nuestro deber nos llevó a la simpar ciudad del Betis, donde tuvimos que afrontar complejas circunstancias que pusieron a prueba nuestra prudencia, nuestro valor, nuestra inteligencia e incluso nuestra paciencia.
- Acabo de llegar y ya me he perdido - suspira, con resignación, el centurión Curcio.
- Aquí, su autoridad, que quiere que le recordemos en qué años estuvimos de servicio en Corduba - le aclara Cornificio.
- ¿Y para eso tanto discurso? - resopla Curcio - Pues a ver... La primera vez fue a poco de jubilarse Gladiolo y...
- No, hermano, no; Gladiolo no se había jubilado todavía - le dice Cornificio.
- Que sí... ¿No te acuerdas ya de la que montamos en su despedida? - se ríe Curcio.
- ¡Sí, joder! ¡Despedidas como aquélla, pocas!
- Pues el día antes nos había llegado de Corduba la orden para enviar al destacamento.
- ¡Qué va!
- Te estás haciendo viejo, hermano mayor, y ya no te acuerdas. Fue por lo de la despedida de Gladiolo por lo que pusimos a éste - señala a Sereno -, que era el más nuevo, al frente del destacamento que iba a Corduba, prestar servicio en la pretura.
- Que no.
- No te encabezones, que sí, que todos los viejos nos queríamos quedar en Cecilia para celebrar la despedida del contubernal... Y largamos a los niños a los servicios fuera: a éste, a Corduba; al guapito de su amigo Martino, a fortines; y al otro, a la guardia del puente.
- Que te digo que no,... que eso fue así, pero el año antes... El que se está haciendo viejo eres tú, hermano Curcio.
- A los dos os falla la memoria, hermanos mayores - les dice Sereno -; aunque ambos tenéis parte de razón: Gladiolo se jubiló por entonces, pero el año después de nuestro primer caso en Corduba... Y, efectivamente, a los tres centuriones más jóvenes nos tocó hacernos cargo de los servicios fuera de Cecilia... Y a mí, volvió a tocarme Corduba.
- ¡Sí, por las sandalias de Mercurio, qué tienes razón, hermanito! - exclama Cornificio - ¡Qué los dioses te conserven esa jodía buena memoria!
- ¿Y por qué, después de la que se lió la primera vez, volvimos a mandarte a ti a Corduba? - se pregunta Curcio.
- ¿Porque ya no nos acordábamos? - le pregunta Cornificio con socarronería.
- Porque nadie quería ir, y yo me presenté voluntario - responde Sereno.
- ¿Tan mal estaba la cosa? - pregunta Curcio.
- Peor, hermano, peor - responde Cornificio, arrugando el ceño mientras recuerda los hechos.
- ¿Nos podéis contar algo? - les pido, mientras saco café, vino dulce y pastas.
El repentino silencio me hace temer que se hayan marchado sin despedirse, pero, cuando me asomo por la puerta de la cocina, siguen allí. Todos con el ceño fruncido, incluso el tribuno Galo, que ha dejado de contabilizar las hojas del jardín.
- ¿Y bien?
- Vas a tener que esperar a que toque verter al latín moderno los comentarios del informe de Sereno - me dice el tribuno, muy serio - Y, ahora, creo que sí que nos vamos a tomar esa copita de vino de pasas que veo que nos va a ofrecer tu amable hospitalidad, queridita - añade, haciendo una seña para que su asistente, que ha estado todo el rato entrando y saliendo del jardín con unas tijeras de podar para seguir acopiando hojas y ramitas, me coja la bandeja de las manos y se ocupe de servirles el vino a él y a los centuriones.
Todos se beben la primera copa de un trago y tienden a la vez los vidrios para que el asistente vuelva a rellenarlos.
- Está muy bueno - dice Curcio -, pero creo que necesitaríamos algo más fuerte.
- Pues, en esta casa, como no te bebas alguno de esos líquidos que se usan hoy en día para limpiar los suelos... - dice Cornificio.


Las imágenes con las que ilustro la entrada de hoy son dos fotografías mías del año pasado, tomadas en Córdoba (España):
- Fragmento de mosaico romano, con representación del caballo mítico Pegaso. Museo Arqueológico de Córdoba.
- Vista de los restos del templo romano existente en la calle Claudio Marcelo de la ciudad de Córdoba.