sábado, 13 de agosto de 2016

LA VIRGEN DE LA LUNA DE AGOSTO

Diana (N.Pagano, 1885)


Al igual que en muchos lugares de nuestra geografía, hoy era día de fiesta en Roma. Desde muy antiguo se celebraba la festividad mayor de Diana, la virginal cazadora, diosa de la Luna, cuyo templo en la ciudad se encontraba en el monte Aventino. Pero Diana no era una divinidad estrictamente romana, ¿verdad, tribuno?
      - ¡Ay! – suspira, con teatrales muestras de resignación – Verdad. Todo sea porque después me dejes leer con tranquilidad ese tratado sobre el clima,… La diva Diana era una diosa itálica, cuyo culto el rey Servio Tulio consideró que podría servir para crear lazos entre las diferentes ciudades-estado de la liga latina. Tenía residencias, templos y santuarios en diversos lugares del Lacio, no sólo en Roma. Su advocación de Aricia era particularmente reverenciada y muchos devotos, - y sobre todo devotas-, acudían en peregrinación para conseguir su favor –
     - Entonces, podríamos decir que Diana comenzó su andadura por el calendario de fiestas romano como una diosa política –
-         - Podríamos decirlo perfectamente,… ¿Me dejas ya el tratado? – 
    - Unas preguntas más, para nuestros lectores: ese componente político de su culto, ¿permaneció inalterable a lo largo de los siglos? – 
 ¡    - Nooo! Digamos que fue muy útil mientras existió la liga latina, pero, conforme las diferencias entre romanos y resto de los latinos se fueron desdibujando con el paso de los siglos, también el papel político de la Diana de Roma. En nuestros tiempos, en realidad, cada advocación en cada ciudad tenía sus propias peculiaridades y sus propios fieles. En lugares como Anagnia, Tusculum, Aricia o Capua, se la veneraba como deidad de la naturaleza y los diania estaban enclavados en bosques y montes. En Roma, al estar su templo principal en uno de los barrios plebeyos, se la celebraba como una diosa protectora de la gente del común. Aunque, eso sí, todo el mundo seguía celebrando la fiesta de Diana en los Idus de Sextilis –

        Una aclaración para nuestros lectores: el mes Sextilis pasaría pronto a denominarse Augustus, en honor a Julio César Octaviano, al que el Senado concedió ese título, por el que casi todo el mundo le conocería después, de manera vitalicia. Y de Augustus, nuestro Agosto… 
        - La fiesta de Diana era, entonces, una fiesta popular y general –
-         - Sí. Todo el mundo la celebraba, ricos y pobres, libres y esclavos –
-         - Según parece, era día festivo para los esclavos, de forma que sus amos tenían la obligación de dárselo de descanso –
-         - Sí, querida; pero no veo de qué te extrañas. Los días de asueto de los esclavos eran decisión particular de sus propietarios; pero en Saturnales y en los Idus de Diana, era tradición que todos concedieran el día libre a sus fámulos. Tradición que no se saltaba nadie, so pena de caer en desgracia ante la diva, que, también por tradición, se suponía protectora de los esclavos. De hecho, sus cultos públicos eran los únicos a los que los no libres podían asistir, y, entre ellos, los devotos de la diosa eran multitud –
-         - Diosa de los menos favorecidos,… -
-        - No te equivoques, querida. Diosa de todos, puesto que siempre, desde los lejanos años de los reyes, Diana llegó a Roma como protectora de todos sus ciudadanos; o mejor debería decir, de todos sus habitantes, puesto que un buen número de sus más devotos fieles eran las mujeres y los esclavos –

Otra aclaración para los lectores: en la Antigüedad romana, ninguna mujer libre tenía la ciudadanía de pleno derecho. Sus derechos civiles dependían directamente de los que le brindara el status de su familia paterna, o su esposo. Los esclavos, tanto mujeres como hombres, no tenían derechos civiles, y su status socio-económico era el de sus dueños, de cuya familia formaban parte, ya fuera por nacimiento, o por adquisición.

-          - Tengo entendido que había cultos exclusivamente femeninos, e incluso templos a los que los hombres tenían vedado el acceso –
-         - Sí. En Roma, a lo largo de los años, se habían ido construyendo diversos diania en distintos lugares de la ciudad. El primero y más antiguo, era el del Aventinus, pero también había otros en otras de las colinas, como en el Velia; en el Caeliolus  o en el Celius, donde cada uno podía asistir a los cultos o celebrar la fiesta. En el vicus patricius, estaba el templo exclusivamente dedicado a Diana como diosa de la fecundidad, al que las mujeres acudían para conseguir quedar encinta, si tenían dificultades; para pedir ayuda para llevar adelante los embarazos, y para tener partos fáciles y salir con bien de ellos. Y, dado que era la diosa de la Luna, se consideraba también que era la que regulaba las funciones, digamos, periódicas femeninas. Las mujeres prefieren que los cultos que sólo les atañen a ellas se celebren en privacidad femenil, y eso se ha respetado siempre… Aunque, no obstante, el principal culto, llamémosle, lunar, de Diana, que se celebraba tal día como hoy en el santuario próximo a Aricia, en mis tiempos, había degenerado en atracción para curiosos y veraneantes,… al menos en parte –
-         - ¿Cómo era eso? –
-         - Pues muchísimas mujeres peregrinaban o se desplazaban al vetusto santuario, dispuestas a pasar el dies natalis de la diva allí. La verdad sea dicha, estaba enclavado en un lugar muy ameno, al abrigo del bello y frondoso bosque Nemus, a orillas del hermoso lago Nemi. Un buen sitio para un día de campo. Las devotas participaban en los actos de culto, formulaban sus votos y peticiones a la diosa, dejando sus presentes, y regresando a sus lugares de origen al anochecer. La marcha de las devotas, que debían alumbrarse ellas mismas el camino, - al menos hasta que estuvieran fuera de los límites de los terrenos del santuario -, era una pintoresca procesión de antorchas, que congregaba en los alrededores a un importante número de gente para contemplar el espectáculo, muy celebrado por los poetas,… Lo que todavía no he conseguido averiguar es si fueron los poetas los que incentivaron con sus floridas descripciones la curiosidad de la gente; o fue la congregación de curiosos lo que acabó inspirando a los poetas, después de pasar por allí para comprobar si lo que se decía era cierto –
-         - A lo mejor las señoras pueden responder a esa pregunta y también contarnos algo más sobre las peculiaridades del culto femenino a Diana –
-         - Puede, pero, por favor, te lo ruego, querida, que sea un día en el que yo no venga. No me gustaría coincidir con la cofradía femenina, y menos con esa impertinente persona llamada Mariola Prisca –
-         - ¿Sigue intentando enredarte con alguna de las amigas de su hija? –

El tribuno retuerce el bigote y resopla disgustado. Está claro que Prisca, como digna madre de legionarios caídos por la Respublica de Roma, no está dispuesta a levantar el asedio fácilmente. Me apiado del pobre sitiado, pues se por el narrador que hace ímprobos esfuerzos por mantener indemne la plaza, y le dejo que lea con tranquilidad un libro muy interesante sobre los cambios climáticos a lo largo de todo el Cuaternario.

GLOSARIO
Diania – templos y santuarios dedicados a Diana.
Vicus patricius – Aquí, la palabra vicus hace referencia a un barrio de la ciudad de Roma, el “barrio patricio”, ubicado sobre las colinas del Viminal y el Esquilino. 

Para ilustrar la entrada, os traigo el bello dibujo que, de una estatua de la diosa, aparecida en las excavaciones arqueológicas de Pompeya (Nápoles, Italia), hiciera Nicolás Pagano en las últimas décadas del siglo XIX.

Seguramente alguno de vosotros me preguntará si hay relación entre la gran festividad popular romana de Diana y las celebraciones de numerosas fiestas patronales por estas fechas del mes de Agosto. Pues, sí, queridos amigas y amigos, las celebraciones veraniegas del culto de Diana siguieron teniendo tal arraigo en la gente que, según los especialistas, cuando el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio, no hubo más remedio que “cristianizarla”, si no se quería que siguiera siendo un foco de “paganismo”. Y para ello hubo que recurrir a la única presencia femenina de los altares cristianos, la Virgen María, y al viejo “truco” de la asimilación. Diana, la Virgen de la Luna de Agosto, pasó a ser sustituida por la Virgen María (o, en algunos lugares, más tarde, por alguna santa muy reverenciada en la zona), que era virgen, pero también madre y, por tanto, protectora de la maternidad y los partos, y, como abanderada de la misericordia cristiana, amparo de débiles, pobres y desvalidos, sin distinción entre libres o esclavos.

      - Pues si sólo tenéis un principio divino femenino, y le tocó asumir las competencias de todas nuestras divas,… no le arriendo las ganancias a la pobre – comenta el tribuno, levantando un momento los ojos de la lectura.

El creciente lunar, símbolo de Diana, y de otras diosas lunares de la Antigüedad, como la Artemis griega, o la Tanit fenicio-cartaginesa, - por mencionar las que tuvieron mayor número de devotos en sus tiempos, en el ámbito mediterráneo -, pasó también, como otros elementos, a formar parte de la iconografía posterior de la Virgen María.

-          - Así que se sigue celebrando la fiesta de los Idus de Sextilis, ¿eh? – pregunta el oficial que llega al mando de la escolta que debe acompañar al tribuno de regreso a su época – Lo digo por la algarabía que se oye por todas partes, conforme se va uno acercando por el tiempo –
-         - Sí. Y todavía no habéis escuchado los cohetes y los fuegos artificiales –
-         - ¿Qué cosa son? – pregunta el oficial, aunque sin demasiada curiosidad.
-        - Pirotecnia, querido – le dice el tribuno – Una curiosa y estruendosa forma de diversión, que, según parece, inventaron en algún lugar muy lejano del Oriente, bastantes siglos después de nuestros años,… y que a nuestros descendientes les encanta –
-         Será cuestión de verlo –
-        - Vistoso, como serlo, lo es, y mucho,… Je, je. Cuando las llamaradas de colores llenan el cielo,… -
-         - ¿Algo como el fuego griego? –
-         - Se podría decir, quizás, pero el principio pirotécnico es diferente, y el colorido, también. Y sólo es peligroso cuando se está muy cerca. Si no, resulta inofensivo. Eso sí, hace muchísimo ruido, huele a quemado y tiene la virtud de hacer que todos los presentes levanten los ojos al cielo con la boca abierta y digan a coro: ¡Oooooh! –
Los dos se ríen, imaginando a los asistentes al lanzamiento de un castillo de fuegos artificiales.
-        -  Pues si es inofensivo, no nos sirve – zanja el oficial, encogiéndose de hombros. Al momento se ríe: - A no ser que lo usemos para dejar al enemigo en estado de idiotez, mirando el fuego volador de colorines, y entonces aprovechemos para darles la puntilla,… ¿Tú no decías que nuestros descendientes eran todos gente muy leída y con muchos conocimientos?,… Pues, escuchando esto, cualquiera diría que son como niños grandes… ¿Con qué torturabas hoy a los lectores? –
-      - No les torturaba, les ilustraba – replica, molesto, el tribuno, recolocándose la capa y escondiendo en sus pliegues el libro que le he prestado – Hemos hablado sobre el culto de Diana y las fiestas de hoy –
-        -  ¡Ah! Ya. En ésas he llegado yo. Pues si queréis saber mi opinión,… -
-        -  Nos la vas a dar de todas formas –
-        - Pues lo que digo, que la gente después de nosotros se dejaría cambiar los dioses por decreto, pero las fiestas, ¡ni tocarlas!,… por eso hoy hay tantísimo jolgorio por todas partes, en el Pasado, y en el Futuro –
-         - ¿Cómo ha estado la cosa por la colonia? – le pregunta el tribuno mientras se alejan, después de decirme adiós con un educado gesto.
-         - Mejor te lo cuento cuando lleguemos –
-         - Por tu tono, diríase que no ha ido nada bien –
-        - ¡Psché! Las matronas la han liado parda, y creo que la cosa sigue liada. Los magistrados están que trinan. Y por eso he venido a buscarte antes de tiempo –
-        -  ¡Qué me dices, hijo! ¡Apresurémonos!... Y Diana nos valga -

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