jueves, 28 de abril de 2016

UNA DIOSA, MUCHAS FLORES, UNA MUJER DE MORAL DISTRAIDA Y UN TACAÑO

Narcisos (T. Piquet, 2008)
FLORALIA

Las fiestas dedicadas a Flora comenzaban hacia el 28 de Aprilis y se prolongaban hasta el 3 de Maius (Mayo). El día 28 se consideraba como dies natalis Florae (o aniversario de Flora), pues fue el día en que se consagró el templo que le dedicaron los Publicios en el siglo III antes de Cristo, en agradecimiento por la que se consideró su beneficiosa intervención en una época de muy malas cosechas. A partir de ese momento se reformó su culto y se instituyeron en su honor los Juegos Florales, cuyas festivas actividades terminaban el 3 de Mayo.
El culto de Flora era muy antiguo y anterior a ese siglo, y no sólo lo practicaban los romanos, sino también otros pueblos de la zona central de la Península Itálica, como los sabinos y los marsos, e incluso sus grandes enemigos de antaño, los samnitas. Para todos ellos se trataba de una divinidad que, al dar lugar al florecimiento de las plantas, aseguraba la abundancia de las cosechas. Era, por tanto, otra de las divinidades agrarias relacionadas con la fecundidad de la tierra y con una parte del ciclo vital de las plantas; así que, a veces, se la asociaba a Ceres y a Pomona; y, lógicamente, los rituales en su nombre se celebraban en Primavera.
- A punto he estado de no venir, niña - me dice Prisca, presentándose de repente.
- Pues la verdad era que no te esperaba a ti,... -
- ¡Anda! Pues si lo se, no me doy el tute de correr que me he dado, que he dejado plantadas a mi hija y sus amigas preparando las guirnaldas de flores que se van a poner en la cabeza para salir esta tarde bien emperifolladas,... ¿Y a quién esperabas?, si puede saberse - se sienta a mi lado en el sofá, cambiando rápidamente el gesto de supuesto enfado por el de curiosidad cotilla.
- Mandé aviso al tribuno -
- ¿Va a venir por aquí ese patricio de fina estampa? -
- No. Me ha hecho saber que sus obligaciones le retienen en el Pasado -
- Pues claro, bonita, como que estamos en plenas Floralia, y no sabes el gentío que hay en las calles desde buena mañana,... Así que no esperes que vengan por aquí los muchachetes del pecho de lata, porque tienen faena extra hasta el día 3 de Maius, por lo menos. Porque no es sólo la gente de la ciudad, que también hay que contar con los que viven en el campo y se vienen para allá a pasar las fiestas -
- Lástima, porque esperaba que él les contara a nuestros lectores y lectoras algo sobre las fiestas de Flora -
- Pues quita el puchero, sosita, que aquí estoy yo y te los pongo al día - se acomoda mejor en el sofá y se pone sobre el regazo un cestito que traía colgado del codo, lleno de flores.
- ¿Y esto? -
- Que digo yo que mientras hablo, pues muevo las manos, y me vuelvo a casa con una o dos guirnalditas hechas. Mira, ésta que está a medias, la termino en lo que se cuece un espárrago y te la encasqueto en la cabeza a ti -
Me coloca la guirnalda como si fuera una diadema, y ésta se desliza hacia abajo hasta quedar alrededor de mi cuello. Prisca se ríe, la saca y me toma medidas para ajustármela.
- Esto va a ser más fácil de lo que pensaba -
- Háblanos sobre la fiesta, porque hoy es el día de Flora -
- Mismamente. Hoy se hacen las ofrendas en el templo y la gente se echa a la calle, con sus mejores galas y flores en el pelo o al cuello. Hay orquestinas en los cruces y en las plazoletas,...incluso en los patios de las casas de vecinos. Todo el mundo come fuera, así que son buenos días para las casas de comidas, los figones y las tabernas. Si hace buen tiempo, los vecinos que se llevan bien organizan comidas en los patios y jardines. Y con tantas guirnaldas y ramos de flores que se colocan por todas partes, toda la ciudad parece un jardín. Si el tiempo acompaña, es muy bonito. Y es muy buen momento para estrenar ropa o zapatos nuevos, porque seguro que te vas a encontrar con todas tus conocidas por la calle, así que, si estrenas, puedes disfrutar viendo como les cambia la cara de envidia -
- Pues no parecen unas fiestas muy propensas a los desórdenes -
- No, pero conforme pasan las horas, la gente se va caldeando a base de vino, los espectáculos subiditos de tono de los teatros animan al personal más de la cuenta, y, total, como lo que se celebra es la fertilidad, pues, ¡ea!, como se suele decir: a beber, a comer, a reír, a jugar, y a ver si se consigue llevarse a alguien al huerto a folgar,... Y, claro, pues ahí tienen ellos mucho trabajo -
- No me irás a decir que se encargan de velar por la moral sexual de la comunidad -
- No, hija, no. Que la moral de cada uno, es cosa de cada cual,... aunque siempre salen por ahí catones dispuestos a aguar la fiesta a todo el personal,... -
Mientras Prisca se concentra en quitar las espinas de los tallos de unas rosas para la guirnalda que está haciendo, después de haberme coronado a mí con la de margaritas que ya tenía a medias, aprovecho para comentaros que, en el tiempo en que suceden nuestras novelas, aunque algunos años después de los hechos que leeremos en la primera, César Octaviano, ya nombrado Augusto por el Senado, se quiso convertir en el árbitro de la moralidad romana, llegando a sacar adelante leyes que hubieran hecho muy feliz al viejo Catón.
- ¿Entonces? -
- ¿Es que hoy en día no pasan esas cosas? En mis tiempos, cuando hay fiesta y bulla en las calles, los ladrones y cacos hacen su agosto. Cuando hay comida y bebida en abundancia, los que se emborrachan suelen acabar, o llorando por las esquinas, después de haberlas puesto perdidas de orines o de vómitos; o armando trifulca en las tabernas. Y algunas trifulcas acaban saliendo de los locales a la calle, y para qué te voy a contar más... Como ésta es una de las épocas en las que se iluminan las calles por las noches, pues también tienen que estar pendientes, porque con tanta tea encendida, con que se levante un poco de viento, o un gamberro quiera hacer una gracia, puede haber algún incendio. Después están los quejicas: que si los de la orquestina de la plazoleta no le dejan dormir a los niños; que si los vecinos están asando algo y el humo le apesta las cortinas; que si las parejas se meten en el jardín a retozar entre las frondas y le machacan las flores; que si con tanto cántico los perros se vuelven locos y no paran de aullar. Y, luego, claro, los maridos que han perdido a sus esposas entre el bullicio; las esposas que se quejan de que sus maridos les han dado esquinazo para correr detrás de una vendedora de guirnaldas picarona; los padres que quieren que les ayuden a pillar al sinvergüenza que ha seducido a su hija, o a localizar al hijo que se ha fugado con una de las compañías de cómicos que han venido a la ciudad para las representaciones de las Floralia,... -
- Sí, ya veo. Y con los juegos circenses, será todavía peor -
- ¡Oh!, no, aquí no, porque no tenemos circo. Por lo menos, todavía no. A ver si sale por ahí algún mecenas de provincias y pone los dineritos que hacen falta. En Roma es otra cosa. ¡Ah! Ésos sí que son juegos, con sus carreras y sus competiciones,... Pero aquí, pues nos contentamos con nuestras verbenas. Aunque tengo oído que hay algunos comerciantes que quieren animar un poco más el ambiente: de momento, este año ya han pagado la instalación de un par de teatrillos en la ciudad para las representaciones picantes. Porque, hasta ahora, los pobres cómicos se las apañaban montando unas carpas con cuatro velas y unos telones extramuros. También dice Matidia que ha hecho que su marido proponga a los demás que van a presentar su candidatura que, al menos para los últimos días de fiesta, ya en Maius, se organice una carrerita de asnos o de caballos, en alguna explanada a propósito de las afueras, y que, al final, se suelten liebres y cabras, mientras se les tiran a los espectadores altramuces, habitas y garbanzos fritos, como antiguamente, ji, ji, ji -
- En Roma, las Floralia tenían fama de ser también un buen negocio para todas las prostitutas, que participaban muy activamente en las celebraciones -
- Cierto, hijita. Todo el puterío desperdigado por las calles hasta altas horas de la madrugada, animando la fiesta -
- ¿Y aquí? -
- Pues qué quieres que te diga, bonita. Pues que igual, que el puterío es tan antiguo como el andar para delante y lo hay en todas partes. El inútil de mi yerno dice que no, pero yo estoy segurísima que los primeros habitantes del suburbio fueron un leno y su cortejo de putas, como en todas partes. Antes, por lo menos, eran discretas y sabían cuál era su sitio; pero ahora, que "ésa" se ha hecho la dueña del negocio y va por ahí de señora liberta fina, tenemos que aguantar que su casa, que parece el palacio del rey de Persia, esté alumbrada las noches enteras, con la música hasta las tantas,... Y en estas fiestas, adornada con tantas flores que han debido dejar los prados secos para ella; y, lo peor, con tanto marido y padre de familia decente entrando y saliendo por aquella puerta, a la vista de todos,... -
Prisca se ofusca al hablar de "ésa", así que no le digo que también tengo pensado invitarla a venir por aquí.
- Piensa que, a lo mejor, y si el negocio le va tan bien como dices, deja un buen legado a la ciudad en su testamento, como dice la leyenda que hizo una tal Flora en Roma -
- ¡Ya quisiera "ésa" tener la mitad de clase que la suela de las zapatillas que gastaba Flora! - protesta Prisca.
- ¿Les cuentas a nuestros lectoras y lectores esa leyenda? -
- De leyenda nada, bonita. Que es una tradición muy querida de la plebe de Roma,... El caso es que hace mucho tiempo, pero mucho, mucho, vamos antes de Catón, que con lo que era él, ya se las habría apañado para hacerle la vida imposible a la pobre Flora. Ella era una pobre plebeya que se metió a puta porque no le quedó otra. Como se llamaba igual que la diosa, pues le tenía mucha fe y la tomó por divina patrona, porque no tenía a nadie más en el mundo. Pues eso, que la buena de Flora era muy devota y la diosa la amparó siempre. Tuvo la oportunidad de llegar a vieja, y, como de moza había sido resultona y sin un pelo de tonta, pues consiguió reunir una fortuna. Cuando hizo testamento, nombró heredera a la plebe romana, con la condición de que el dinero se gastara en celebrar todos los años las Floralia. Y se siguen celebrando;... y por eso, las prostitutas también lo celebran mucho, por la diosa, como todo quisque, y por su tocaya, con la esperanza de que les vaya tan bien como a ella -


Para ilustrar esta entrada os traigo una fotografía que tomé hace años a unos narcisos en el campo. No sólo nos sirven para llenar la página con su hermosa y abundante floración, sino que también nos permiten recordar el mito griego que explica el nombre de estas plantas. Narciso era un joven muy guapo, de rostro prácticamente perfecto. Estaba tan pagado de sí mismo que no dudaba en compararse con la belleza de los dioses, lo que le hizo rechazar a la ninfa Eco, que murió de pena. Esto era lo peor que podía hacer un mortal: pretender estar a la par o superar a los inmortales en algo, máxima provocando una desgracia semejante, así que los dioses decidieron castigar severamente su vanidad, y Afrodita se encargó de ello. Un día de calor en que el muchacho se acercó a beber a una fuente, la diosa hizo que el agua reflejara la imagen de Narciso como en el mejor de los espejos. Narciso, fascinado por el joven que veía en el agua, se enamoró perdidamente de él,...
- Y cuando quiso acercarse más para poder meterle mano, se cayó en la fuente y se ahogó - dice Prisca, anudando los tallos de unas verbenas.
La versión poética dice que se consumió hasta morir, como la pobre Eco, por ese amor imposible. A la ninfa, los dioses le aseguraron la inmortalidad conservando su voz (explicación mítica del fenómeno del eco), y, muerto el castigado Narciso, tampoco quisieron que se perdiera la belleza que le había adornado, así que lo convirtieron en una planta, cuyas hermosas flores regalaran la vista de todos, y recordaran a los mortales cada Primavera los peligros de la vanidad desmedida.
- Eso le habría encantado al viejo Catón - sonríe Prisca.
El viejo Catón al que nos hemos venido refiriendo fue Marco Porcio Catón, que vivió entre los siglos III y II antes de Cristo, y que, lógicamente, ya era toda una leyenda en los tiempos en que vivió Prisca. Fue un longevo político y escritor (falleció con 85 años) que llegó a desempeñar las más altas magistraturas del estado romano y pasó a la Historia como ejemplo de defensor de la ética y la moral.
- Y como martillo de cartagineses, pesado, machacón y tacaño, que eso de su repulsa del lujo era sólo por no gastar -

miércoles, 27 de abril de 2016

LOS PERROS DE DIANA



Perro de presa en escena de caza (La Olmeda)
- Con cualquiera de estos magníficos canes me iría yo encantado a correr los montes,... O con todos, si pudiera - me dice el personaje narrador de nuestras novelas con una amplia sonrisa.

Hemos pasado un buen rato viendo fotografías de perros de caza actuales, mientras el tribuno, recostado en el sofá como si estuviera en un diván de su época, lee absorto unos libros de Medicina que he sacado de la biblioteca universitaria para él. Como hace buen tiempo, la escolta juega a los dados en la azotea; y uno de sus perrazos da saltos en el patio, tratando de alcanzar al gato de mis vecinos, que lo observa con suficiencia felina desde lo alto de la tapia.

- ¿Se dará cuenta vuestro perro de que por mucho que salte nunca va a pillar al gato? -
- Lo sabe. Te lo aseguro, Flaquilla. Pero su instinto de cazador le empuja hacia su presa, aunque ésta esté a la altura de la Luna. Si te molesta, lo meto dentro -
- Si fueras tan amable,... es que me está arrasando las begonias -
El narrador sale al patio, da una sencilla orden al perrazo y éste se sienta, como si de repente se hubiera convertido en piedra. Nuestro amigo le premia con unas palmadas en la cabeza, lo coge por el collar y vuelve con él. Pero el instinto es el instinto, como dice el narrador y, a hurtadillas, el obediente animal echa un último vistazo al gato, como diciendo "ya te pillaré".
- Entonces - le digo al narrador cuando vuelve a sentarse conmigo a la mesa - ¿había perros como éstos en tus tiempos? -
- Pues claro que sí. Y nuestro buen Ferox, es el mejor ejemplo,... ¿verdad, bonito? -
El perrazo, de aspecto tan terrible como su nombre, está mansamente echado a nuestros pies. Al oírse nombrar, levanta la cabeza y da una topada cariñosa en la pantorrilla del oficial, mirándolo con ese peculiar arrobo del que sólo los perros son capaces cuando contemplan a sus amos.

Las fotografías de perros que estamos mirando corresponden a la raza conocida como alano español. Una raza de perros de presa ya mencionada en los libros medievales de montería de los siglos XII y XIII, cuando se les utilizaba en la caza mayor. No obstante, siempre se ha afirmado que sus orígenes eran mucho más antiguos y que habría que llevarlos hasta los siglos V o VI después de Cristo, en relación con el pueblo caucásico del mismo nombre, llegado a la Península Ibérica junto a vándalos y suevos. Nuestro amigo el narrador se encoge de hombros y me señala al perrazo. El parecido entre Ferox y algunos de los ejemplares de las fotografías es notable: la forma de la cabeza, el hocico, la nariz, el cuello y la osamenta poderosa; el ancho pecho y el amplio costillar, que junto a las fuertes patas, delatan también a un corredor resistente; incluso en el color, ya que nuestro amigo el can es barcino oscuro, una de las capas usuales entre los alanos de la actualidad.
- Y ya en nuestros tiempos eran muy antiguos. No es que nosotros nos ocupáramos mucho de esas cosas, pero sabíamos que perros de presa había habido siempre, para defender al ganado de las fieras y para la cacería. Los griegos y sus vecinos de la Iliria los criaban con esmero desde hacía siglos, para utilizarlos como guardianes y como auxiliares en la caza y en la guerra -
- Y si hemos de creer en la tradición mítica - interviene el tribuno, que se había levantado para ir por un vaso de agua -, en lo que se refiere a la caza, la diva Diana tenía una jauría de canes entre los que figuraban perros de presa -
- Cuéntanos lo de Diana, tribuno, para nuestros lectores y lectoras curiosos -
- Pues dícese que Diana, una divina moza muy activa, pidió a su padre, Júpiter, un equipamiento completo de cacería, desde la vestimenta hasta el arco y las flechas. Y su óptimo y máximo padre le donó también una jauría de perros para que la acompañaran en sus correrías, así como una dotación suficiente de ninfas ayudantes, para que le hicieran de monteras y para que los canes estuvieran bien atendidos en las divinas perreras -
- ¿Y qué se sabe de los perros de la jauría? -
- Pues que eran variados y unos veinte, entre machos y hembras -
- ¿Algo más? -
El tribuno se vuelve a echar en el diván, abre el tomo sobre enfermedades infecciosas, y le dice al narrador:
- Sigue tú, hijo. Es una orden - y se enfrasca en la lectura.
- Pues parece ser que había dos perros blancos, uno manchado, tres de orejas colgantes, tres, que según su fama, eran capaces de vérselas con leones; y diez lebreles - relata el narrador.

O sea, que podríamos considerar que en un tiempo mítico, en la Antigüedad, aunque mucho antes de la época de nuestras novelas, ya había en Europa diversas variedades de perros empleadas para la cacería, y que tanto griegos como latinos, que compartían el mito de Artemisa/Diana, las conocían y criaban. Los colores de algunos, blancos y con manchas, están en las capas de muchos de los perros de caza actuales, aunque algunos sean creaciones modernas; sólo hay que pensar en pointers, perdigueros, bracos, spaniels,... No obstante, hoy en día la capa blanca completa no es muy habitual y sólo se admite en unas pocas razas diversas. La orejas colgantes pueden señalar al antecesor de los sabuesos, que tienen en ese detalle una de sus características más peculiares. De los lebreles o galgos ya hablamos en una entrada anterior. Y los perros "capaces de vérselas con leones", eran, lógicamente, perros de presa.

- En nuestra época, se pagaban buenos dineros por perros de presa griegos, que tenían una larga tradición de crianza - cuenta el narrador - Eran muy apreciados los molosos y los laconios -
- Explícales a nuestros lectores y lectores el por qué de esos nombres -
- Pues por sus regiones de origen. Los molosos se criaban en Molosia, en el Epiro; y los laconios, en Laconia, al sur del Peloponeso -
- ¿Cómo eran? -
- Pues muy parecidos a éstos - señala las fotografías y a Ferox, que ahora dormita beatíficamente sobre mi alfombra.
- ¿Alguna peculiaridad? ¿qué se seleccionaba? -
- Se seleccionaban la solidez, la fuerza, una buena mordida, la obediencia, el instinto cazador y la resistencia en la carrera -
- O sea, nada parecido a cosas como alzada, longitud, peso, medidas de la cabeza o el hocico, tamaño y forma de orejas y cola,... y otros detalles morfológicos de los estándares de raza actuales que te he enseñado antes -
- No; salvo quizás que los laconios gustaban que sus perros fueran de color rojizo -
- Y, en cuanto a su trabajo, ¿para qué se les adiestraba? -
- En principio, para cazar. Son excelentes cazadores... En realidad, todos los perros son cazadores. Es algo innato. Hasta el falderillo más pequeñajo es perfectamente capaz de mantener una casa limpia de ratones - da una palmada a Ferox, cuyas orejas se han colocado en posición de atención cuando ha oído hablar de ratones - Sí, amiguito, ya se que tú también eres un gran cazador de ratas y ratones. Este can mantiene limpias de bichejos nuestras cuadras, y libres de roedores nuestros hórreos -

Una aclaración para nuestros queridos lectoras y lectores: en la época de nuestras novelas (a finales del siglo I antes de Cristo) el gato doméstico sólo era en Roma una mascota exótica de ricos snobs y de comerciantes venidos de Egipto, de donde estos animalitos son originarios. La función de raticida viviente, al igual que en el resto de Europa, recaía en los perros; y seguiría haciéndolo en adelante, aunque, tras la expansión del gato como animal doméstico a partir de los siglos siguientes, éste se haría imprescindible en muchos hogares, no sólo como excelente mascota, sino también por su singular habilidad para esos menesteres.

- También son muy buenos guardianes. Si son de talla grande, su presencia resulta imponente y disuade a los ladrones,... y si no, lo hacen sus dentelladas. Tienen buen oído y olfato, así que también son excelentes para dar la alarma, tanto si alguien allana una morada, como si traspasa los lindes de una finca, o se acerca demasiado a una fortificación. Y, por lo mismo, son excelentes como auxiliares de los pastores: guardan y protegen al ganado, tanto de cuatreros como de fieras, a las que hacen frente con valor y ferocidad. La misma que se aprovecha cuando se les amaestra para la cacería,... ¡qué buenos lances, eh, canalla! - le dice al perro, que levanta la cabeza hacia él, babeando de pura devoción canina - Estos perrazos son de lo mejor para cazar jabalíes, ciervos, gamos e incluso osos. Corren casi tanto como ellos, tienen resistencia de sobra para acosarlos por el monte y no temen enfrentarse a sus colmillos y cuernos,... A veces hay que darse prisa, porque si los perros hacen presa y agarran al bicho mucho antes de que lleguen los cazadores, lo liquidan y no da tiempo ni a partir una lanza -
- ¿Cuántos perros se suelen tener para cazar con ellos? -
- Depende de lo rico que seas. Si puedes mantener una perrera y contar con cuidadores y monteros suficientes, puedes tener cuantos quieras. Si tienes que ocuparte tú mismo, pues entre uno y tres o cuatro, que dan mucha guerra. Nosotros tenemos sólo dos, aunque podríamos ocuparnos de más. Pero se que, antes de que yo me incorporara, mis hermanos de armas tuvieron más canes auxiliares, pero se fueron muriendo, de heridas en campaña o en cacerías, y de viejos,... -
- Sí - dice el tribuno con ironía - Y yo se de uno que guarda una colección de viejos collares y de frascos con las cenizas de todos esos marciales canes -

Sí, queridos lectoras y lectores, en la Antigüedad había gente que quería a sus perros tanto como algunos les queremos hoy en día.

La imagen que nos sirve para ilustrar esta entrada es un fragmento del mosaico de cacería que decora los suelos de la villa romana de La Olmeda, en Pedrosa de la Vega (Palencia), junto a varios más, de similar calidad y belleza. En él, entre otros lances, se puede contemplar cómo cuatro perros de presa hacen frente a un enorme jabalí, que, para defenderse mejor de los canes que le rodean, se ha subido en una peña. Los perros, como puede verse en el de la imagen, presentan características morfológicas compatibles con la actual raza alana española, aunque el colorido difiera, ya que dos son blancos (éste, que llega corriendo, y el que yace agonizante a los pies del jabalí) y otros dos, negro y fuego (representados en el momento de saltar sobre la presa, uno de frente y otro por detrás). Es un buen ejemplo de cómo los perros de presa se seguían utilizando para la caza mayor en la Antigüedad Tardía (siglo IV después de Cristo), y más de cien años antes de que los pueblos venidos de allende las fronteras del Imperio se mudaran a la Península Ibérica. La mención a los alanos como canes de montería no aparece por primera vez hasta bien avanzada la Edad Media, y el intento de dar una explicación al origen de ese nombre, en el Renacimiento, por lo que seguramente se trate de una etimología historicista, por la coincidencia nominal entre el antiguo pueblo de las estepas llegado en el siglo V y la denominación de este tipo de perros en las fuentes medievales, aunque entre el asentamiento de los alanos y las cacerías del rey Alfonso mediara casi un milenio.

sábado, 23 de abril de 2016

DIAS DE VINO Y LIBROS

Dama leyendo (Pompeya, Italia)
DÍA DEL LIBRO

Actualmente, el 23 de Abril, además del día de San Jorge, celebramos una fiesta laica, dedicada a los libros y la lectura. Una fiesta que disfrutamos todos: los autores, que ofrecemos nuestras obras a los demás; los editores, que las materializan en forma de libros; los libreros que las acercan al público; y los lectores, destinatarios finales del disfrute que la literatura brinda.

Nuestros antepasados celebraban el 23 de Aprilis una festividad religiosa llamada Vinalia priora, en la que se ofrecían libaciones de vino a Júpiter, en petición de un buen año vitivinícola. Esta celebración cerraba el ciclo anual del vino, puesto que se ofrecía el vino de la cosecha del año anterior; y, a la par, abría un nuevo ciclo, ya que coincidía con la época en la que comenzaba el rebrote de las nuevas hojas en las viñas.

Por lo que respecta a los libros, nuestros antepasados romanos, - aunque no se les ocurrió celebrar ninguna fiesta por ello -, eran unos grandes escritores y lectores. La bibliotecas particulares abundaban, y no había personaje culto que no tuviera en su domicilio un buen número de volúmenes de cualquier género literario.
Hoy vamos a dedicar un recuerdo a un personaje que fue muy importante para, como lo llamaríamos en la actualidad, la difusión de la cultura a través de la lectura. Vivió en la época en la que transcurre la acción de nuestras novelas, se llamaba Caius Asinius Pollio (Cayo Asinio Polión) y, en el año 39 antes de Cristo, fundó la primera biblioteca pública de la ciudad de Roma. No sólo la fundó, sino que la dotó magníficamente: contaba con una gran cantidad de obras de autores griegos y latinos, y estaba decorada con una galería de retratos de los "clásicos" y de los escritores más famosos en su tiempo. Asinio Polión fue un longevo (75 antes de Cristo - 4 después de Cristo) orador, escritor, político y militar, que consiguió sobrevivir a los agitados tiempos de finales de la República. Desempeñó magistraturas como el tribunado de la plebe, la pretura y, finalmente, el consulado. Se le consideraba entre los mejores oradores de su época, en línea con Cicerón, Julio César y Bruto, a pesar de ser más joven que ellos. Cuando se retiró de la política activa se volcó en la literatura, afición que le había acompañado toda su vida; en el mecenazgo de otros autores, entre los que hay que contar al poeta Virgilio; y en la enseñanza de la oratoria. Lamentablemente, no se ha conservado ninguna de sus obras, aunque sabemos, por otros autores, que escribió poesía, teatro trágico, historia, discursos para la defensa de causas legales y crítica literaria.

Para ilustrar la entrada, os traemos esta bonita imagen de una lectora. Es un fragmento de una pintura al fresco de la antigua ciudad de Pompeya (Nápoles, Italia), y en él podemos ver a una mujer que lee un rollo de papiro que tiene entre las manos. Lleva un peinado típico de la época republicana, con el pelo recogido en un moño bajo; y una diadema de pequeñas hojas y flores.

viernes, 22 de abril de 2016

DIOSAS DE LA TIERRA ROMANAS Y UNA DIOSA MULTITAREA VENIDA DE EGIPTO

Helechos y vincas (T. Piquet, 2016)
LAS MATER TERRA

Hoy se celebra el Día mundial de la Tierra. Para nuestros antepasados romanos, la Tierra (Terra Mater) era sagrada y divina, y se la personificaba en varias diosas.
De algunas de ellas hemos hablado recientemente, puesto que en el mes de Abril (Aprilis), con la Primavera, se celebraban las principales fiestas en honor a Tellus (15 de Abril, las Fordicidia) y a Ceres (del 12 al 19 de Abril, las Cerealia).
En relación con ambas, citábamos a Vesta, y, sobre todo a Dea Dia, que solía identificarse con ellas y con otra diosa de similares características y ocupación, Ops, a la que también se llamaba Madre Tierra, y de la que dependían asimismo la abundancia, la prosperidad y la fecundidad agraria.
A ellas hay que añadir a Maia, una divinidad que representaba a la propia Tierra y su fecundidad renovada, conforme al ciclo de las estaciones, y que, según la tradición, era hija del dios de la Naturaleza, Fauno.
Se las solía representar como matronas, a veces, sentadas en tronos; y acompañadas siempre por los símbolos de generosa fertilidad de la Tierra: espigas, frutas y flores; o por cornucopias (o "cuernos de la abundancia") de las que éstos se derraman en cascada para alimentar a la Humanidad.

De ellas seguiremos hablando cuando corresponda, conforme a sus fiestas en el calendario religioso de nuestros antepasados. No obstante, al tratarse hoy del Día de la Tierra, la nómina de divas que se adoraban como Madre Tierra en la época romana no estaría completa si no mencionáramos a las de origen no itálico. A nuestros antepasados romanos les encantaba "fichar" divinidades para ampliar o completar su panteón. Cuando, como en el caso de las griegas, existía un gran paralelismo, debido a su remoto origen común, se producía una asimilación de divinidades y cultos; y así sucedió con Deméter y Ceres; o, como trataremos próximamente, con Maia y Maya. En otros casos, se las invitaba a venir a residir a Roma, como sucedió con Cibeles, en el siglo III antes de Cristo (casi doscientos años antes de la época de nuestras novelas). Ésta, la Magna Mater de Asia Menor, tenía asimilados los cultos de Magna Dea y de Rea. Considerada algo así como la abuela de los dioses en algunos lugares del ámbito griego, se confundía a veces, en el ámbito romano, con Ceres, Ops y Maia. 
Proveniente de una cultura muy diferente, la egipcia, pero pasada por el tamiz griego helenístico durante la época de la dinastía de los Ptolomeos, llegó a Roma la diosa multitarea por excelencia, Isis. Ya llevaba algún tiempo recibiendo culto en las cosmopolitas ciudades de la Campania y del Sur griego de la Península Itálica, pero comenzó a ponerse de moda en Roma capital hacia finales de la República (segunda mitad del siglo I antes de Cristo), cuando Egipto entró en la órbita romana y la reina Cleopatra VII, gran devota de Isis, se convirtió en uno de los personajes habituales de las "crónicas de sociedad".

Para el Día de la Tierra hemos elegido una sencilla fotografía de plantas de mi jardín. Unos helechos y unas vincas en flor, que representan, con su exuberancia y su fresco verdor, el rebrotar de la vegetación, símbolo del reinicio del ciclo de la vida, reflejado en el tránsito de las estaciones; y cuya promesa de abundancia, nuestros antepasados celebraban con fiestas en honor de las diosas Terra Mater.

jueves, 21 de abril de 2016

¡VAMOS A SALTAR LA HOGUERA!

Sileno danzante (Pompeya, Italia)
PARILIA

Desde el anochecer del día 20 y durante todo el día 21 de Abril (Aprilis) se celebraban las fiestas llamadas Parilia (o Palilia), en honor a Pales, una divinidad pastoril.
- Tribuno, bienvenido al blog -
- Salve, hija. Encantado de estar otra vez aquí,... tranquilamente - saluda, echando una mirada de severa advertencia a los miembros de su escolta que, casi desde que llegaron y se desarmaron, se han puesto a jugar a los dados.
- ¿Quién era Pales? -
- Pues, la verdad, es una divinidad tan antigua que, en nuestros tiempos, los eruditos nos encontramos con el problema de saber si es una, femenina o masculina; o si son dos y de qué género -
- ¡Vaya! Resulta que teníais el mismo problema con el que se siguen encontrando hoy en día los especialistas en la materia, que no acaban de ponerse de acuerdo, puesto que la información que nos ha llegado sirve para apoyar cualquiera de las posibilidades -
- Supongo que les habrá llegado la misma información con la que contábamos nosotros; y, como nosotros, cada uno se quedará con lo que más le convenza -
- Yo creo que era "ella" - interviene el oficial que ha venido al mando de la escolta - Y que protegía a los pastores, los rebaños de ovejas y los pastizales -
- Pues yo creo que era "él", un numen rural como Fauno, que también protegía a los rebaños  - dice otro oficial, que acaba de llegar, acompañado por el personaje narrador de nuestras novelas.
- ¿Y si nos quedamos con que eran dos, él y ella, y que se repartían el trabajo? - añade el narrador - Porque no podemos olvidarnos que se le celebra el 21 de Aprilis, día de la fundación de la ciudad de Roma, y, según la tradición, desde ese mismo momento, como divinidad residente del monte Palatino -
- ¡Bienvenidos! Hoy, si me lo permites, tribuno, nos honra con su presencia un buen número de los protagonistas de nuestras novelas, queridos lectoras y lectores -
- Te lo permito - concede el tribuno.
- Tú a lo tuyo, tribuno - sonríe uno de los recién llegados, el oficial de mayor graduación - Pero termina rapidito, que tenemos que volver cuanto antes -
- ¿Por qué motivo? Me asegurasteis que hoy me dejarías intervenir tranquilamente en esta especie de cátedra del Futuro,... -
- Te lo aseguraron éstos, que siempre están deseando encontrar cualquier motivo para un despiste - gruñe el oficial - Pero si me lo hubieras consultado a mí, te habría dicho que no era buen momento, con las hogueras de las Parilia ardiendo por las cuatro esquinas de la colonia y los campos, y las calles a rebosar con el bullicio de la procesión,... Hacemos falta hasta el último de nosotros para asegurar el orden público -
- Y no nos queremos perder tampoco la oportunidad de saltar la hoguera - dice otro de los oficiales.
- ¡Eso¡ ¡Di que sí, abraza altares! - gruñe el oficial de mayor rango - Que menuda fogata han organizado tus acólitos en medio del patio de armas -
- ¡Je! Éste os va a tener mañana toda la jornada recogiendo ceniza - ríe otro oficial.
- Pues no te quiero contar qué es lo que os voy a ordenar a ti y los tuyos - le dice el de mayor rango, volviéndose hacia él y fulminándolo con la mirada -,... con la que habéis armado con los zahumerios de azufre en las cuadras,... Y todavía tienes que explicarme qué coño vais a hacer con todo lo que han barrido tus muchachos con los escobones de ramas de laurel, y que han dejado de cualquier manera a la puerta de los establos -
- Es que se nos hizo tarde para que éste los rociara por dentro con el agua lustral -
- ¡Excusas! ¿Y qué me dices tú? - el de mayor graduación se encara con el oficial que llegó al mando de la escolta - ¿eh?, que has tenido a los carpinteros todo el día acopiando ramaje para la dichosa hoguera -
- De acebuche, de pino y de laurel, porque no han tenido güevos de encontrar ninguna sabina por los alrededores -
- ¡Eso! Otra excusa magnífica para andar zascandileando toda la jornada. ¡Dioses!, ¡que algunos querían haber salido ayer a buscar sabinas por el monte! -
- No gruñas tanto, querido - le dice el tribuno, con tono precavido - Si no te parece oportuno que los hombres celebren las Parilia, por Roma, o por los rebaños, y que estén de guardia para que los colonos puedan hacerlo con tranquilidad y seguridad, déjales al menos que celebren la memoria de Munda, como bien quiso el Divino Julio César que se hiciera en esta fecha -
La mención a Julio César amansa a la fiera, y el oficial de mayor rango cede:
- Está bien. Tienes razón, tribuno. A los hombres les gusta recordarle,... Saltaremos la hoguera y celebraremos las viejas victorias,... pero no antes de que nos hayamos asegurado que el resto de hogueras de las Parilia estén apagadas y bien apagadas; que no quiero que nos vengan a buscar para que vayamos a toda prisa a apagar algún incendio -
- Tranquilo - le dice otro de los oficiales - Que también hemos hecho acopio de centones, se han distribuido cubas y baldes con agua por los lugares estratégicos, y tenemos las hachas y los garfios preparados junto a las puertas, por si tenemos que salir corriendo -
- Bueno, pues vayamos concluyendo. Rápidamente, tribuno: ¿qué se ofrecía a Pales? -
- Básicamente, leche y mijo. También había quién ofrecía pan y miel o arrope, que se vertían sobre los altares -
- ¿Cuáles eran los rituales? -
- Eran rituales de purificación: por una parte se limpiaban las casas, y por otra, los establos, corrales y cuadras, barriendo los suelos con ramas de laurel, haciendo zahumerios con azufre y quemando en los hogares una pasta que preparaban las sacerdotisas vestales, con ramas de laurel y paja de habas. En esa pasta, además de harina y ceniza de paja de habas, se incluían cenizas y restos de otros rituales religiosos, sobre todo los de la incineración de los terneros no natos de las recientes Fordicidia. Después se hacían las ofrendas y se rezaban las plegarias,... -
- Cuatro veces - le interrumpe el oficial más pío.
- ¿Qué? -
- Que hay que repetir las plegarias cuatro veces, con la cara vuelta hacia el Este, y después, lavarse las manos; que si no, no sirve de nada -
- ¡Ah! - exclama el tribuno - El ritual es el ritual, y en la exactitud de su ejecución reside su eficacia -
- ¿Y qué se pedía en la plegaria? -
- Pues el favor de la divinidad, para que mantenga las enfermedades lejos de los rebaños, los pastores, y los perros guardianes; para que haya buenos pastos todo el año; para que mantenga a las fieras lejos del ganado; que éste sea fecundo, para que contemos con muchas crías, mucha lana y mucha leche -
- Y mucho queso, que es fundamental la parte del queso - añade el oficial pío -, para que tengamos buenas ganancias vendiéndolo -
- Sí, lo del queso también - concede el tribuno - Las fiestas acaban con una procesión nocturna, con antorchas y hachones encendidos, que suele ser muy bonita; y, finalmente, cuando la gente se deja llevar por la alegría y el jolgorio, se mojan las manos con agua consagrada, con ayuda de una ramita de laurel, y se salta por encima de las hogueras, mientras suenan tonadas ligeras de trompetas, tambores y platillos -

- Pues para terminar nosotros, ¿qué se pretendía saltando la hoguera? -
- Tres veces - dice el oficial pío - Hay que saltarla tres veces para que el ritual sirva -
- Pues más o menos lo mismo que con las plegarias: conseguir protección, salud, fertilidad y abundancia -
- Y el perdón de las faltas, por supuesto - interviene de nuevo el oficial pío.
- Por supuesto - concede, con paciencia, el tribuno.
- ¿Qué faltas? -
- ¡Oh! Faltas gravísimas con las que ningún romano que se precie podría seguir viviendo otro año - responde el tribuno, con mucha ironía.
- ¡Pero qué descreído eres, tribuno! - le regaña, medio en serio, medio en broma, el narrador.
- ¡Un ateazo! Eso es lo que es, como todos los filósofos - dice el oficial más pío.
- ¿Pero qué faltas eran ésas? -
- Adelante, hijo - le dice el tribuno al oficial pío - Haz el recuento -
- Pues, a saber: que se haya dormido la siesta bajo un árbol sagrado; que se haya cortado alguna rama de un árbol, sin hacer antes los oportunos desagravios; que no se haya controlado al ganado y éste se haya metido entre las tumbas de algún cementerio, o en los terrenos de algún santuario rústico o lugar sagrado; o bien los animales hayan enturbiado las aguas de algún lago, sobre todo si se ha molestado a las ninfas. Y, lo peor de todo: si se ha cruzado con un rebaño por medio de un bosque sagrado y se ha molestado a Fauno, o a los silenos, faunos y ninfas del lugar -
- Lo que te decía, hija, faltas que ningún romano debería cargar sobre sus espaldas otra temporada, sin expiarlas saltando sobre una buena hoguera y exponiéndose a sufrir quemaduras en las pantorrillas por algún ascua perdida -
- Ahora que dices ascuas, tribuno, ¡vámonos! ¡que no quiero ni pensar en los miles de ascuas que debe haber ahora mismo volando por todas partes, mientras nosotros estamos aquí de cháchara! -
Todos se rearman y parten en tromba hacia el Pasado, mientras nuestro Sileno les sigue, riendo y saltando, preparándose para atizar las hogueras y que las llamas estén bien altas.

Las Parilia estuvieron tan arraigadas en la tradición romana que siguieron celebrándose durante siglos, sobre todo la versión puramente rural. Según los especialistas, fue una de las festividades paganas que se cristianizaron, dedicándose estas fechas a San Jorge, cuya celebración actual tenemos ya a la vuelta de la esquina, con la bonita tradición moderna de regalar libros y flores.
A propósito, pagano viene de paganus, el que vive en el pagus, o como diríamos hoy en día, en el campo. Por tanto, era sinónimo de aldeano o rústico, sin connotaciones religiosas. Éstas vinieron siglos más tarde, cuando el apego a los cultos politeístas de la gente que vivía en las aldeas y otros núcleos rurales, y su resistencia a cambiar sus rituales por los cristianos, hizo que, al convertirse el cristianismo en la nueva religión oficial, se empleara el término como sinónimo de toda persona contraria, desconocedora o reacia a abrazar la nueva fe del Imperio.

La imagen de hoy, como no podía ser de otra forma, al tratar de algo que afectaba directamente a las divinidades rústicas y montaraces, es la de nuestra mascota. Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, procede de un fresco de la antigua ciudad itálica de Pompeya (Nápoles, Italia).

martes, 19 de abril de 2016

LAS CEREALIA


Alegoría de Ceres (Jerez de la Frontera, España)
Cerealia o Ludi Cereales

Las fiestas en honor a la diosa Ceres comenzaban el 12 de Abril (Aprilis), y terminaban tal día como hoy, 19, con una procesión.

- ¡Ay!, hija, que se nos ha aguado la sal de la fiesta,... - Prisca, vestida con sus mejores galas, entra, quejándose - Que nos ha llovido y se nos ha deslucido la procesión. ¡Qué pena! Todo el año esperando para estrenar esta palla nueva, y sólo me ha servido para cubrirme la cabeza mientras volvíamos corriendo a refugiarnos en los soportales de las casas,...Allí los más animosos, que hay gente para todo, quisieron echar los frutos secos, pero la cosa no tuvo gracia ninguna; algunos hasta se molestaron cuando les cayeron las nueces y las castañas pilongas encima, y llegaron a las manos con los resalaos,... Toma, aquí te dejo las nueces que iba a tirar yo -

La diosa Ceres, otra de las divinidades agrícolas por excelencia del extenso panteón romano, compartía funciones y características con otras divas de la Península Itálica, principalmente de la Campania; así como con la diosa griega Deméter, que era venerada en las ciudades griegas del sur de Italia, y con la que acabó asimilándose con el paso de los siglos. Esta asimilación fue tan importante que las sacerdotisas que atendían los cultos de su templo en Roma procedían siempre de alguna ciudad griega, como Neapolis (Nápoles), y el templo mismo había sido construido conforme a los cánones arquitectónicos griegos.
En las festividades en que se celebraba a Ceres como la diosa de la agricultura cerealista, no se le ofrecían sacrificios cruentos, sino miel o leche, y se le hacían agasajos quemando incienso en su honor y encendiendo hachones y otras luminarias. Su templo estaba situado en un barrio popular, de forma que los plebeyos tenían en gran aprecio a esta diosa y la consideraban particularmente "suya", quizás, entre otras cosas, porque el templo era la sede desde la que los magistrados repartían el trigo, la harina o el pan a la plebe en las épocas de escasez. En la ciudad, la procesión con la que terminaban las Cerealia iba del templo al Circo Máximo, donde se celebraban carreras de caballos (de ahí lo de ludi Cerealis, o juegos de Ceres), y la gente solía tirarse frutos secos y pastelillos, en una expresión de deseos de abundancia. En el campo, la procesión recorría las parcelas donde se cultivaban el trigo y otros cereales, para propiciar el crecimiento sano y vigoroso de las espigas y una cosecha abundante.

- Y también nos tiramos los frutos secos - insiste Prisca - Aquí, como no estamos en Roma, pues vamos en procesión a los trigales,... si no llueve. Porque este año nos hemos tenido que volver antes incluso de cruzar las puertas de la ciudad,... ¡Que pena!,... todo el año esperando, para volvernos a casa empapados,... y a hacer rogativas para no pillar un catarro,... ¿Tienes algo para cascar nueces, hijita? -

La imagen con la que ilustramos la entrada de hoy es un detalle de una fotografía que ya hemos visto en días anteriores, una alegoría de Ceres, moderna, que se encuentra en Jerez de la Frontera (Cádiz, España). A Ceres, como a su paralelo griego Deméter, se las solía representar como matronas, coronadas con espigas, y/o llevando un haz de espigas en los brazos.

domingo, 17 de abril de 2016

SALTA LA LIEBRE, CORRE EL GALGO

Lebrel cazando (MNAR, Mérida, España)
Como dice el refrán, cuando menos lo esperas, salta la liebre. Y el salto de la liebre siempre hace correr a los galgos. Como al pequeño lebrel de la imagen de la derecha, que ha conseguido acogotar a una liebre de buen tamaño.
Por la relación de tamaños entre perro y presa que el pintor nos presenta, se trataba de una variedad de lebrel de talla más bien pequeña, aunque de formas totalmente compatibles con la morfología actual de los galgos. Podríamos considerarlo, pues, como parte de los lebreles pequeños que han llegado a la actualidad representados por los lebreles italianos. Una peculiaridad de este antiguo lebrel residía en sus orejas, muy largas (en relación con la longitud de la cabeza) y puntiagudas. Por otra parte, su pelaje, barcino, con sus características marcas atigradas, sigue siendo también hoy en día una de las capas más comunes entre los galgos españoles.

Este amiguito cazaba por tierras de lo que hoy es Extremadura hacia el siglo IV (después de Cristo), pues así lo representó un pintor, en el fresco con escenas de cacería que decoraba las paredes de una casa de Emerita Augusta (hoy Mérida, España). Cierto que lo retrataron unos cuatrocientos años después de la época en la que tienen lugar nuestras novelas, pero no nos hemos resistido a enseñároslo, queridos lectoras y lectores, como ejemplo de que en las Hispanias seguía habiendo la misma afición a la caza con lebreles que siglos antes, y que había personas que los consideraban dignos de adornar las estancias de sus hogares.

El fresco original se conserva en el Museo Nacional de Arte Romano (MNAR) y procede de excavaciones arqueológicas realizadas en la propia ciudad de Mérida, sede del museo, que fue la antigua Emerita Augusta, capital de la provincia romana de Lusitania, en la Hispania Ulterior. Museo y ciudad dignos de más de una visita, por la extraordinaria calidad y belleza de las obras de arte y los monumentos que conservan. La imagen es un fragmento de una fotografía de J.A. García, para un artículo publicado por M. Darder y G. Ripoll en la Revista de Arqueología, en 1989, en el que aparecían varias escenas de caza de la Antigüedad Tardía, ilustrando su trabajo sobre los caballos en esa época.

viernes, 15 de abril de 2016

EL ACERTIJO DE FAUNO

Alegoría de Fauno (Jerez de la Frontera)
El día 15 del mes de Abril (Aprilis) estaba dedicado a la diosa Tellus, la madre tierra. Era una antigua divinidad agraria romana, considerada como el seno fértil que acogía las semillas y permitía el crecimiento y desarrollo de las cosechas.
En los tiempos de nuestras novelas, a finales del siglo I a.C., se la asociaba con Ceres, que, con el paso de los siglos, había ido asimilando a su culto los de otras divinidades agrarias anteriores. También se la relacionaba con Vesta, y algunos de sus rituales, como veremos a continuación, los llevaba a cabo la orden de las sacerdotisas Vestales; y probablemente esté detrás de la Dea Dia, otra divinidad agraria, que veneraba la orden sacerdotal de los Arvales. Las tres divas residían en templos redondos, como correspondía a las diosas de la tierra.

Por su carácter de proverbial madre fecunda, Tellus también recibía preces por parte de las novias, en los matrimonios tradicionales, para que bendijera la fertilidad de la unión. Pero los días 15 de Abril primaba su carácter agrario y de propiciadora de las cosechas, celebrándose en su honor las llamadas Fordicidia (al ser de carácter muy antiguo, su nombre aparece también como Hordicidia o Fordicalia), fiesta que abría el ciclo de festejos primaverales de este mes, dedicados a la fertilidad. Este día se realizaban sacrificios, públicos y privados, inmolándose vacas preñadas en honor a Tellus Mater. Las vacas se ofrecían a Júpiter, y los becerros no natos eran incinerados por la Vestal Máxima, que guardaba sus cenizas para utilizarlas en otras festividades a celebrar los días siguientes.
La tradición de ese sacrificio vacuno era antiquísima, y, según la leyenda, la instituyó el sabio rey Numa Pompilio, para salvar a Roma de un largo período en el que el clima adverso estaba dando al traste con la fertilidad de los campos y los rebaños, y amenazaba con acabar con sus habitantes por falta de alimentos. Gobernante responsable, intentó solucionar el problema haciendo sacrificios a los dioses y llevando una vida casi de eremita, hasta que se le apareció Fauno (Faunus), uno de los númenes consultados, y le dio la solución.
Ya hablamos en una entrada anterior sobre que los faunos eran criaturas divinas de los bosques y montes, protectoras del ganado, que tenían, entre otros, el don de la profecía. Fauno era asimismo una antiquísima divinidad y héroe mítico latino, vinculado a la tierra y los bosques, que gustaba de comunicarse con los hombres mediante oráculos y acertijos, que susurraba con voz misteriosa entre las frondas. Así que se apareció al atribulado Numa entre los árboles, y le dio la solución a la crisis; pero, conforme a su humor, lo hizo en forma de acertijo: le dijo que tenía que ofrecer en sacrificio dos vidas pero con una sola muerte. El responsable Numa, teniendo en cuenta que cualquier sacrificio sólo era válido si se llevaba a cabo el ritual de manera escrupulosamente correcta, no quiso cometer ningún fallo y fue a consultar con la sabia ninfa Egeria, de la que ya os he hablado en otra ocasión, queridos lectoras y lectores.

- Y la buena Egeria le dijo: Numa, hijo, parece mentira que seas tan discreto para algunas cosas, y para otras,... Es muy fácil; tienes que sacrificar una vaca preñada, porque al matarla, mueren vaca y ternero por nacer. Dos por una, Numa -
- ¿Seguro que la ninfa Egeria le dijo eso al rey, Prisca? -
- Sí, eso. Más o menos. ¿Qué esperabas? -
- Pues que, tratándose de un personaje legendario, se expresara de una forma más solemne; más parecida a lo que dejaron escrito los poetas,... -
- Ya, versitos. Pues no, hija, no, que Fauno y las ninfas son más latinos que yo, y muy de campo,... así que de versitos nada,... Acertijos, para reírse un rato de los mortales, y llamando al pan, pan, y al vino, vino -

Para ilustrar esta entrada, una simpática alegoría de Fauno, riendo entre frondas imposibles, que adorna un bonito paño de azulejos de la Estación del Ferrocarril de Jerez de la Frontera (Cádiz, España).

jueves, 14 de abril de 2016

LOS COLORES DEL PODER

Augusto (National Geographic, 2014)
- ¿Y bien, tribuno? ¿qué te parece? Tú conociste el aspecto original de la escultura, ¿era así? -
- Sí - sonríe el tribuno con satisfacción - Exactamente. Es él. Qué alivio volver a verlo con sus colores... ¿Cuándo van a recolocarlo en su sitio? -
- El original va a seguir en el museo donde se guarda, y, sin pintar,... -
- ¿Entonces, esto...? -
- Es el resultado de un trabajo experimental que se llevó a cabo en Tarragona, vuestra Tarraco, mientras se estudiaba la policromía artística de vuestra época. Y la réplica de la escultura ha formado parte de algunas de las conmemoraciones del segundo milenario de su muerte,... ¡Oh!, siento haberlo mencionado -
- Tranquila, hijita, tengo asumido que, a estas alturas, todos nosotros estamos muertos - me dice con una sonrisa melancólica - Pero si hablas de conmemoraciones es que se celebró su bimilenario -
- Pues sí, así es -
- ¡Inmortal! ¡Entonces,... César es inmortal! - exclama, radiante - Dos mil años después de haber dejado este mundo, se le sigue recordando, y celebrando fastos en su honor -
- Pues sí, y no. Porque recordarle, se le recuerda, y está en todos los libros de Historia,... pero, aparte de eso, muy poca gente, además de los especialistas, celebró realmente ese aniversario -
- ¡Mmppff! - gruñe - Ingratos -
Trato de cambiar de tema, para que se le pase el disgusto ante lo poco que hoy en día los ciudadanos recordamos a los antiguos próceres.
- Entonces, ¿crees que han reproducido bien el colorido? -
- Sí. Aceptablemente bien. Coraza de gala, con alegorías divinas, y dorado y púrpura para el uniforme y el manto -
- El color púrpura era un color lleno de significado, muy relacionado con el poder y el orden social -
- Así es, hijita - me señala la ancha banda púrpura de adorna su toga de diario - El tinte púrpura es el más costoso, así que está reservado para la primera clase. El que yo lo lleve significa que soy miembro del primer orden, el senatorial, y que también pertenecen a él mi familia y mi gens -
- O sea, para nuestros lectores y lectoras, que sólo podían vestirse con ropas de color púrpura los patricios, miembros de la clase senatorial -
- No. Podemos llevar bandas de color púrpura en nuestras ropas o togas, pero no vestir de púrpura. Eso está reservado solamente para las máximas instancias de la República. Nuestro César fue nombrado princeps del Senado, y también se le concedió el título de augustus. Era el único hombre en Roma que podía vestir de color púrpura. De ahí, el color de su uniforme de gala en esa escultura,... ¿De verdad os parecen bellas las esculturas descoloridas? A mí, hijita, la verdad sea dicha, me da dolor de ojos tanta blancura marmórea,...  -

Queridos lectoras y lectores, el título concedido por el Senado a César Octaviano sería por el que todas las generaciones posteriores le nombrarían, y por el que le seguimos conociendo: Augusto. El color púrpura siguió asociado a la magistratura máxima del estado romano, que, a partir de Augusto, dejó de recaer efectivamente en los cónsules, como era tradicional, para estar en manos del caesar de turno. Si, en su caso, el título acabó convirtiéndose en sobrenombre; en el caso de los "césares", el nombre se convirtió en cargo, inmortalizando a la familia de los Julios Césares y uniéndola para siempre al poder,... y a la púrpura. Ésta era un tinte tan caro porque no era de origen vegetal o mineral, sino que procedía de una variedad de caracoles marinos, los múrices, de los que se extraía tras un largo proceso de maceración. Y eran necesarios miles de múrices para obtener pequeñas cantidades de tinte útil, por lo que, añadido a lo largo y lento del proceso de producción, su precio era muy elevado. A lo largo de los siglos, la púrpura siguió siendo el color simbólico del poder máximo; y reyes y emperadores interpretarían como un desafío a su autoridad y legitimidad el que alguien osara vestir de ese color.

- ¡¡¡Así, sí!!! - exclama Prisca, mirando la fotografía de Augusto con arrobo - ¡Qué guapo que han sacado al Niño Octaviano! -
- ¿Otra vez por aquí, buena mujer? - le pregunta el tribuno.
- ¡Ay, que no te había visto,... elegante! - le saluda ella, con un guiño.
- ¡Hola, Prisca! ¿Es así como recuerdas tú esa escultura? -
- Talmente, hijita. Es él. Clavadito,... bueno, aunque el escultor le ha sacado las piernas un poquitín favorecidas, ¿eh?,... que él es de canilla fina... Pero de cara, clavadito. Porque nuestro Niño Octaviano siempre ha sido muy guapito, y con muy buen pelo, ¡que menuda mata de pelo tiene el jodío! Con él, no se aburre nunca el peluquero,... que, en eso, fíjate tú, en eso no salió al Divino Julio, que cuando empezó a clarear, al pobre se le despedían los barberos de puro aburrimiento,... -
- ¡Tosca es mi Minerva! -
- ¿Qué dices, árbitro de la elegancia? - Prisca finge no haber oído el comentario despectivo del tribuno - ¿Y tú qué pintas por estos lares futuros, senatorial de fina estampa? ¿Buscando alguna fémina a la que regalarle el oído con requiebros? -
- No haré yo semejante cosa, que soy hombre decentemente casado -
- Sí, claro. Eso dicen todos -
- Y me abstendré de hacer comentario alguno sobre lo que opinen venerables e impertinentes ancianitas -
- ¡Pero qué pico de oro tienes, general!,... ¿Y no te interesaría saber que hay por ahí una matrona, muy decente ella, aunque algo ligerilla de cascos, que bebería los vientos por tu fina estampa? -
- Me cuesta creer que puedan ir en la misma frase cosas como "decente" y "ligera de cascos", y máxime en referencia a una matrona romana -
- ¡Cosas veredes, tribuno!,... ¿Qué me dices? ¿te gustaría que me las arreglara para presentaros? -
- ¡Pero qué cosas tienes, abuela! -
- ¡Anda!, que si te vas a poner quisquilloso ahora,... -
- Me marcho. Ya volveré en otra ocasión,... cuando esté seguro de no coincidir con esta aspirante a alcahueta - el tribuno se levanta, se recoloca la toga con mucha dignidad y se marcha hacia el Pasado.
- ¡Oh!, vaya, Prisca, lo siento. No creo que haya querido ofenderte -
- ¿Ofenderme? ¿a mí? Pues claro que no. A fin de cuentas, las mejores alcahuetas de Roma vienen como yo, del Trastévere - se ríe por lo bajo - Déjalo que se vaya,... Ya caerá. Te lo digo yo, que ése cae, con todas sus ínfulas, sus púrpuras y toda su retahíla de nombres y antepasados de relumbrón,... que más pueden dos tetas que dos carretas,... ¡y ahora me voy, que se de una que se va poner a dar saltos de alegría por la cocina en cuanto se lo cuente! -

Augusto de Prima Porta
 Las fotografías que ilustran esta entrada fueron publicadas por National Geographic, en su número de Diciembre de 2014. La que abre la entrada es una reproducción realizada por los restauradores E. Zahonero y J. Mendiola, que reconstruye la policromía original de la escultura conocida como "Augusto de Prima Porta", cuyo original, - perdido el color a lo largo de los siglos -, podemos ver en la fotografía de la derecha. Se conserva en los magníficos Museos Vaticanos (Ciudad del Vaticano, Roma, Italia).




miércoles, 13 de abril de 2016

IDUS DE ABRIL

 Mosaico con hojas de vid (Museo Arqueológico. Jerez de la Frontera)
Los idus del mes de Abril (Aprilis) caen en el día 13; al igual que los de los meses de Enero, Febrero, Junio, Agosto, Septiembre y Diciembre. Y como todos los idus, ya caigan en 13 o en 15, el día está dedicado a Júpiter.
Los idus de Abril abren la parte más festiva del mes, ya que en su segunda quincena se acumulan varias fiestas religiosas; entre ellas, otra dedicada a Júpiter, diez días después de los idus, el 23, conocida como Vinalia priora, y que vincula al vino con el padre de los dioses.
- Hay que tenerlo contento, para que mantenga a salvo las viñas de las tempestades y el granizo,... que no veas, hija, cómo las gasta cuando se enfada, el señor de los truenos -

Nos ayuda a ilustrar esta entrada un bonito fragmento de mosaico que se guarda en el Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera (Cádiz, España), tierra de grandes vinos. En él puede verse parte de una vid emparrada, con sus ramas dispuestas muy derechas y en alto, gracias al maridaje con algún árbol de porte, y ya crecidas las hojas y los zarcillos.

martes, 12 de abril de 2016

A TODO COLOR

Ceres (Jerez de la Frontera, España)
- Ya estoy aquí, hija. He venido lo antes posible... ¿Qué es lo que ha pasado? - me dice el tribuno, a modo de saludo.
No le respondo directamente, sino que le hago acompañarme hasta el salón, donde nueve de sus hombres están sentados tomando el té. Llevan ropa de faena, y, a sus pies, descansan varios cubos con pintura y un buen mazo de brochas. Un par de ellos llevan las cabezas cubiertas con pañuelos con cuatro nudos. Cuando ven aparecer al tribuno, dejan las tazas en la mesa y le miran con expresión compungida.
- Así que por el Futuro sin permiso, ¿eh? - el tribuno les mira con severidad y pone los brazos en jarras - Y encima, abusando de la hospitalidad de nuestra descendiente,... -
- ¡Oh!, pero si sólo es un poco de agua caliente con sabor raro - dice uno.
- Ella dice que es una infusión y lo llama "té" - dije otro por lo bajo.
- Te juramos por Cástor y Póllux, y todos sus parientes, que no es vino, mi tribuno,... sólo una tisana mujeril - añade otro.
- ¿Una tacita? - ofrece otro, alargándole la taza de la que él mismo no se había atrevido a beber.
- ¿Quién está al cargo? - gruñe el oficial que acompaña al tribuno, al frente de la escolta.
- Yo, señor. Cayo Lolio, hijo de Tito,... responsable de la banda de música - responde el que acababa de ofrecer su té al tribuno.
- Vaya, mira por donde,... así que tú eres el que me tiene hasta los güevos con los ensayos de pífano y tamboril,... -
- Señor, para las Floralia, señor - aduce el aludido, a modo de disculpa.
- De la música hablaremos luego, cuando regresemos. Ahora la cuestión es qué hacéis aquí,... -
- ¡Responded! - vocifera el oficial, a tal volumen que el tribuno de un respingo a su lado.
- Modérate, querido, que me vas a saltar los tímpanos -
Los nueve del té se miran las botas.
- ¡Cayo Lolio! Responde ahora mismo o mandaré que hagan un tambor con el pellejo de tu espalda - le amenaza el oficial.
Sabedor de que lo haría, Lolio traga saliva y responde:
- Hemos venido a pintar las estatuas -
- ¿Qué? -
- Pues que esta mañana se nos prohibió seguir ensayando, y poco más tarde se nos ordenó que encontráramos algo útil que hacer, so pena de recibir azotes por andar haciendo el vago,... buscamos, te lo aseguro mi tribuno, a algún otro oficial que nos diera ocupación, pero nos enviaron de un sitio para otro, y ninguno parecía querer contar con nuestros servicios;... así que recordé algo que tú mismo, ¡oh, tribuno!, comentaste no hace mucho: que nuestros descendientes tenían todas las estatuas sin pintar, y nos vinimos de voluntarios a pintarlas -
- Así que, en el fondo, esto es culpa tuya, ¡oh, tribuno! - le dice el oficial entre dientes, con sorna.
- Pero quién os manda,... - el tribuno inicia una regañina.
- Tú mismo - le dice otro de los hombres, uno de los que lleva el pañuelo anudado a la cabeza - ¿Ya no te acuerdas? -
- Sí, eso, ¿ya no te acuerdas? - el oficial sí que lo hace y dirige al tribuno una mirada irónica - Les compraste brochas, les diste permiso y les animaste para que se dedicaran a retocar aquellos frescos,... -
- ¡Y con qué resultado! - se queja el tribuno.
- ¡¿Y qué querías que hicieran estas criaturas?! - el oficial los abarca con un gesto - Si acaso, pintores de brocha gorda; nada de pintura artística, ya te lo dijimos,... pero tú no haces caso de nadie, tribuno -
- ¿No me digas que han retocado alguna escultura? - de repente, el tribuno cae en la cuenta de lo que podía haber pasado.
- No, no - le tranquilizo - Llegaron preguntándome por la estatua más próxima, así que les puse un té mientras os mandaba aviso -
- ¡Alabados sean los buenos dioses! - suspira el tribuno, aliviado, abanicándose con el umbo de su toga, ante la mirada del oficial, cada vez más irónica - ¡Esto no puede volver a repetirse!¡nada de venir al futuro sin permiso, ni órdenes!,... Y tú, bórrate esa sonrisita de la cara - añade entre dientes, mirando de reojo al oficial - que necesito que seas mi perro de presa -
- Te las apañas, tribuno, que esto lo has liado tú solito - le responde el oficial en voz baja, disfrutando de los apuros del tribuno.
- Bien, pues,... - todos miran al tribuno, esperando sus órdenes - ¡Pues regresamos! ¡ahora mismo! ¡y sin rechistar! -
Los nueve del té, recogen los cubos y las brochas y forman para marchar tras la escolta del tribuno.
- ¿A qué esperamos? - pregunta éste al oficial.
- A que tu autoridad de la orden, tribuno - le responde el oficial con un guiño divertido.
- ¡En marcha, pues! Al pasado, sin paradas intermedias -
El tribuno abre la marcha y todos le siguen en ordenada formación. Los pintores voluntarios van en último lugar, felicitándose por haber salido tan bien parados del incidente. Cuando menos lo esperan, el oficial reaparece detrás de ellos:
- Esto ha sido muy divertido, ¿verdad? Al tribuno le podréis dar sopas con honda, pero aquí estoy yo para compensarlo: en cuanto lleguemos, os va tocar pasar arresto por salir extramuros sin permiso. Y cuando termine el arresto, me encargaré de que os corresponda turno de escoba hasta las próximas Saturnales,... por desafinar tanto con las jodidas flautitas -

Nosotros nos imaginamos gran parte del arte greco-romano sin color; mientras que pensamos que la gente de la Antigüedad vestía con las prendas de los cuadros de Rafael o Tiziano, con el colorido del Renacimiento, reinterpretado a su vez por los pintores del Clasicismo y Romanticismo, como David, Delacroix o Madrazo. Y que las esculturas que adornaban calles, plazas, templos y mansiones eran de un sobrio y elegante "blanco mármol". La Arqueología, por el contrario, aunque de modo fragmentario, nos muestra que nuestros antepasados veían su mundo, y a ellos mismos, de otra forma, y, sobre todo, de otro color. De mucho color,... por todas partes.
Un ejemplo podría ser la fotografía que abre esta página. Se trata de una alegoría de Ceres, de inspiración neoclásica, que podemos ver en unos bonitos jardines junto al alcázar de Jerez de la Frontera (Cádiz, España). La piedra tiene un color neutro, blanquecino, natural de la caliza sobre la que está tallada la escultura. De ser antigua, sin embargo, hubiera estado cubierta de un revoco, para sellar los poros de la caliza, y pintada a todo color. Hubieran utilizado un blanco resplandeciente para el rostro, cuello y brazos de la divinidad, porque era femenina, y en las convenciones de colorido antiguas, el blanco era el color destinado a representar la piel de las mujeres y diosas. Negro o castaño, para el cabello, adornado con una diadema o tiara dorada; y tendría los ojos y los labios maquillados. La vestimenta puede que estuviera pintada de verde claro, porque era considerado un color muy apropiado para representar las ropas femeninas, y puede que también llevara adornos sobrepintados en dorado o púrpura, representando bordados. Por su parte, la cornucopia sería probablemente roja, color que representaba abundancia y fertilidad (en este caso, la de la tierra, pues lo que contiene son frutas); y las frutas irían en distintos tonos de rojo, castaño, amarillo y verde, ya que se trata de manzanas, peras, uvas y granadas de diferentes variedades, mezcladas con sus propias hojas.



jueves, 7 de abril de 2016

EN LO QUE SE CUECE UN ESPÁRRAGO

Después de una nochecita toledana, sin pegar ojo por culpa de una tos traicionera, lo que menos me apetecía era encontrar a nadie trasteando en la cocina, pero Prisca ha aparecido de repente, regañándome.
- Pero, vamos a ver, ¿cómo puedes tener media huerta encima de la mesa de la cocina? -
- Es un detalle de los muchachos, para que me mejore -
- ¡Vaya!, no me los imaginaba yo tan considerados,... pero por mucha quincalla que luzcan, siguen siendo más de campo que las gallinas: a una enferma se le regalan flores, no un montón de hortalizas -
- ¿Qué hay? Sólo me dijo que me dejaba un canasto con algunas cosas -
- Ven a verlo tú misma -
- ¡Ay, Prisca, que no me encuentro bien! - le digo entre toses.
- Pues sí que tienes una tosecilla pesada,... ahora mismo te preparo una tisana,... no, no vengas, que mientras toses, ni te entiendo, ni haces nada útil,... ya encontraré yo las hierbas en el armario -

Trastea por la despensa. Oigo como cambia las cosas de sitio, pero me encuentro tan mal que me da igual.
- ¡Qué desperdicio de descendencia! ¡Mira que sois flojos los del futuro! Un constipado os deja hechos unos zorros y no servís para nada,... -
- En tu época la gente se moría por cosas que hoy nos curamos con una pastilla - digo, a modo de revancha, aunque la tos le quita fuerza a mi alegato y lo deja prácticamante en agua de borrajas.
- ¡Ea! Ya está el agua hirviendo,... pues le he cogido pronto yo el tranquillo a esto de "la vitro" - suelta una risilla triunfante - ¡Qué cosas! Tocas unos circulitos y el panel de vidrio se pone rojo y calienta como si fuera un fogón. Rápido y limpio,... -
- Pues quién tú sabes pretende cambiarla por un fogón de los vuestros -
- ¡Será mequetrefe! Seguro que lo que le pasa es que con esos dedazos que tiene no atina a darle a los circulillos -
- No te metas con él, Prisca. Mira lo atento que ha sido hoy. Estaba demasiado mala para advertirles que no vinieran, y, esta mañana, clareando, se presentó aquí con su cuadrilla, para seguir con la obra de la cocina. Cuando me vio la mala cara que tenía, los mandó recoger en silencio y volverse al pasado. Al rato, procurando no hacer ruido, volvió él mismo con el canasto,... que, a propósito, ¿qué es lo que tiene? -
- A ver, a ver,... media huerta y un prado entero,... Pero qué exagerados que son estos pechos de lata. Hay setas, espárragos, cebolletas, ajos tiernos, cardos, berros, acelgas, apio para parar una carreta y pepinos,... y todo recién cogido, vamos, que te lo han traído con la tierra y los hierbajos también -
- Es un regalo; no voy a quejarme -
- Lo que tienes que hacer es recogerlo y colocarlo todo dentro de la caja fría, para que no se estropee, porque no te veo yo a ti con mucha disposición ni para cocinar, ni para comer,... aunque todo esto no se lo come de una vez ni una vaca,... -
- Sí, luego lo guardo -
- Anda, tómate esto, antes de que se enfríe, que te va a sentar muy bien -
- ¿Qué lleva? -
- No pensarás que voy a decírtelo, ¿verdad, bonita? Y no pongas cara de asco, que todo estaba en tu despensa; yo sólo he cogido un pellizco de acá, otro de allá, y lo he puesto todo junto a cocer. Vamos, bébetelo... Eso está mejor... Y ahora te voy a dejar hecho algo de cena antes de volverme a casa -
- Gracias, Prisca; pero no hace falta que te molestes. Yo me prepararé cualquier cosita más tarde -
- ¡¿Cualquier cosita?! Demasiado bien se yo que esa cualquier cosita será alguna guarrería de éstas modernas, que ni alimentan, ni nada. ¡No, señora! Mira, y verás qué rápido te dejo listo algo en condiciones. ¿Qué hay más rápido que cocer un espárrago?... Pues ¡nada!. Y aquí tenemos un buen montón de espárragos recién cortaditos de sus matas en el campo,... anda que en eso se entretienen éstos, en corretear por el monte cogiendo setas y espárragos,... -
Viendo que no puedo pararla, le pregunto, entre toses:
- ¿Cómo los vas a preparar? -
- ¿A ellos, o a los espárragos? - bromea Prisca, mientras corta la parte inferior de los espárragos con el cuchillo más grande que ha encontrado por la cocina - Pues, sencillitos: un hervor, un pellizco de sal, un buen chorro de aceite y un salpicón de vinagre -
- ¿Había otras recetas? -
- Sí, porque los espárragos son muy agradecidos, y van bien con muchas cosas. Los cueces y los comes con huevos fritos; o haces un revuelto mezclándolos con huevos en la sartén. También se pueden añadir, picaditos, a los guisos. O sofreirlos con ajo,... Para guiso los pones crudos con los otros ingredientes en la olla, o la cazuela, pero para revueltos o para fritos, tienes que cocerlos primero. Ya sabes: cuando el agua rompa a hervir, echas los espárragos, esperas un momentillo y los sacas corriendo, que si no, se pasan enseguida y se ponen blanduchos -
- Seguro que había recetas más complicadas -
- Sí, claro, pero eran cosas de cocineros de postín y mesas de ricos: todo muy elaborado y con muchas especias,... ganas de complicarse la vida, porque los espárragos, como están más ricos es sabiendo a espárragos,... ¡Listos! -
- ¿Ya están cocidos? -
- Lo que dice el refrán, bonita, más rápido que lo que tarda en cocerse un espárrago - se ríe, quitándose mi delantal, y preparándose para volver al pasado - Que te lo comas todo -
- Descuida -
- Y recoge la verdura, que los caracoles que venían con ella se están subiendo ya por las paredes de la cocina -

Aprovecho esta nueva entrada sobre cocina para recomendaros que visitéis, queridos lectoras y lectores, el perfil de Facebook de Yolanda Henares Guerra, que tan amablemente nos cedió fotos de sus torrijas. En el álbum que ella ha titulado "In da kitchen", presenta muchísimas fotos de sus creaciones culinarias (algunas en modo "paso a paso"). Hay de todo: desde su original repostería hasta versiones divertidas de recetas habituales, especialmente pensadas para niños, e incluso, con niños en la cocina.

sábado, 2 de abril de 2016

FORTUNA MASCULINA, LAS MUJERES Y EL BAÑO

Anuncio de jabón Myrurgia (Jener, 1923)
El mes de Abril (Aprilis) comenzaba con una festiva costumbre de las mujeres de la plebe, que consistía en ir a los baños (balnea) públicos y utilizar los espacios o los horarios masculinos, para pedir a Fortuna Virilis que les concediera buena suerte con los hombres el resto del año.

Este comportamiento transgresor era el voto que hacían para atraerse el favor de la más voluble de las diosas, en su advocación específica para los hombres. En una sociedad con tantas divinidades, y donde todas tenían tantas ocupaciones, también existía una Fortuna Muliebris (Fortuna Femenina).
Por otro lado, esa misma sociedad mantenía a ambos sexos lo más lejos posible el uno del otro, en buena parte de las actividades sociales, de forma que los baños públicos se organizaban para que hombres y mujeres no coincidieran ni en el tiempo, ni en el espacio. Si las instalaciones balnearias eran lo suficientemente grandes, había zonas, estrictamente separadas, para usuarios masculinos o femeninos. Si no, lo que se respetaba, más estrictamente todavía, era un horario diferente para cada sexo. Excepto, como acabamos de referir, el primer día de Abril, y sólo permitido, por tradición, a las mujeres de la plebe, que normalmente no tenían una buena fama familiar que mantener y, por tanto, ninguna apariencia que guardar.

- ¡Qué bien lo hemos pasado! - ríen nuestras amigas las matronas, a coro.
- ¡Qué razón tenías, Matidiola, querida! - dice Gabinia - Hay que ver lo bien que nos ha venido retomar aquí la costumbre de ir a los baños de los hombres en las nonas de Abril,... -
- Sí - añade, evocadora, Mariola - Era como volver a estar en Roma y tomarnos la tarde libre y pasarla en los baños con las amigas -
- ¿Qué se os habrá perdido a vosotras en los baños masculinos? - les dice Prisca, en tono de reprensión - Todas estáis casadas y bien casadas, ¿qué clase de suerte con los hombres queréis pedirle a Fortuna Virilis? ¿quedaros viudas y que os salga pronto un buen partido? ¿o estáis pensando, malas matronas, en buscaros un lío, engañando a vuestros maridos? -
- ¡Ay! ¡Calla, Prisca! Eres un dolor de cabeza y una aguafiestas - le dice Matidia - Sólo es una vieja excusa tradicional para pasar una tarde divertida. ¿Es que ya se te ha olvidado lo que tú hacías cuando eras joven? -
- Prisca no ha sido nunca joven - dice Cintia.
- No, lo que pasa - dice Mariola - es que mi madre se ha molestado, porque nos hemos ido a los baños y no le hemos dicho nada a ella -
- ¡Ni falta que me hacía! Que yo soy muy decente, aunque sea plebeya y pobretona; y ni por Fortuna, ni por Juno, me meto en los baños de los hombres... -
- No vaya a ser que te salga algún viejo espantajo de pretendiente - ríe, malévola, Gabinia.
- No, hijita, no vaya a ser que te encuentre con las faldas a la altura del cuello, como en las últimas Saturnales - le responde Prisca, más malévola aún - ¿O creías que ya se me había olvidado? -

Probablemente, la costumbre tuvo su origen en algún ancestral rito propiciatorio de la fertilidad, pero, con el paso de los siglos, cayó en el olvido. A finales del siglo I antes de Cristo, sólo las mujeres de clase baja mantenían la tradición, entre festiva y transgresora, que les permitía no sólo tomarse unas horas libres de sus tareas domésticas o del trabajo, sino también unas libertades de comportamiento que, habitualmente, les estaban vedadas, por las rígidas costumbres de una sociedad tan patriarcal como la romana.

La imagen que ilustra esta entrada es un anuncio de cosméticos, de la marca Myrurgia; en concreto, de jabón y de toda una línea de productos de aseo femeninos (extractos, polvos, loción, brillantina y crema), identificados por el mismo aroma. Y la hemos elegido, no sólo porque se trata de una línea de baño, en relación con el tema principal de hoy, sino también por el nombre que la firma dio a la línea, cuyo "buque insignia" publicitario debió ser el jabón: Orgía. El diseñador gráfico, Jener, utilizó unas flores, de las que caen gotas de agua, para evocar una ducha, y la imagen de una mujer (de la que sólo se ven brazos y cabeza). Ésta parece danzar con los brazos en alto, como las míticas bacantes, en una referencia al nombre elegido por la marca para su nueva línea de productos para el baño. Ese nombre debió elegirse porque era corto, sonoro y, en los "felices" años 20 del siglo pasado, en una época muy activa de reivindicaciones femeninas, evocaba transgresión de las prohibiciones, de las rígidas normas sociales, y libertad sexual. Aunque, en la Antigüedad una orgía era, en realidad, una ceremonia religiosa de origen griego, relativa a los cultos mistéricos relacionados con Dionysos/Baco, en los que se celebraban el renacimiento anual de la vegetación y la energía vital, y, en relación con ello, la pervivencia y resurrección de las almas. Sobre el cómo y el por qué llegaron a identificarse con todo tipo de excesos, empezando por el del consumo inmoderado de vino, hablaremos en una próxima entrada.

Este anuncio de Myrurgia fue publicado, a toda página, en la revista Nuevo Mundo, en el número del 12 de Octubre de 1923.