jueves, 2 de junio de 2016

LAS CALENDAS DE LAS HABAS Y UNA DIOSA EN LA PUERTA

Puerta de una casa elegante

JUNIO

Junio era el mes dedicado a la gran diosa Juno, aunque, sus fiestas principales no se celebraban hastas las nonas de Julio, como veremos en su momento. Por otra parte, como a su par, Júpiter, le estaban consagradas fechas señaladas en cada uno de los meses del año: a ella, las calendas, y a él, los idus. 
No obstante, el primero de Junio era conocido como las "calendas de las habas" (kalendae faboniae), pues era tradición comer estas legumbres en honor de la diosa Carna, cuya fiesta, conocida como Carnaria, se celebraba ese día.

Si Juno, la titular del mes y de todas las calendas, era una de las grandes divinidades latinas, Carna era una diosa menor. Esto no quiere de decir que no tuviera importancia, ni que nuestros antepasados consideraran que sus atribuciones no eran relevantes, sino que, en su caso, su campo de actuación se restringía al ámbito puramente doméstico. La celebración de las Carnaria era estrictamente familiar, y con ella, cada familia hacía honor a la tradición de venerar a la divinidad protectora de los quicios y los goznes de las puertas; la responsable, por tanto, de velar por la seguridad y salubridad del hogar y sus miembros.

Carna era una de las divinidades menores, que, a modo de delegadas del dios mayor Jano, velaban por las puertas de todos los domicilios romanos. Era, como Jano y el resto de sus "delegados" domésticos, una divinidad muy antigua, puesto que su nombre se documenta como Carna, Crana o Cardea. Asimismo, la existencia de referencias tanto a Cardea como a Carna apunta a una identificación remota de dos divinidades distintas: la "delegada" de la puerta y la encargada de velar por la última etapa de la maduración de cereales y frutas, del engorde del ganado, y de la buena salud de los órganos vitales humanos.

Era Carna divinidad menor, pues, pero de gran importancia para nuestros antepasados, que mantenían la tradición de ofrecerle en las calendas de Junio un buen plato de puré de habas con tocino.
- Que es, de toda la vida, la comida que más alimenta -
- Bienvenida, Prisca -
- Yo también te saludo, bonita,... Y a los lectores, anden por donde anden, que ya me he enterado que casi por todas partes, ¡¿eh?!, no vayáis a creer que porque soy vieja no me entero yo de las novedades -
- Cierto. Se han unido a nuestra audiencia lectores de los Países Bajos y de India. Pero hoy no vamos a poder hablar de estos lugares, porque son las calendas de las habas. Así que de habas va esta entrada, y mañana volveremos sobre el globo terráqueo -
- ¿Entrada?, querrás decir, puerta, porque Carna es la señora de los quicios y los goznes de las puertas -
- Ya te explicaré eso otro día -
- ¿Y qué quiere decir que un país es bajo? -
- Pues que las tierras son muy planas y apenas hay elevaciones en el terreno,... vamos que no hay ni cerros, ni colinas, ni montañas como las que tú conocías en el Lacio y la Hispania Ulterior -
- ¡Ah! Comprendo -
- Bien, entonces hablemos de las habas para Carna -
- Y para nosotros también, guapa. Que la ofrenda se hace, pero los que comemos somos nosotros.Verás, bueno, veréis, modernos. La tradición manda que para que la divina Carna proteja a todos los habitantes de la casa, en las calendas de Junio, o sea, tal día como hoy, se prepare una buena comida a base de puré de habas con tocino, y se le aparte una generosa ración a la diosa. Así aseguramos la casa, la salud de la familia y, si nos dedicamos al campo, la salud y el buen engorde del ganado, y que acaben de madurar con bien las frutas, las hortalizas y el grano -
- Muy completita, Carna -
- Como todas las divas romanas, ¡faltaría más! - dice Prisca con un punto de orgullo.
- Por supuesto - le digo, para congraciarme con ella y que nos de la receta - Nuestros lectores, y sobre todo, algunas lectoras, muy aficionadas a la cocina, estarían encantados de que nos dijeras cómo se preparaba esa comida tan tradicional -
- ¿Es que ya nadie sabe hacer un puré de habas? ¡Qué tiempos éstos! En fin, que no se diga que no me presto a echar una mano a los descendientes,... A ver si así van volviendo a comer bien, que si éste tiene que ser un año especial para las legumbres, será porque cada vez se come peor,... ¡Qué cosas, hijita! En unos tiempos en los que parece que se puede comer de todo,... en los que, en los mercados que decís "más-que-mercados", hay viandas a rebosar de todas clases, pues se come siempre lo mismo y mal,... -
- No nos riñas, Prisca. Si te pedimos las recetas es porque hay gente que no sólo sabe comer bien, sino que también se interesa por la cocina tradicional, incluso por la más antigua -
- Bien. Que conste que lo hago por que se coma bien, ¿eh? -
- Sí, eso. Piensa que somos una especie de nietos adoptivos tuyos,... -
- Muchísimos, demasiados... Y espera, que eso de la adopción es una cosa muy seria. Nada de frivolear con ello -
- Te lo prometo -
- Bien. Vamos a la cocina, y preparamos el puré de habas -

Queridos lectoras y lectores: no creo que os tenga que describir la cara de Prisca cuando le he sacado un paquete de habitas congeladas; así que os ahorro también toda su retahila de reconvenciones por lo comodones que nos hemos vuelto los modernos. No obstante, sí le ha parecido que, aunque no le hace mucha gracia encontrárselos escarchados, lo de la "caja fría" es una buena forma de poder tener habas y guisantes frescos en cualquier momento del año.
- A ver, los amantes del cucharón de palo, poned atención, porque no repito. Se cuecen las habas. Si son del campo, se sacan antes de la vaina. Si son de "caja fría", se sacan de la especie de odrecillo de colorines. Que todo hay que decíroslo... Para cocerlas, agua con sal. Nunca conviene que cuezan mucho rato, porque pierden toda la gracia, pero, como hoy son para puré, si se os pasan un poco, pues no pasa nada. Cuando estén listas, se cuelan, se dejan enfriar un poco y se les quita el hollejo. Después se machacan en un buen mortero, añadiéndoles una pizca del agua de cocerlas si se os queda muy seco. Lo de toda la vida es así, sin más, aunque luego cada matrona le pone su toquecito particular; porque la diosa, que es santa a no poder más, nunca protesta por su puré, pero en la familia siempre hay alguien que viene con requisitos. Así que se le puede añadir apio, cortado fino; un chorrito de aceite, de oliva, ¿eh?; huevos duros picados; o unas gotas de vinagre; y acompañarlo con pan frito, como decís vosotros, picatostes -
- ¿Y el tocino? -
- Pues se saltea en trocitos y se come con el puré. Para esto también hay gustos. La tradición dice que, para que Carna tenga a bien espantar las influencias malignas que se acerquen a la puerta de la casa, con la ramita de espino blanco de Jano, hay que sacrificar una puerca, y usar ese tocino fresco para la ofrenda; pero eso sólo lo pueden hacer los que siguen viviendo en el campo, o a las afueras de la ciudad, y tienen puercos en el corral. Los demás, pues vamos a la carnicería y lo compramos. Así que, se puede usar tocino fresco, salado, panceta o recortes de pierna curada. Yo, por mi parte, para comer con las habas en puré, prefiero la panceta, bien churruscadita. Cuando las preparo enteras, fuera de las calendas de Junio, claro, prefiero los recortes de pierna -
- ¿Y el tocino? -
- Para los guisantes -
- A Carna le da lo mismo, ¿no? -
- Pues sí. Ella nunca se queja, bendita que es... En habiendo algo de buena pringue de puerco para acompañar el puré, para ella todo está bien -

Queridos lectoras y lectores, si nos animamos a probar el plato principal de las antiguas calendas de las habas, ¡que nos aproveche!,... Y ya sabemos de dónde viene nuestra afición a las habas con jamón, pues el jamón era entonces perna (pierna, pata, en este caso, del cerdo).

Para ilustrar esta entrada, os traigo un fragmento de una bella pintura al fresco, en la que puede verse la representación de la puerta principal de una casa, procedente de las paredes de una villa romana (Boscorreale, Italia), que se conserva en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (USA).

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