miércoles, 15 de junio de 2016

¿QUÉ ESCONDE VESTA EN LA DESPENSA?

El día 15 de Junio, con el último ritual de la limpieza del templo de Vesta, se acababan las Vestalia y se volvía oficialmente a la normalidad, considerándose pasado el período de días inhábiles, o poco propicios, por motivos religiosos.

El ritual consistía en que las vestales recogían la basura que se había acumulado desde el año anterior en la despensa (penus) del templo, - que se supone que habían estado limpiando a conciencia desde que se iniciaran las Vestalia -, y la arrojaban al río Tíber. Como el templo de Vesta era el hogar y el corazón de Roma, éste era un ritual de purificación "universal" para la ciudad y sus ciudadanos. Cuando el agua del Tíber se llevaba físicamente la suciedad de la despensa de Vesta, era como si se llevara también, más allá de lo material, la de todos los hogares de los romanos. Purificada, pues, a todos los niveles, la vida de la Respublica podía recuperar su ritmo ordinario.

La despensa del templo era la despensa simbólica de la Respublica y de la de todos sus ciudadanos, y en ella se guardaban las reliquias más veneradas de Roma, junto con los objetos necesarios para el culto de Vesta y para su "colaboración" indispensable en otros cultos.

Por lo que respecta a las reliquias, las principales eran unas estatuillas que, aparte de ser representaciones divinas, tenían el valor añadido de una antigüedad legendaria, pues se mantenía que había sido el héroe Eneas el que las había traído a Italia desde Troya. Una de ellas era el Palladium, pequeña efigie de Palas Atenea que, según la leyenda, la propia diosa había regalado a los troyanos como muestra de su favor. Según la versión griega de los hechos, durante la archifamosa guerra de Troya, Diómedes y Ulises robaron la escultura y la llevaron a la Grecia europea. Según la versión romana, Eneas consiguió llevársela con él al exilio tras la caída de la ciudad, y la tuvo consigo el resto de su vida, que, como todos los romanos sabían, sobre todo a partir de que el poeta Virgilio escribiera la Eneida, acabó en Italia. Las otras estatuillas eran las de los Penates, que, al parecer, Eneas también había conseguido ocultar a sus enemigos en su equipaje, y que, tras pasar, como el Palladium, por las ciudades latinas de Lavinium y Alba Longa, acabaron siendo los Penates de Roma y el pueblo romano tras la fundación de la ciudad por Rómulo. Junto con el fuego sagrado de Vesta, estas reliquias aseguraban la existencia, la seguridad, la prosperidad y la permanencia de Roma.
Eran las principales, pero no las únicas, pues en la despensa-relicario se guardaban también otros objetos revestidos de una mezcla de santidad y de leyenda, relacionadas con los dioses, los héroes troyanos y los etruscos. Dada que la sacralidad del recinto era tal que sólo se permitía el acceso a las vestales y al Pontífice Máximo, las conjeturas, sobre lo que albergaba en realidad la alacena más recóndita de la despensa de Vesta, hacían que fuera posible creer que allí, en medio del misterio y el polvo, - si era cierto que sólo se limpiaba una vez al año -, acababan todos los objetos que alguna vez tuvieron relevancia en los mitos y leyendas griegos, etruscos y latinos.

Por lo que respecta al culto, las vestales guardaban en la despensa algo que ellas mismas producían y que era indispensable en todos los sacrificios, - cualquiera que fuera la divinidad a la que se dirigieran -, la mezcla de harina salada conocida como mola salsa. Los sacerdotes oficiantes debían espolvorear esta mezcla antes de proceder al sacrificio, si no, éste no podía tener lugar de ninguna manera, pues era una parte imprescindible y fundamental del ritual. Su preparación por las vestales también se llevaba a cabo siguiendo un protocolo pautado y establecido por la tradición. Empezaban por triturar sal en un mortero; y después la cocían al horno dentro de un recipiente de cerámica (según algunos autores antiguos, se trataría de una olla corriente, sellada con yeso). Una vez cocida, enfriada y cortada, la ponían en una tinaja (dolium), donde la mezclaban con agua traída de una fuente o arroyo, para hacer una salmuera. Esa salmuera era la que se utilizaba para salar la harina y preparar la mezcla sacralizante, en los días previstos para ello. La mezcla debía hacerse con sal y harina del año, y sólo resultaba apropiada para los sacrificios hasta la próxima cosecha. El verbo inmolar, que nosotros utilizamos como sinónimo de sacrificar, lo que indicaba antiguamente era sólo la primera parte del ritual del sacrificio, cuando el animal-víctima era rociado con la mola salsa, o sea, consagrado a la divinidad mediante la inmolatio. No obstante, la mola salsa también era una ofrenda perfecta y muy común para sacrificios incruentos, ya que a los dioses romanos y latinos les satisfacían las primicias de la cosecha de cereales, en este caso, en forma de harina.
Junto a la salmuera y la mola salsa, las vestales guardaban también los suffimenta, que era otra mezcla sacralizante, necesaria en la celebración de la festividad de las Palilia, en Abril, y que ellas preparaban con ingredientes procedentes de sacrificios realizados a otras divinidades diferentes a Vesta, en concreto, a Tellus y a Marte. Durante la festividad de las Fordicidia, como ya os conté, queridos lectoras y lectores, se sacrificaban vacas preñadas en honor de la diosa-madre-tierra Tellus. Los terneros no natos se llevaban a la Regia, en cuyo altar la Vestal Máxima los quemaba protocolariamente, utilizando como combustible paja de la cosecha de habas. Una vez terminado el proceso, las vestales recogían las cenizas y las trasladaban a la penus del templo de Vesta, donde las guardaban para mezclarlas con las cenizas de su propio altar, y con la sangre y las cenizas de la cola de un caballo que se había sacrificado a Marte anteriormente. La mezcla de todos esos ingredientes, o suffimenta, la repartían las Vestales a la puerta del templo, al amanecer del día de las Palilia, cuando la gente iba a recogerla para usarla como elemento purificador en casas y granjas.

GLOSARIO
Vestalia - Fiestas en honor a Vesta.
Fordicidia - Sacrificio en honor a Tellus (para más detalles, ver la entrada correspondiente, en Abril).
Palilia - Fiesta en honor de Pales (para más detalles, ver la entrada correspondiente, en Abril).
Palladium - Efigie de la diosa Atenea/Minerva, en su advocación de Palas.
Penates - Dioses romanos del hogar. Esenciales en los cultos domésticos, e inseparables del de Vesta, ya que ella personifica al hogar "universal" de todos los romanos. Se les ofrecían las primicias de todos los alimentos, y, fundamentalmente, harina y sal. (Ya hablaremos de ellos con más detalle).
Penus Vestae - "Despensa" del templo de Vesta.
Mola salsa - Harina salada con salmuera preparada por las Vestales, para los sacrificios. Servía tanto como ofrenda, como para espolvorear con ella a las víctimas (inmolatio), consagrándolas antes de matarlas.
Suffimenta - Mezcla de cenizas recogidas del propio altar de Vesta con los productos de sacrificios dedicados a otras divinidades, que servía para realizar purificaciones en las Palilia.

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