Helechos y vincas (T. Piquet, 2016) |
Hoy se celebra el Día mundial de la Tierra. Para nuestros antepasados romanos, la Tierra (Terra Mater) era sagrada y divina, y se la personificaba en varias diosas.
De algunas de ellas hemos hablado recientemente, puesto que en el mes de Abril (Aprilis), con la Primavera, se celebraban las principales fiestas en honor a Tellus (15 de Abril, las Fordicidia) y a Ceres (del 12 al 19 de Abril, las Cerealia).
En relación con ambas, citábamos a Vesta, y, sobre todo a Dea Dia, que solía identificarse con ellas y con otra diosa de similares características y ocupación, Ops, a la que también se llamaba Madre Tierra, y de la que dependían asimismo la abundancia, la prosperidad y la fecundidad agraria.
A ellas hay que añadir a Maia, una divinidad que representaba a la propia Tierra y su fecundidad renovada, conforme al ciclo de las estaciones, y que, según la tradición, era hija del dios de la Naturaleza, Fauno.
Se las solía representar como matronas, a veces, sentadas en tronos; y acompañadas siempre por los símbolos de generosa fertilidad de la Tierra: espigas, frutas y flores; o por cornucopias (o "cuernos de la abundancia") de las que éstos se derraman en cascada para alimentar a la Humanidad.
De ellas seguiremos hablando cuando corresponda, conforme a sus fiestas en el calendario religioso de nuestros antepasados. No obstante, al tratarse hoy del Día de la Tierra, la nómina de divas que se adoraban como Madre Tierra en la época romana no estaría completa si no mencionáramos a las de origen no itálico. A nuestros antepasados romanos les encantaba "fichar" divinidades para ampliar o completar su panteón. Cuando, como en el caso de las griegas, existía un gran paralelismo, debido a su remoto origen común, se producía una asimilación de divinidades y cultos; y así sucedió con Deméter y Ceres; o, como trataremos próximamente, con Maia y Maya. En otros casos, se las invitaba a venir a residir a Roma, como sucedió con Cibeles, en el siglo III antes de Cristo (casi doscientos años antes de la época de nuestras novelas). Ésta, la Magna Mater de Asia Menor, tenía asimilados los cultos de Magna Dea y de Rea. Considerada algo así como la abuela de los dioses en algunos lugares del ámbito griego, se confundía a veces, en el ámbito romano, con Ceres, Ops y Maia.
Proveniente de una cultura muy diferente, la egipcia, pero pasada por el tamiz griego helenístico durante la época de la dinastía de los Ptolomeos, llegó a Roma la diosa multitarea por excelencia, Isis. Ya llevaba algún tiempo recibiendo culto en las cosmopolitas ciudades de la Campania y del Sur griego de la Península Itálica, pero comenzó a ponerse de moda en Roma capital hacia finales de la República (segunda mitad del siglo I antes de Cristo), cuando Egipto entró en la órbita romana y la reina Cleopatra VII, gran devota de Isis, se convirtió en uno de los personajes habituales de las "crónicas de sociedad".
Para el Día de la Tierra hemos elegido una sencilla fotografía de plantas de mi jardín. Unos helechos y unas vincas en flor, que representan, con su exuberancia y su fresco verdor, el rebrotar de la vegetación, símbolo del reinicio del ciclo de la vida, reflejado en el tránsito de las estaciones; y cuya promesa de abundancia, nuestros antepasados celebraban con fiestas en honor de las diosas Terra Mater.
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