Podenco (mosaico; foto: T. Piquet, 1992) |
Esta bonita imagen de un podenco es un fragmento del bellísimo mosaico "de Neptuno", que se conserva en la excelente colección del Museo del Bardo, en Túnez.
Aunque la vegetación que lo rodea es una flora idealizada y esquemática, nos encontramos con una representación realista del can, que refleja claramente todas las características morfológicas de los podencos.
Estos perros de caza, rústicos y sufridos, auténticos todo-terreno, muy bien adaptados a los extremos del clima mediterráneo, llevan dejándonos retratar sus elegantes siluetas desde hace varios milenios. Ya se les reconoce en el Arte Egipcio, y, aunque existen algunas representaciones algo posteriores y de época helenística (fenicias, griegas y cartaginesas), será en época romana cuando más abunden sus apariciones, en la pintura al fresco, en los mosaicos e incluso en la decoración de la cerámica de vajilla fina, en los que las escenas de cacería protagonizaron auténticas modas decorativas en siglos diversos.
Los podencos siguen todavía entre nosotros, debido a sus habilidades como cazadores. Desde antiguo, jugando con los diferentes tamaños de cada variedad, se les usaba para la caza mayor o menor; siendo los ejemplares más pequeños muy apreciados como ratoneros, antes de la expansión del gato doméstico más allá de las fronteras de Egipto. Por su excelente oído y su vivacidad eran también utilizados como perros de alarma, cooperando en la guardia y custodia de fincas y domicilios.
Hoy en día siguen desempeñando su papel de compañeros de los cazadores, sobre todo para la captura de conejos y liebres en terreno abrupto, ya que tienen un oído tan fino y bueno como la vista y el olfato, combinación de sentidos que les permite localizar a las presas aunque tengan facilidad para ocultarse entre piedras y matorrales cerrados. Tienen también una buena punta de velocidad, aunque menor que la de galgos y lebreles; pero superan a éstos en capacidad de salto y habilidad para trepar y moverse con rapidez entre las rocas.
De los podencos que ya teníamos en la Antigüedad derivan seguramente todas las variedades que existen en la actualidad en España, Portugal, Francia, Italia (donde, en Sicilia, también hay que considerar al Cirneco del Etna, aunque esté catalogado como una raza canina diferente) y Malta (el conocido como Perro de los Faraones, también catalogado como una raza propia). Una peculiaridad de todas estas razas es la de tener la nariz rubia (no despigmentada, sino de color marrón rojizo, de acuerdo con el color más usual de su capa), igual que la del podenco del mosaico tunecino.
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