ARDE PORTUGAL
Un mal rayo de una tormenta seca, en este verano adelantado, y se consume Portugal en un infierno de llamas.
Mis personajes y yo nos sumamos al dolor de las familias de las víctimas, muertos y heridos; a la pena de los damnificados que ven arder sus casas, sus campos y sus pertenencias; y al esfuerzo denodado de todos los que se afanan, hasta la extenuación, por intentar poner freno a esta catástrofe. Esta entrada es, pues, para todos ellos, y para Portugal entero, nuestro país hermano, nuestro convecino en estas tierras del oeste, que otrora fueran la antigua provincia Ulterior.
- Si pudiéramos traspasar hasta allí los límites del tiempo, ya habríamos ido corriendo a ayudar a los que luchan contra ese incendio - dice el primipilo Cornificio, con gesto grave y voz enronquecida por la impotencia, mientras mira las impresionantes imágenes que transmiten todos los canales de noticias.
Los demás centuriones asienten en silencio, con gestos de pesar.
- Lástima que no podamos ir... - dice Plácido, el de aspecto hercúleo - Nosotros éramos muy buenos en eso -
- Lo que sí podemos hacer, hermanos - apunta el aquilifer, Prisco Unojo -, es rogar a los dioses por esas pobres almas, arrebatadas por el fuego -
- Y hacer algunos sacrificios de desagravio a Júpiter, porque, si como dicen, el incendio lo ha ocasionado un rayo,... a lo mejor es que el Óptimo Máximo está enojado - añade Quadrato, el centurión más pío.
- Quizás esta vez deberíamos hacer caso a Quadrato, porque si todo este horror es por un rayo... - opina muy serio el tribuno Galo - En esta ocasión, a nuestro señor Júpiter el enojo se le ha ido de las manos -
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