martes, 17 de mayo de 2016

A FALTA DE PAN, BUENAS SON TORTAS

Copita de cerámica (T. Piquet, 2015)
Hoy es el Día Mundial de la Repostería. Un día cuya celebración pone de acuerdo a todo el mundo. A nadie le amarga un dulce,... ¿o sí?.
Para poner nuestro granito de arena en esta dulce efemérides, Prisca me ha prometido darnos una receta de las que ella preparaba. La forma de hacer estas tortas dulces pasaba de generación en generación, era muy fácil de hacer y los ingredientes se podían encontrar en casi todas las despensas latinas.
- Adelante, Prisca, nuestros lectores son todo oídos -
- Ojos, dirás, bonita,... que según me has contado, nuestros descendientes leen en alguna parte, y de alguna manera que no entiendo, lo que tú y yo decimos -
- Pues muy bien. Si lo prefieres, diremos que son todo ojos,... y también paladar, porque se de más de un goloso al que ya se le está haciendo la boca agua; y de más de una intrépida cocinillas que ya tendrá preparado el bloc de notas para no perderse una coma de lo que tú digas -
- ¡Oich! ¡qué cosas me dices! ¡me voy a poner como una amapola! ¡a mis años! -
- No sabía si decírtelo, pero tienes tus admiradores,... -
- ¿Cómo? -
- Sí, Prisca. Algunos de los que tú llamas "nuestros descendientes", me preguntan por ti cuando no apareces por aquí,... y hasta les gustaría saber tu opinión sobre algunas cosas -
- ¡Qué me dices, niña! -
- A este paso voy a tener que abrir una "sección de consultorio" para que les atiendas -
- ¡Ay! Quita, quita, que yo no entiendo de cajas parlantes de éstas,... ni quiero entender, Juno me valga -
- Como quieras... Vamos a por la receta -
- Eso... Pues es muy sencillita. Sólo se necesita harina, agua o leche, un poquito de aceite, miel y una copa -
- ¿Una copa de qué? -
- Una copa de una copa. No es ingrediente, bonita, sino un cacharro para cortar la masa. Coges la copa, le das la vuelta, la aprietas contra la masa y, ¡ea!, ya tienes una torta bien redonda,... Cómo se nota que os habéis acostumbrado a que los chismes modernos os lo den todo hecho,... qué desperdicio de habilidad y de imaginación -
- Bueno, mujer, no nos riñas tanto, y cuéntanos algo más sobre los ingredientes -
- ¿Qué hace falta decir? -
- Veamos: harina, ¿de qué tipo? -
- ¡Ah!, eso. Sí, ahí tienes razón, hijita. Y, para variar, te la doy. Hay muchas clases de harina. Para estas tortas, lo mejor es la harina blanca, bien molida y bien cernida. Si te resulta muy cara comprar la harina fina, pues compras la normal y la pasas tú en tu casa por tu propio tamiz -
- O sea, cocinillas de este Futuro nuestro, que conviene utilizar harina especial para repostería, o incluso harina de maíz -
- ¿Qué es "harina de maíz"? -
- El maíz es una planta que produce grano, y éste se puede moler, como el trigo o el centeno, para conseguir harina. Esa harina es muy fina y da muy buenos resultados en repostería. El maíz es una de las plantas nativas del Nuevo Mundo que vosotros no pudisteis llegar a conocer, y del que ya os he contado algunas cosas -
- ¡Ah, sí! El sitio donde se criaba el chocolate -
- La planta del cacao, que es de donde se obtiene el chocolate -
- Da lo mismo. Tú me entiendes -
- Yo sí, pero puede que algunos de nuestros lectores no... Sigamos con los ingredientes: ¿agua o leche? -
- Eso, al gusto de cada quisque. Lo que sea, pero en cantidad suficiente para hacer una masa bien ligada con la harina -
- ¿Y el aceite? -
- Para freír las tortas, pero poquito, lo justo para engrasar la sartén, que si no, se lo beben todo y quedan pringosas -
- Por supuesto, el aceite, de oliva -
- ¿Y de qué va a ser si no, bonita? ¿de nabos?,... ¡Anda que tienes unas cosas! -
- Verás, Prisca, es que hoy en día existen otros tipos de aceite,... -
- Ni me los mientes, porque otra cosa han de ser. Aceite, o sea, oleum, que es como se llama en latín de toda la vida, es el zumillo que se saca prensando las olivas, que son el fruto del olivo. Y no otra cosa -
- Bien, bien. Ya tenemos lo básico, así que, ahora, el cómo se hace -
- Pues facilísimo. Para un viaje como éste no necesitamos alforjas,... pero ya se que a los modernos hay que explicároslo todo. ¡Juno sacrosanta: paciencia para esta pobre devota tuya!... A ver: cogemos la harina, la ponemos encima de la mesa de la cocina formando un montoncillo. Ahuecamos el centro del montoncillo con el puño, y echamos el agua o la leche. Después lo mezclamos para que se ligue bien, y después amasamos. Cuando la masa está en condiciones, vamos, que ya no se queda pegada en los dedos, la estiramos sobre la mesa con un rodillo. O sea, que tenemos una bola de masa y con el rodillo de madera,... ¿sabes lo que es un rodillo?,... sí, ése que viene muy bien para atizar al yerno que trasnocha,... pues con eso la aplastamos primero; luego, le damos pasadas por encima, hasta que la dejamos bien planita sobre la mesa, en la que habremos echado antes un puñadito de harina, para que la cosa sea más fácil. Entonces hacemos lo de la copa, ya sabes: se coge, se le da la vuelta y se recortan con ella trozos redondos de masa -
- Y ya tenemos las tortas -
- Sí, bonita, pero crudas. Lo que hay que hacer a continuación es poner el aceite a calentar en la sartén. La sartén, mejor si es de las grandes de hierro, porque así fríes más tortas de una vez, y también es más fácil irles dando la vuelta cuando convenga... Cuando el aceite esté bien caliente, aunque antes de que eche humo, que hay mucha lenguaraz que se va a pegar la hebra mientas se calienta el aceite, y cuando viene a caer en la cuenta, se le ha chamuscado,... Pues eso, que cuando está caliente, se van friendo las tortas, por un lado y por otro -
- Y un chorrito de miel ¡y listas!, ¿no? -
- Eso mismo, hija.

Pues eso mismo: a celebrar el Día Internacional de la Repostería con esta veterana y sanísima receta, que estará lo dulce que queráis, dependiendo de la cantidad de miel a la que cada uno llame "chorrito".
Como curiosidad, os diré que el gran Apicio incluyó una receta de esto entre sus dulces. La diferencia, como ya vimos en la entrada sobre las torrijas, estaba en que, al final, junto con la miel, se les añadía canela, o pimienta (esto, para los amantes de las emociones fuertes de estómago), para convertirlas en postres de lujo.
- Si ya te dije entonces que el Apicio ése era un pillastre bueno. Seguro que copió las recetas de su madre, o de su abuela, las empolvó con especias y, ¡ea!, lujo asiático para ricachones -

Como no tengo ninguna buena fotografía de estas tortas, ilustro la entrada de hoy con una pequeña copa que, probablemente, una matrona como Prisca podía haber tenido entre la vajilla de su alacena; y a la que también habría dado otros usos, aparte de beber en ella, como, por ejemplo, cortar la masa para tortas, pastas o galletas. Habrá quién se extrañe de no encontrarle el pie alto a la copa, y le diremos que no, que no está rota. Tiene un pequeño pie anular, apenas marcado, lo suficiente para hacerla estable; porque en la Antigüedad había muchos tipos de copa, algunas con pie alto, otras con pie bajo, y otras, como ésta, prácticamente sin pie. Algunas tenían asas, y otras, no.

¿Le tiramos el guante a Yolanda, para que se anime a hacer unas tortas y a enviarnos unas fotos para el Blog? El picarón del Sileno se relame de gusto y dice que sí con la cabeza.

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