Anuncio de la fábrica de relojes de C.Coppel |
- Inmortales son, y, por lo tanto, no ha de extrañarte, querida, que, incluso en el siglo XX, hicieran lo que les viniera en gana -
- ¡Bienvenido de nuevo por aquí! -
- ¡Oh!. No hace falta que me lo agradezcas,... en realidad sólo he pasado para echar un vistazo al volumen de los mapas, je, je -
- Tú no te haces una idea, Flaquilla, de lo que le ha gustado, aquí, a su autoridad, el cartapacio ése lleno de mapas de colores -
- El Atlas -
- ¡¿Qué te dije, Cayo?!,... que a eso le habían puesto el nombre de uno de los titanes -
- Pues no se yo por qué -
- ¡Tosca es mi Minerva!,... disculpa, hijita, a mi escolta,... pero es que últimamente no hay forma de que me dejen salir extramuros sin llevar escolta -
- ¡Cualquier día de éstos, los principales te hacen acompañar con banda de música cuando vayas a mear! -
Hay una carcajada general entre los miembros de la escolta, que, con ruido de hierros se van acomodando en el salón. Nuestro invitado principal, sin embargo, tuerce el gesto con fastidio y murmura su disgusto por lo bajo.
- ¿Podemos tirar unos dados? - pregunta uno.
- Podéis - responde nuestro invitado.
- ¿Podemos apostar, tribuno? - pregunta otro.
- No tentéis a Fortuna - le gruñe éste - Que una cosa es que os deje practicar vuestro pasatiempo favorito y otra, ¡muy otra!, que vaya permitir que os juguéis la bolsa en mi presencia -
- Nada, - dice otro - que aunque estemos en el futuro tenemos que seguir cumpliendo con el reglamento -
- ¡Por supuesto! - el tribuno eleva la voz - Estaremos en el futuro, pero siempre de servicio -
Todos acatan la voluntad del tribuno, y, liberándose de parte de sus armaduras, se van sentando en el suelo, sobre mis cojines, formando un círculo para tirar los dados por turno.
- Esto, tribuno,... - uno carraspea para llamar la atención de nuestro invitado, que ya se había abstraído en la contemplación de las láminas del atlas.
- Di - responde con fastidio.
- ¿Por qué ese volumen de mapas se titula "Atlas"? -
El tribuno se aclara la voz, se pone en pie, adopta una pose magistral y explica a los hombres de su escolta:
- Es una analogía que han establecido nuestros descendientes. Por designio de Júpiter todopoderoso, óptimo y máximo, Atlas cargaba con el mundo; así que ellos le han dado su nombre a este volumen, porque en él han recogido todos los mapas del mundo -
- ¿Todos? -
- Así es. Como ya he podido comprobar, están todos, incluso los de aquellos lugares que nosotros nunca llegamos a conocer -
- Pues eso sería porque al Cascarrabias Mayor no se le metió entre ceja y ceja, que si no, ya habríamos pintado nosotros todas esas tablas -
- Haré como si no te hubiera oído, Marco Mustela,... porque bien sabes que eso te valdría un arresto al regreso - le señala amenazador.
- Pues a mí los mapas me dan igual - sonríe picarón otro de los miembros de la escolta, que, junto a nuestra mascota, el Sileno, observa con deleite la imagen que ilustra esta entrada -, ... pero ya me gustaría encontrarme un día de éstos con una de las ninfas,... -
- ¡¡Tú siempre pensando en lo mismo, hermano!! - los demás interrumpen la partida de dados para burlarse de su compañero.
- ¡¡Vamos!!, que me vais a decir que vosotros no, ¿eh, machotes? -
Para nosotros, las ninfas, al igual que nuestra mascota, este simpático Sileno, son seres mitológicos, con una existencia a caballo entre lo legendario y lo imaginario; pero, para muchos de nuestros ancestros, en la Antigüedad, eran absolutamente reales, espíritus de la Naturaleza que poblaban el mundo igual que los mortales.
En la imagen que os presento hoy, un bonito anuncio de los años 20 del siglo pasado, el ilustrador colocó a dos ninfas para realzar el tema central de la composición. Por una parte, enmarcan el texto con los datos del anunciante, combinadas sus formas con las de la vegetación sugerida. Y, por otra, sostienen y elevan la representación de un reloj de la marca. El anunciante era Carlos Coppel, el ilustrador, Rosado Rivas; y el anuncio se publicó en la revista Mundo Gráfico.
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