MODA EN LA ANTIGUA ROMA

Escultura de matrona romana (N. Pagano, 1885)

LAS SANDALIAS SON PARA EL VERANO

En esta sección, el personaje masculino más elegante y los personajes femeninos, por separado, como dictaban las costumbres de su época, acercarán a los lectores a los usos y modas en el vestir y el arreglo personal, hablando con nosotros de ropa, calzado, joyería, peluquería y complementos.
Por aquello de "las damas primero", ilustramos esta página con el retrato de una matrona romana, y, para comentar su vestimenta, nos acompañan varias señoras que forman parte del elenco de mis novelas. Queridos lectoras y lectores: éstas son Matidia, Cintia, Mariola y Gabinia.
- Hablo en nombre de todas cuando digo que estamos muy contentas de estar aquí,... en el futuro,... porque estamos en el futuro, ¿no es eso? -
- Eso mismo, Matidia -
- ¡Qué nervios! - ríe Gabinia, recolocándose la estola.
- ¡Así que ibais a empezar sin mí! ¡Mira qué rápidas habéis estado para darme el esquinazo! -
- ¡Mamá! - exclama Mariola.
- ¡Ay, hija, que al final no conseguimos despistar a tu madre! - se queja Cintia.
- ¡¿Qué me cuentas, guapa?!, ¿pues no era la tuya la que tenía que darle conversación? -
- Sí, sí, si ya sabemos tu madre y yo, Cintilla, lo liantas que os estáis volviendo,... ¡malas hijas!... Cuando Domitilia y yo nos muramos volveremos como lemures, todos los días y todas las noches, para atormentaros... - amenaza Prisca.
- ¡Aich, Mamá! ¡Déjate ya de cuentos para asustar niños! -
- ¿Por qué no queríais que viniéramos?... Que sepas, Cintilla, bonita, que tu pobre madre se ha quedado en casa porque está fatal de las piernas, que si no, se hubiera venido conmigo, que ganas no le faltan de darse ella también una vueltecita por aquí. -
- Por esto, Mamá - le regaña Mariola - Porque no nos vas a dejar hablar tranquilamente con nuestra nueva amiga,... ¿o eres de verdad nuestra descendiente? -
- Tuya no, querida - tercia Matidia - Que te recuerdo que tu marido y tú no tenéis hijos... Pero quién sabe si mía,... -
- O mía - dice Gabinia.
- Bueno, bueno, nos os vayáis a despeinar como verduleras por ver quién es la bistatarabuela de ésta. ¡Vayan a saber los dioses! ¡Con todo lo que ha llovido desde que nosotras nos mudamos a estas tierras! -
- Eso se puede comprobar en el censo - dice Matidia levantando un dedo - ¿Dónde están archivados los censos hoy en día, bonita? -
- Me temo que, como dice Prisca, ha llovido demasiado desde entonces, y esos censos de los que hablas,... ni se conservan los de vuestros tiempos, ni se siguieron registrando de la misma forma de manera continuada -
- ¡Pero qué me dices!¡¿Cómo puede ser eso?!¡¿Qué funcionarios de quinta clase se han estado ocupando? - Matidia se exaspera.
- No le hagas mucho caso - me dice Gabinia por lo bajo - Es que su marido se presenta a edil en las próximas elecciones, y ella ya se está preparando para ser la perfecta esposa del candidato -
- Pues claro que sí. Reíros lo que queráis, malas pécoras. Pero pronto vamos a ser la primera clase de la colonia, así que tendremos que ir ensayando -
- Sí, ya, - ríe Prisca -, como actrices de comedia -
- Porque ya estás chocheando, Prisqueta, que si no, no te aguantábamos que nos insultaras de esa manera delante de nuestra nueva amiga -
- ¿Insultaros?, ¡venga ya! ¡Que unas habéis nacido en el Trastévere y otras en la Subura!... Y os mudáis a provincias y pretendéis ser más patricias que el divino César, al que los dioses tengan en buena compaña... Niñas, que las cornejas no se convierten en ruiseñores porque cambien de árbol -
Todas se ofuscan y enfurruñan, amenazando con marcharse.
- Tranquilidad, señoras, por favor. A ver, Prisca, ¿traes en esa canastilla tus labores? -
- Sí, traigo algo para hilar mientras hablamos -
- Pues coge tu rueca y te sientas en ese sillón, que vas a estar muy cómoda. Y ahí tienes una manta, para echártela sobre las rodillas y que estés calentita -
- ¡Ahá! Pues sí que es cómodo este "sillón"; ¡oooyyy!, ¡qué invento éste!,... es como una cátedra envuelta en un cojín enterizo... No parece difícil de hacer,... por un hombre mañoso, claro; que si me pongo a esperar a que tu marido haga algo parecido, ya puedo ir juntando para el pasaje de barcas,...-
- ¡Mamá! - le regaña Mariola.
- ¡Qué te dijimos!¡Con ella es imposible ir a ninguna parte tranquilas! - se exaspera Matidia - Es que no deja espantajo con cabeza,... -
- Pues ya os podéis ir haciendo a la idea, bonitas, porque si yo no hago el sacrificio, que Juno bendita me lo premiará algún día, espero... Pues eso, que si yo no hago el sacrificio de acompañaros, vosotras no vais a parte alguna. Es que - me explica a mí - las mujeres decentes tienen que salir de casa acompañadas,... y qué mejor compañía y vigilancia de su honestidad, que una proba anciana matrona, devotísima de Juno y de Vesta -
- El Can Cerbero con faldas - masculla Cintia. Y sus amigas sonríen con resignación.
- Bien, señoras, para inaugurar la sección dedicada a la moda de su época, ¿les decimos a nuestras lectoras, y lectores interesados, qué lleva puesto la dama del grabado? -
- ¡Sí! - todas asienten divertidas, menos Prisca, que cabecea con desaprobación.
- La primera impresión que seguramente dará a nuestros lectoras y lectores es que lleva varias capas de ropa -
- Por supuesto - dice Matidia.
- Empecemos entonces por la exterior, la más evidente: todos esos pliegues de paño que envuelven su figura, y con los que también se cubre la cabeza -
- Es la estola. ¿Ves?, igual que nosotras - Gabinia se levanta y da una vuelta sobre sí misma para que se vea bien la caída del paño de su estola.
- Yo sí, pero nuestros lectores no -
- Gabinia, bonita, que pareces tonta, ¿no te habíamos dicho ya que esos lectores y lectoras no están aquí, sino en alguna otra parte?... Eso, de todas formas, nos lo tienes que explicar mejor - añade Matidia, bajando la voz -, porque no acabamos de entender del todo como, si no son dioses, ni genios, pueden estar aquí, leyendo lo que tú escribes, y, a la vez, en otro sitio -
- Pues cuando os cuente en qué sitios... - ríe Prisca - Se os van a caer las horquillas del susto -
- Bueno, bueno, centrémonos, que tenemos que acabar la presentación de la página. ¿Qué se llevaba debajo de la estola? -
- La túnica - responde Mariola.
- ¿Dónde se ve en el grabado? -
- Ahí, por debajo de la estola,... los pliegues verticales que caen sobre los zapatos, - señala -, y, por arriba, en la parte del cuello -
- Entonces, la estola (en latín, stola) es una prenda de paño, con mucho vuelo, que cubre prácticamente de la cabeza a los pies, y que permite envolverse en ella -
- Sí, así, con elegancia - dice Gabinia, levantándose de nuevo, recolocándose los pliegues de la estola.
- Y la túnica,... aunque nuestros lectoras y lectores sí saben lo que es -
- Pues es una prenda enteriza, que lleva menos tela, normalmente de paño más fino. Se ajusta algo más al cuerpo y también llega hasta los pies - explica Mariola.
- Y lo elegante es, como se ve en ese dibujo, que el bajo descanse sobre los empeines, dejando a la vista la puntera de los zapatos - añade Cintia.
- Que no parece muy puntiaguda -
- No, nada de eso. Las punteras de nuestros zapatos se llevan redondeadas - explica Matidia - Aunque antiguamente, se llevaban apuntadas y vueltas hacia arriba, al estilo etrusco -
- ¡Uyy!, pero muy antiguamente, ¿eh?, que eso no lo he conocido ni yo de chica - dice Prisca.
- Pues os aseguro que muchos de nuestros lectoras y lectores creen que en vuestra época sólo se calzaban sandalias -
Hay una carcajada general.
- ¡Acabáramos! - resume Prisca - ¡Como si entonces no lloviera ni hiciera frío en invierno!¡Las sandalias son para el verano! -
- Y también para las que tienen feos los dedos de los pies - añade Gabinia, en tono de confidencia - Que algunas, para disimular los juanetes, no se ponen sandalias ni en plena canícula -

La ilustración es un grabado de Nicolás Pagano, procedente de la edición francesa, de 1885, de su Guía de Pompeya, y representa una escultura femenina hallada durante las excavaciones arqueológicas en dicha ciudad. Es algunos años posterior a la época de nuestras novelas, y, conforme a las inscripciones asociadas, se trataba de una dama llamada Eumachia.

2 comentarios:

  1. Estimada escritora; me ha encantado el curso a lo Channel de la moda romana.
    Una pregunta: ¿Tenían paraguas para lás jornadas lluviosas?

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  2. Estimado lector:
    Gracias. No sabía que te interesara tanto la moda,...
    Esto es sólo la presentación de esta página o apartado del blog. Seguiremos volviendo sobre estos temas, con las "honestas matronas" y con otros personajes que ya os iré presentando. Y Prisca,... bueno, ella seguirá haciendo lo que mejor le parezca,...
    El paraguas para la lluvia (esto es una redundancia, pues eso significa su nombre en español)es un invento muy moderno.
    A finales del siglo I a.C. sabemos que, en época de lluvias, se utilizaban sombreros y las capuchas de los diversos tipos de "capas" al uso. También sabemos que algunos tejidos y el cuero se impermeabilizaban engrasándolos. Y que, en el campo, los labradores y los pastores utilizaban fibras vegetales para confeccionar capas y gorros, cuya forma y utilidad no había variado hasta hace bien poco en muchos lugares rústicos de Europa. Ya iremos hablando de ello.
    Un cordial saludo,
    T. PIQUET

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