Hojas de vid (fragmento de mosaico/Jerez de la Frontera) |
Vinalia
rustica
El tribuno y yo comemos
uvas, sentados codo con codo en el poyete de la puerta de mi casa que da al
jardín. Hoy ha puesto a los legionarios de su escolta a echarme una mano como
jardineros “voluntarios”, recortando setos y recogiendo la hojarasca que los
calores de este seco estío van dejando por todas partes. A media mañana, les
preparé unos bocadillos. Ellos sonrieron, sacaron el relleno y se lo comieron,
“como toda la vida”, dando pellizcos alternos al pan, “que eso de
morderlo todo a la vez es una cosa muy moderna”.
- Y
vete tú a saber, Cayo, si no es hasta indigesto –
Para agradecerme el queso,
los embutidos y el tinto de verano, - que también les ha hecho enarcar las
cejas y reírse por lo bajo de lo “flojo” que es el vino de hoy en día -, me han
enseñado a hacer espalderas de zarzo, entretejiendo con las manos las varetas recortadas a los arbustos.
El zarzo tenía muchos usos
en la Antigüedad, en la paz y en la guerra. Para fines bélicos, el zarzo se utilizaba,
siempre que fuera necesario un material ligero, en obras de fortificación, en
la construcción de máquinas de asedio y en la confección de manteletes. En cuanto
a su uso civil, el principal era la construcción de viviendas, ya
fueran cabañas o cobertizos, levantados entera o parcialmente con materia
vegetal; o bien como techado o tabiques en edificios de mayor entidad. En este
último caso, el zarzo servía de armazón para dar forma a las paredes, y se
cubría con barro o adobe, para cerrar los huecos entre las varetas, y después
se enyesaba, para igualar las superficies y poder pintarlas. En el campo y la
jardinería, servía para hacer vallas, construir portillos o tupir setos, o para
usarlo como espaldera en la que apoyar plantas de poco porte o enredaderas. Me
han regalado una pequeña vid, así que mis nuevos jardineros “voluntarios” me
han recomendado que la apoye en una espalderilla de zarzo, para que el viento
no la vaya a tronchar, ahora que todavía está tierna.
- Entonces,
tribuno, el 19 de Agosto se celebraba una ceremonia religiosa para propiciar
una buena cosecha de uva – le digo, tendiéndole el lavafrutas.
- Exactamente,
querida. Eran las vinalia rustica,
que se celebraban en rogativa a Júpiter, para que evitara que las tormentas de
verano destrozaran la uva, que estaba acabando de madurar en las vides. Como su
nombre indica, se celebraban principalmente en el campo –
- ¿Las
podemos considerar como fiestas de vendimia? –
- No.
Todavía no es época. Queda poco, de ahí la necesidad de que Júpiter nos sea
favorable y contenga su furia, para que ni los aguaceros, ni el granizo dañen
la uva. Cuando se vaya a empezar a vendimiar, entonces se celebra de manera
oficial: el flamen dialis lleva a
cabo un sacrificio propiciatorio, ofreciendo a Júpiter una cordera, totalmente
blanca, como es de rigor; y después corta simbólicamente el primer racimo de la
cosecha, declarando comenzada la vendimia bajo la protección del Óptimo Máximo. Le sigue el jolgorio tradicional y, después, todo el que tiene viñas corre a
vendimiar, antes de que se estropee el tiempo –
- ¿En
qué fecha se celebraba esa, digamos, inauguración de la vendimia? –
- ¡Oh!,
era, lógicamente, una fiesta móvil, y dependía de cómo hubiera sido el año para
la uva. Cuando estuviera lista para recogerse, pues entonces se celebraba la
fiesta,… ¡Huuum! Estas uvas están riquísimas, hija. Voy a coger algunas más –
- Voy
a llevarles unos racimos a los muchachos –
- Te
doy permiso, pero no me los entretengas mucho, que dentro de nada me estarán
diciendo que ya es la hora sexta –
No
vayáis a creer, queridos lectoras y lectores, que nuestros personajes se fían
de la hora que marcan los relojes de mi casa, que sólo les parecen poco más que curiosos
artilugios modernos. Ellos, siempre preparados para cualquier contingencia, se
hicieron un reloj de sol en el suelo en cuanto llegaron de buena mañana.
GLOSARIO
Flamen dialis – Sacerdote
responsable de los cultos de Júpiter.
Vinalia rustica –
Festividad religiosa previa a la vendimia, dedicada a Júpiter, en su cualidad
de dios de las tormentas.
Hora
sexta – Hora del descanso del mediodía, después del almuerzo. De la palabra,
“sexta”, y de la costumbre, la tan española “siesta”.
Para ilustrar la entrada, una fotografía de un bonito fragmento de mosaico con motivo de hojas y zarzillos de vid, que se conserva en el Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera (Cádiz, España).
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