Queridos lectores: mal que bien, terminó la larga cuarentena, salimos del confinamiento general y, poco a poco, vamos tratando de volver a la normalidad. Normalidad extraña, con demasiadas precauciones que tomar al salir de casa y con la epidemia y sus rebrotes rodeándonos casi por todas partes. En el intento, ha llegado el verano y a las incomodidades de las mil y una precauciones sanitarias hemos de añadir las elevadas temperaturas de estas fechas caniculares. A pesar de todo, tratamos de ponernos al día, de recuperar el tiempo perdido en el trabajo y el estudio y, principalmente, llegado agosto, de aprovechar las vacaciones para reponernos del largo encierro.
Espero que todos puedan disfrutar de unos días de auténtico descanso, con salud y buen ánimo, en la playa, en la montaña o en cualquiera de los bellos pueblos de interior de nuestro hermoso país. Y les recuerdo que la lectura es la mejor de las compañías. Lleven un libro (¡o todos los que puedan!) con ustedes y saboreen el tiempo libre mientras recorren sus páginas, en esas horas en las que el sol y el calor empujan a recogerse al amparo de una sombra generosa.
Mis personajes y yo nos quedamos en este rincón a caballo entre el pasado y el presente, escribiendo.
Les dejo la sugerencia que, con su excelente humor, nos enviaba hace unos días nuestro buen amigo Jesús Salas, junto con algunas bellas fotos de la antigua ciudad de Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz, España):
" Uno de los mejores sitios del mundo para perderse. Un libro de Teresa Piquet, una cervecita, una tapa de atún, el móvil apagado y ¡qué caigan bombas!"
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