sábado, 11 de noviembre de 2017

HIJO DE UN DIOS TREMENDO Y SIETE CONTRA TEBAS

Aurigas y carros (fragmento de cerámica de estilo geométrico)
Queridos lectoras y lectores:
Proseguimos con las entradas dedicadas a los caballos célebres de la Antigüedad, y hoy le toca el turno a Arión, veloz como el relámpago.
Nos acompaña, como en otras ocasiones, el tribuno Galo…
- Sí, que, en tratándose de mitos, es el que mejor puede informar a los modernos.
- Gracias, centurión Canuleyo – gruñe Galo con retintín.
- A mandar, tribuno – dice ufano Canuleyo, sentándose en el sofá a comer higos secos, que él y sus hombres se han traído para entretener la espera - ¿Unos higuitos? – ofrece.
- Hablemos de Arión, tribuno – pido a Galo.
- De acuerdo, pero, a cambio, tienes que prestarme el libro del naturalista que dio la vuelta al mundo en un barco – negocia el tribuno, refiriéndose al viaje de Darwin en el Beagle.
- Hecho. Ahora, cuéntanos sobre el veloz Arión, otro de los caballos inmortales.
- Inmortal e hijo de uno de los grandes dioses olímpicos, pues su padre fue Poseidón. Aunque, también era divino por parte de madre, ya que ésta no fue otra que la diosa Deméter.
- ¿Un caballo hijo de dos de los principales dioses del Olimpo?
- Sí, hijita, pues Arión fue el resultado de un romance entre ambos dioses, hermanos por más señas. Pero no les nació un hijo tonto, sino que tuvieron un potro… Porque para vivir sus amores sin que nadie los reconociera y le fuera con el cuento a Zeus, se metamorfosearon en caballos.
- Nuestros lectores querrán saber qué pintaba Zeus en esta historia.
- Pues Zeus no es que fuera a reprocharles a sus hermanos que tuvieran un incestuoso lío, porque él estaba casado con otra de ellos, Hera. La cuestión era que también mantenía relaciones con Deméter, que era la madre de su hija Perséfone. Y Zeus era muy celoso… Temiendo, pues, sus celos y una reacción airada y terrible, Poseidón convenció a Deméter para que ambos se metamorfosearan en caballos y disfrutaran de su idilio en amenas praderas, lejos de miradas indiscretas y olímpicas venganzas. Pero, con las alegrías del enamoramiento, no calcularon las consecuencias y la bella Deméter, en forma equina, quedó embarazada y, siguiendo la lógica griega, dio a luz un potro. Eso sí, éste, como hijo de dioses, era inmortal y, según, el mito, más veloz incluso que los relámpagos.
- ¿Tenía alas, tribuno? – pregunta uno de los legionarios de la escolta que, sentados en la escalera que lleva al piso de arriba, comen higos secos y pan mientras escuchan encantados la narración de Galo.
Arión podría haber sido así (Foto: I love horses)

- No, Tito; el caballo alado era Pegaso… En fin, que el divino potrillo creció y acabó protagonizando uno de los episodios heroicos de la época legendaria de Grecia, que el gran dramaturgo Esquilo…
- ¿Qué es un dramaturgo, tribuno?
- Un escritor de dramas teatrales, Cayo – explica Galo con paciencia a otro legionario.
- Yo prefiero las comedias – dice el legionario Cayo, perdiendo todo interés en la narración.
- ¡Tosca es mi Minerva! – dice Galo por lo bajo – Como os contaba, Esquilo escribió un drama titulado “Los siete contra Tebas”, en el que narraba la heroica expedición puesta en marcha por Adrasto, rey de Argos, para conseguir que uno de sus yernos pudiera volver a Tebas, de donde había sido expulsado…
- ¿Y el caballo, tribuno?, porque te estás yendo por las ramas. Hoy toca hablar de caballos, no de los familiares políticos de ningún rey griego – dice el legionario Marco.
- ¡Si dejáis de interrumpirme! – le regaña Galo – El caballo, Arión, era la montura que llevó a Adrasto a la guerra contra Tebas, donde combatió junto a otros seis grandes héroes del momento.
- ¿Sólo siete para ir contra una ciudad?
- No, Cayo. Cada héroe iba acompañado de un buen número de guerreros.
- ¡Eso me cuadra más!... Pero ¿por qué siete héroes?
- Porque la muralla de Tebas tenía siete puertas, y el objetivo era que cada héroe condujera a sus hombres contra una de ellas, atacando todos a la vez.
- ¿Y qué pasó, tribuno? ¿Lo consiguieron?
- Se nota que no os gusta el teatro – dice Galo.
- ¡Hombre! Una atelana con mucho trastazo y tente tieso; y unos buenos mimos picantones sí que me gustan – dice el legionario Marco.
- ¡Sí, sobre todo las mimas! – se ríen los demás legionarios.
El tribuno hace un gesto, dándoles por imposibles y continúa:
- Lo que pasó fue que todos los héroes murieron luchando ante los muros de la ciudad, incluido el más interesado en volver a Tebas, para recuperar el poder, Polinices, uno de los yernos de Adrasto, que, con sus dos hijas viudas, fue el único de los dirigentes de la expedición que regresó a Argos, a lomos de Arión, su velocísima montura inmortal.
- Muy buen cuento, tribuno, pero ve recogiendo, que se nos hace tarde – le dice el centurión Canuleyo, levantándose del sofá – Te recuerdo que los días son ya muy cortos y se nos va a hacer noche cerrada en el camino de vuelta… Tito, la capa del tribuno… Cayo y Cayo, las mulas… Marco, la enseña…
- Bien, querida, he contado la historia del caballo célebre de hoy, así que ve buscándome el libro que te dije para la visita de mañana – me dice Galo - ¿Cómo se llamaba ese naturalista viajero? –
- Darwin, Charles Darwin.
- ¡Dichosos nombres bárbaros!

GLOSARIO
Hoy, el teatro antiguo ha tenido parte en la conversación de nuestros personajes, así que os dejo aquí unos apuntes.
Esquilo – Dramaturgo griego. Escribió, entre otras, la tragedia “Los siete contra Tebas”, que recogía el episodio mitológico que nos ha contado el tribuno Galo.
Atelanas – Comedietas muy populares en la Antigüedad romana, en la que varios personajes estereotipados (el listo, el viejo, el comilón y el tonto) divertían al público con escenas cómicas.
Mimos/as - Actores y actrices que protagonizaban mimos, obritas breves de asunto variado, siempre jocoso, que podían representarse bien de forma independiente, bien dentro del programa de las funciones teatrales, en los entreactos de comedias o tragedias. Los actores tenían mala fama, en general; y, en particular, las actrices, consideradas mujeres de mala vida y “moral relajada”, se encontraban en los niveles más bajos de la escala social, sólo por encima de las prostitutas.
PERSONAJES
Para que no se enfaden, además de los principales habituales, - el tribuno Galo y el centurión Canuleyo -, hoy han formado parte de la escolta los legionarios Cayo Vero, Cayo Vermicullo, Tito Coluber y Marco Mustela, “aficionados” al teatro.

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