martes, 14 de noviembre de 2017

ELEGÍA PARA UNA GUERRA PASADA



Queridos lectoras y lectores:

Siguiendo con la tónica del mes de noviembre, mes dedicado a los difuntos, hoy tenemos un recuerdo para nuestros antepasados caídos en combate, con este bello poema fúnebre de Propercio:

“Tú, que te das prisa por escapar de mi mismo destino,
 soldado que llegas herido de las trincheras etruscas,
¿por qué vuelves tus ojos llorosos ante mis gemidos?
Yo soy compañero de vuestro ejército.
Qué tus padres puedan alegrarse de tu salvación,
 y mi hermana no se entere de lo sucedido por tus lágrimas:
Galo, que había escapado a través de las espadas de César,
 no se pudo salvar de hombres desconocidos;
 y por más huesos que encuentre en los montes de
Etruria, sepa que éstos son los míos”.

Guerreros muertos de una guerra del pasado. Sepultada la información, - sobre en qué bando combatió cada quien -, por la inmensidad de dos milenios de olvido, hoy son, simplemente, nuestros.

- Pero no era así en vuestros tiempos, ¿verdad, personajes míos?... Porque Propercio escribió sus obras en las últimas décadas del siglo I antes de Cristo…
- ¿Antes de Cristo?... Me he perdido… No consigo entender el calendario de los modernos… - se excusa el centurión Silvano.
- En cualquier caso – dice el tribuno Galo, después de que mi mirada les recorra a todos – Hace muchísimo tiempo,…
- No podéis saberlo – añade el aquilifer Prisco – Faltaban milenios para que ninguno de vosotros, los modernos, naciera.
- Pues aun así, los modernos hemos podido averiguar que este poema se refiere a la que vosotros llamasteis “guerra de Perusia”, que produjo un gran número de bajas, entre las que debieron estar los hombres que lo protagonizan; y que al César al que se nombra era el vuestro: César Octaviano. Y, por vuestras edades, todos estuvisteis allí.
- Ah, ¿sí? – disimula, sin mucho éxito, el centurión Canuleyo, mirando al techo, al igual que todos los demás.
- ¿Y bien, Sereno?
- Como escribiera otro poeta de nuestros tiempos, Vergilio Maro, ésos son “vestigios de una antigua llama”,… cuyos rescoldos no nos place revolver – responde nuestro narrador, desviando también la mirada.
El único que no lo hace es el primipilo Cornificio. Ante mi gesto de interrogación, me dice muy serio:
- Mejor no preguntes, Flaquilla.

NOTAS HISTÓRICAS, para lectores curiosos.
Guerra de Perusia – La ciudad de Perusia (hoy Perugia, Italia) y sus alrededores fueron escenario de una sangrienta campaña que enfrentó a los partidarios de César Octaviano (años después conocido por el nombre de Augusto o César Augusto, con el que pasaría a la posteridad)…
- Inmortalidad, Flaquilla, inmortalidad… Pues que todavía le recordéis y sus logros se sigan registrando en los libros de la Historia, es el mejor ejemplo de su inmortalidad – me interrumpe el tribuno Galo.
- ¿Puedo seguir?
- Sigue, sigue. Tienes mi venia, hijita.
- Gracias, tribuno… Como os decía, queridos lectores, los partidarios de César Octaviano se enfrentaron con los de la familia Antonia, encabezados por el cónsul Lucio Antonio (hermano del triunviro Marco Antonio, colega de Octaviano en el reparto del poder tripartito entonces vigente en Roma y sus provincias), debido a las grandes diferencias existentes entre ambas facciones del que, en principio, había sido el mismo “partido”, el encabezado por el fallecido Julio César. Esta campaña fue una más de las que sacudieron Italia y el Mediterráneo central y oriental, en un estado de guerra civil casi continuo, entre el asesinato de César (año 44 antes de Cristo) y el año en que comienza la acción de nuestras novelas (año 30 antes de Cristo).
Etruria - Región del centro-norte de la península italiana.
Propercio – Sexto Propercio fue un poeta latino, que vivió en la segunda mitad del siglo I antes de Cristo. Más conocido por su poesía amorosa, no ha llegado a alcanzar entre nosotros, “los modernos”, la fama popular que, en el mismo campo, obtuviera su contemporáneo (aunque algo más joven, y más longevo), Ovidio. Este poema, no obstante, es una buena muestra de su gran calidad lírica y de que, si quería, podía escribir versos sobre cualquier tema.
Vergilio Maro – Más conocido entre nosotros como Virgilio, y considerado el más grande de los poetas de su tiempo. Fue famoso en vida, durante la segunda mitad del siglo I antes de Cristo; e inmortal entre las numerosísimas generaciones posteriores a la suya.

(Esta versión española del poema de Propercio es una traducción de Antonio Ramírez de Verger - de Elegías, I, 21-, para la colección Biblioteca Básica de la editorial Gredos).
La imagen que ilustra la entrada ya la conocéis de otras entregas anteriores: es el Marte de Todi, oportuno por tratarse del dios de la guerra latino, y por ser una escultura de bronce etrusca, ya que Etruria se menciona expresamente en el poema.

sábado, 11 de noviembre de 2017

HIJO DE UN DIOS TREMENDO Y SIETE CONTRA TEBAS

Aurigas y carros (fragmento de cerámica de estilo geométrico)
Queridos lectoras y lectores:
Proseguimos con las entradas dedicadas a los caballos célebres de la Antigüedad, y hoy le toca el turno a Arión, veloz como el relámpago.
Nos acompaña, como en otras ocasiones, el tribuno Galo…
- Sí, que, en tratándose de mitos, es el que mejor puede informar a los modernos.
- Gracias, centurión Canuleyo – gruñe Galo con retintín.
- A mandar, tribuno – dice ufano Canuleyo, sentándose en el sofá a comer higos secos, que él y sus hombres se han traído para entretener la espera - ¿Unos higuitos? – ofrece.
- Hablemos de Arión, tribuno – pido a Galo.
- De acuerdo, pero, a cambio, tienes que prestarme el libro del naturalista que dio la vuelta al mundo en un barco – negocia el tribuno, refiriéndose al viaje de Darwin en el Beagle.
- Hecho. Ahora, cuéntanos sobre el veloz Arión, otro de los caballos inmortales.
- Inmortal e hijo de uno de los grandes dioses olímpicos, pues su padre fue Poseidón. Aunque, también era divino por parte de madre, ya que ésta no fue otra que la diosa Deméter.
- ¿Un caballo hijo de dos de los principales dioses del Olimpo?
- Sí, hijita, pues Arión fue el resultado de un romance entre ambos dioses, hermanos por más señas. Pero no les nació un hijo tonto, sino que tuvieron un potro… Porque para vivir sus amores sin que nadie los reconociera y le fuera con el cuento a Zeus, se metamorfosearon en caballos.
- Nuestros lectores querrán saber qué pintaba Zeus en esta historia.
- Pues Zeus no es que fuera a reprocharles a sus hermanos que tuvieran un incestuoso lío, porque él estaba casado con otra de ellos, Hera. La cuestión era que también mantenía relaciones con Deméter, que era la madre de su hija Perséfone. Y Zeus era muy celoso… Temiendo, pues, sus celos y una reacción airada y terrible, Poseidón convenció a Deméter para que ambos se metamorfosearan en caballos y disfrutaran de su idilio en amenas praderas, lejos de miradas indiscretas y olímpicas venganzas. Pero, con las alegrías del enamoramiento, no calcularon las consecuencias y la bella Deméter, en forma equina, quedó embarazada y, siguiendo la lógica griega, dio a luz un potro. Eso sí, éste, como hijo de dioses, era inmortal y, según, el mito, más veloz incluso que los relámpagos.
- ¿Tenía alas, tribuno? – pregunta uno de los legionarios de la escolta que, sentados en la escalera que lleva al piso de arriba, comen higos secos y pan mientras escuchan encantados la narración de Galo.
Arión podría haber sido así (Foto: I love horses)

- No, Tito; el caballo alado era Pegaso… En fin, que el divino potrillo creció y acabó protagonizando uno de los episodios heroicos de la época legendaria de Grecia, que el gran dramaturgo Esquilo…
- ¿Qué es un dramaturgo, tribuno?
- Un escritor de dramas teatrales, Cayo – explica Galo con paciencia a otro legionario.
- Yo prefiero las comedias – dice el legionario Cayo, perdiendo todo interés en la narración.
- ¡Tosca es mi Minerva! – dice Galo por lo bajo – Como os contaba, Esquilo escribió un drama titulado “Los siete contra Tebas”, en el que narraba la heroica expedición puesta en marcha por Adrasto, rey de Argos, para conseguir que uno de sus yernos pudiera volver a Tebas, de donde había sido expulsado…
- ¿Y el caballo, tribuno?, porque te estás yendo por las ramas. Hoy toca hablar de caballos, no de los familiares políticos de ningún rey griego – dice el legionario Marco.
- ¡Si dejáis de interrumpirme! – le regaña Galo – El caballo, Arión, era la montura que llevó a Adrasto a la guerra contra Tebas, donde combatió junto a otros seis grandes héroes del momento.
- ¿Sólo siete para ir contra una ciudad?
- No, Cayo. Cada héroe iba acompañado de un buen número de guerreros.
- ¡Eso me cuadra más!... Pero ¿por qué siete héroes?
- Porque la muralla de Tebas tenía siete puertas, y el objetivo era que cada héroe condujera a sus hombres contra una de ellas, atacando todos a la vez.
- ¿Y qué pasó, tribuno? ¿Lo consiguieron?
- Se nota que no os gusta el teatro – dice Galo.
- ¡Hombre! Una atelana con mucho trastazo y tente tieso; y unos buenos mimos picantones sí que me gustan – dice el legionario Marco.
- ¡Sí, sobre todo las mimas! – se ríen los demás legionarios.
El tribuno hace un gesto, dándoles por imposibles y continúa:
- Lo que pasó fue que todos los héroes murieron luchando ante los muros de la ciudad, incluido el más interesado en volver a Tebas, para recuperar el poder, Polinices, uno de los yernos de Adrasto, que, con sus dos hijas viudas, fue el único de los dirigentes de la expedición que regresó a Argos, a lomos de Arión, su velocísima montura inmortal.
- Muy buen cuento, tribuno, pero ve recogiendo, que se nos hace tarde – le dice el centurión Canuleyo, levantándose del sofá – Te recuerdo que los días son ya muy cortos y se nos va a hacer noche cerrada en el camino de vuelta… Tito, la capa del tribuno… Cayo y Cayo, las mulas… Marco, la enseña…
- Bien, querida, he contado la historia del caballo célebre de hoy, así que ve buscándome el libro que te dije para la visita de mañana – me dice Galo - ¿Cómo se llamaba ese naturalista viajero? –
- Darwin, Charles Darwin.
- ¡Dichosos nombres bárbaros!

GLOSARIO
Hoy, el teatro antiguo ha tenido parte en la conversación de nuestros personajes, así que os dejo aquí unos apuntes.
Esquilo – Dramaturgo griego. Escribió, entre otras, la tragedia “Los siete contra Tebas”, que recogía el episodio mitológico que nos ha contado el tribuno Galo.
Atelanas – Comedietas muy populares en la Antigüedad romana, en la que varios personajes estereotipados (el listo, el viejo, el comilón y el tonto) divertían al público con escenas cómicas.
Mimos/as - Actores y actrices que protagonizaban mimos, obritas breves de asunto variado, siempre jocoso, que podían representarse bien de forma independiente, bien dentro del programa de las funciones teatrales, en los entreactos de comedias o tragedias. Los actores tenían mala fama, en general; y, en particular, las actrices, consideradas mujeres de mala vida y “moral relajada”, se encontraban en los niveles más bajos de la escala social, sólo por encima de las prostitutas.
PERSONAJES
Para que no se enfaden, además de los principales habituales, - el tribuno Galo y el centurión Canuleyo -, hoy han formado parte de la escolta los legionarios Cayo Vero, Cayo Vermicullo, Tito Coluber y Marco Mustela, “aficionados” al teatro.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

UN BAILE DE LARVAS



- ¡Anda ahí! ¡Un baile de larvas! – exclama el centurión Canuleyo cuando echa un vistazo a la imagen que ilustra hoy nuestra entrada.
- ¡Ni se te ocurra mentarlas! – le regaña el centurión Quadrato, alarmado y echando mano a una impresionante colección de amuletos que saca de su faltriquera.
- Sí, eso, – se burla el primipilo Cornificio –, no vayan a aparecer por aquí y lo dejen luego todo perdido de huesos rotos… porque después de semejante meneo no les va a quedar uno entero.
- Reíd, reíd, descreídos,… que ya me contaréis qué pasa el día que os deis de manos en boca con alguna de ellas.
- ¿Sois tan amables de explicar a los lectores a qué se le llamaba “larva” en vuestros tiempos?
- ¡Bah! Historietas de fantasmas – Cornificio se encoje de hombros.
- Sí, je, je, historietas para que tontos como éste no peguen ojo por la noche – Canuleyo se burla de Quadrato.
- Ya veremos quién es el tonto que acaba durmiendo debajo de su cama las próximas lemurias – Quadrato le devuelve la puya.
- ¿Qué apostamos? – interviene el centurión Martino, el más guapo oficial de las Hispanias.
- ¿Apuestas hay? – el centurión Curcio se suma a la visita de hoy, que empieza a resultar multitudinaria.
- ¿Es que nadie tiene nada que hacer esta tarde en los cuarteles? – les gruñe Cornificio.
- ¿Es que nadie va a explicarles a los lectores qué eran las larvas?
- ¡¡Fantasmas!! – me responden todos a una, algo molestos por mi interrupción.
- Fantasmas, espectros, niña – se aviene a explicarme Curcio – Espíritus que nunca se fueron con Caronte, porque no tuvieron un funeral como mandan los cánones; o porque dejaron cuentas pendientes entre los vivos y no quieren irse hasta no haberlas saldado.
- Pero algunos de nuestros lectores podrían confundirlas con los lemures, que también son espíritus de difuntos.
- Se nota que no le conoció en persona – dice el tribuno Galo, que ha estado todo el rato leyendo tranquilamente en mi sofá una biografía de Julio César - ¿Qué asunto tratáis queridos míos? ¿Por qué esa cara de circunstancias, Canuleyo? –
- ¿Cómo le explico a los descendientes la diferencia entre un lemur y una larva?
- Sencillamente, hijo mío: los lemures son espíritus cuyo humor puede variar, llegando, a veces, según común opinión de todo romano que se precie, a molestar o perturbar a sus parientes,… siempre por motivo justificado. Las larvas, en cambio, siempre son aterradoras y se acercan a los mortales con aviesas intenciones. Quien dice haberlas visto, habla de ellas como esqueletos o cuerpos a medio esqueletizar, putrefactos y…
- Y mejor no sigas, porque nos vas a revolver el estómago, tribuno – protesta Martino.
- Dejadme ver esa pintura moderna donde decís que bailan las larvas – pide el tribuno.
- Se trata de un cartel anunciando unas jornadas que se van a celebrar en el Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera… Ya sabéis, ése donde presentamos “Caballos de octubre” hace unos meses, y que os gustó tanto.
- Aunque nos costó lo nuestro encontrar el sitio – rememora divertido Curcio.
- ¿Y qué dices que van a celebrar, hijita? – me pregunta el tribuno.
- Como ya sabéis, noviembre es en la actualidad el mes en el que recordamos a los difuntos, y, en el Museo de Jerez, organizan unas visitas temáticas relacionadas con la muerte y sus ritos a través de la Historia, utilizando como referencia los vestigios arqueológicos que allí se conservan. Os encantarían, os lo aseguro.
- No, no, seguro que no – niega Quadrato, haciendo aspavientos y gestos obscenos con las manos, para alejar la influencia nefasta de los malos espíritus.
- ¡Ea! Venga ya, hombre – le dice Canuleyo – No hay nada que temer de esas larvas. Seguro que no son romanas, y, como no lo son, no pueden hacernos nada… Puede hasta que sean de otra época.
- ¿Y cómo sabes que no son romanas? – le pregunto.
- Está clarísimo, Flaquilla. Míralas: están bailando… Unas larvas romanas que se precien nunca bailan.

La imagen que ilustra esta entrada es el cartel anunciador de las jornadas “Jerez, memento mori”, organizadas por y en el Museo Arqueológico Municipal de Jerez de la Frontera (Cádiz, España). Tendrán lugar los días 14 y 18 de este mes de noviembre, y consisten en una visita temática guiada (de 12:00 a 13:00) a las colecciones del museo. Animaos a ir: son muy amenas y no os dejarán indiferentes.