La Caleta, Castillo de Sta. Catalina, Cádiz, España (Foto: T. Piquet/2015) |
El pasado día 2, tuvo lugar el encuentro con los lectores gaditanos, del que vamos a hacer la pequeña crónica que suelo.
Llegué temprano, dando una magnífica caminata por el paseo marítimo, que, en parte, sigue el trazado de la Vía Augusta en el que fuera su tramo de acceso a la antigua Gades, por el istmo que unía la isla principal con la costa. De mis personajes, ni señal,... y mirad que un destacamento legionario romano es algo que ocupa mucho espacio. Pero nada, amigos, ni un solo miles a la vista.
La librería (Foto: Las Libreras) |
Allí todo estaba a punto: los libros, los carteles, los asientos...
Nos reunimos en la acogedora sala del sótano de Las Libreras, acondicionada con mimo para la ocasión por nuestras amigas Susi y Pati. Mientras esperábamos que fueran las 19:00, charlamos entre nosotras; con alguna lectora que aprovechó su rato de hacer compras en la librería para interesarse por el encuentro y por la novela; con las amigas que iban llegando...
Planta sótano de Las Libreras |
Todo preparado |
Y me enteré que estábamos en las semifinales del concurso de agrupaciones del Carnaval: un competidor tan difícil de batir como el fútbol a la hora de pretender que asista mucha gente a un evento literario.
Cierto, asistió poca gente, pero muy interesada, que es lo principal. Y tampoco me voy a quejar, porque supe de buena tinta que mis propios personajes se habían dispersado por la ciudad, mezclándose con el ambiente festivo, ¡e incluso andaban metidos en el Falla!.
El encuentro acabó derivando en una animada tertulia, ya que entre los asistentes había otros dos escritores de novela histórica y otra arqueóloga,... y nos dieron las 9 de la noche hablando por los codos, no sólo de "Caballos de octubre" y su "universo novelesco", sino de otras novelas, del género en particular, de Historia romana, de museos, de yacimientos arqueológicos... Hubiéramos seguido allí - ¡gracias por los vinitos, Susi! -, pero Las Libreras tenían que cerrar, que ya iban siendo horas.
Firmé pocos ejemplares, pero con mucho gusto y cariño, como recuerdo de una tarde estupenda.
Los tertulianos |
- Muy bonita vuestra deserción en masa, queridos... Que os fuisteis para Cádiz con tiempo de sobra y ni os vi el pelo.
- Vamos a hacer como si no hubiéramos oído lo que has dicho, Flaquilla, porque no sabes el trabajo que hemos tenido en Gades - me dice Cornificio, muy serio.
- ¿Qué pasó? - les pregunto.
- De todo - me dice Sereno, cariacontecido.
- Informa, Sereno - le ordena Cornificio.
- Fuerzas dispersas. Centuriones que no daban abasto para encontrar y controlar a sus hombres. Demasiado vino. Demasiadas tabernas. Demasiado jolgorio por las calles. Una ciudad muchísimo más grande que la que nosotros conocimos, con muchísimas más posibilidades de parranda,... y en fiestas. Muchísima gente y casi toda disfrazada...
- A más de un centurión le voy a imponer una multa que se le van a caer las crines del casco - gruñe Cornificio - Demasiado tortoleo entre el presente y el pasado, para verse en el dichoso "buctrailer", y los hombres dejados de la mano de los dioses...
- Que por ser Carnaval, suponemos que debe tratarse de Baco, y como al buen divo le gustan el vino y el jolgorio, pues... - apunta Sereno.
- Descontrol asegurado - gruñe Cornificio - ¡Que no es normal que nos encontráramos a contubernios completos de legionarios, borrachos como cubas, subidos a tablados por las plazoletas de Gades, cantando canciones chuscas a voz en cuello! ¡¡¡Y bailoteando con los descendientes!!!
- ¿Y cómo fue la cosa? - me atrevo a preguntar, haciendo grandes esfuerzos por aguantar la risa.
- Regular - vuelve a gruñir Cornificio - Sereno, informa.
- Casi llegamos a la final en el Falla - me dice Sereno, después de consultar las anotaciones de su tablilla - El tercer contubernio de la centuria de Silvano estuvo a punto de pasar a la final, porque les confundieron con una chirigota que "iba de romanos". Por lo visto gustaron tanto a la gente en la calle, que se los llevaron casi a hombros hasta el teatro y los metieron en el concurso, bajo el lema "Nerón nos mata de risa". Y el destacamento de la Sexta estuvo entre los candidatos a la Aguja de Oro al mejor tipo para comparsas, también por "ir de romanos" y resultar "muy verídicos", a juicio del jurado.
- ¡La que se habría armado, de saberse quienes sois en realidad! - me entran escalofríos.
- Llegamos a tiempo - explica Cornificio - Y pudimos parar ese desatino. Yo les iba a sacar de allí a vergajazos, pero a Sereno se le ocurrió algo menos expeditivo y que encajó mejor entre los descendientes.
- Les dijimos - explica Sereno - que no podíamos concursar, que, y eso era cierto, no estábamos debidamente registrados como agrupaciones carnavalescas. Les contamos la mentira de que somos de una asociación de recreacionistas históricos y estábamos comprobando si nuestros nuevos uniformes "de romanos" eran los bastante "verídicos". Salimos del entuerto, aunque a los muchachos de Silvano les sentó fatal: estaban seguros de que iban a ganar, porque al público le encantaban sus estribillos en latín. No los entendían, pero, por las risotadas y los gestos de los legionarios, captaban el doble sentido.
- Cualquiera captaría de qué va una canción en latín, sin saberlo, con sólo ver como esa caterva de mastuerzos se levantaban las túnicas y hacían "cu-cú"... Anda, Sereno, recoge y vámonos, que todavía tenemos mucho trabajo por Gades.
- Pero todo no será trabajar,... - les digo.
- No. Paramos para comer y beber algo en una tabernita que encontramos en una esquina. Acogedora, discreta, con buen vino y pescado bien fresco. Allí, dejando que piensen que somos de una agrupación "que va de romanos", nos reunimos los centuriones, mientras vamos recogiendo a nuestros hombres dispersos y los hacemos ir al campamento provisional que hemos montado en la playa,... porque otro sitio no hemos encontrado a propósito... Bueno, dimos con uno, amplio y bien cercado por altos muros y graderío, parecido a un anfiteatro, pero nos dijeron que no podía ser, que era un "estadio de fútbol", y había "partido"... ¡Cómo ha cambiado el mundo!... Y ahora ¡hala!, a seguir buscando legionarios dispersos por Gades.
- ¿Y el tribuno? ¿Dónde anda, que no le he visto en días?
- Ésa es otra, Flaquilla - me dice Sereno - Nosotros tampoco, y no conseguimos dar con él.
- El tribuno fue el primero que, en cuanto llegó a Gades y se encontró con sus amigotes, se esfumó... Nos está costando el sueño de tres años, por lo menos... Pero no podemos volver sin Galo.
- Según la última pista que nos dieron, le habían visto en compañía de una ilustre matrona de la ciudad de Asta, venida a Gades a acompañar a una amiga - me cuenta Sereno.
- Él siempre se rodea de buenas compañías... Lo investigaremos,... pero antes, todavía tenemos que recoger a un buen montón de borrachos desorientados y sacar a otros tantos cantantes aficionados de los tablados, los corrillos y las cabalgatas de la ciudad.
- Oye, Flaquilla, y ese Nerón al que todos en la Gades de hoy en día conocen, ¿quién es? ¿Le conocemos nosotros? - me pregunta Sereno.
- No, en absoluto. Vosotros, si acaso, conoceríais a su tatarabuelo, o a su bisabuelo de niño. "Ese Nerón" vivió muchos años después que vosotros.
- Pues famoso debió ser, porque todos nos preguntan por él: "¿dónde has dejao a Nerón, pisha?"
- ¡Io,... Carnaval!
AGRADECIMIENTOS
A todo el equipo de Las Libreras, por hacer posible una tarde estupenda; y sobre todo a Susi y Pati, por aguantarnos de tertulia hasta las tantas. Y a los tertulianos, por la conversación, el debate y la cordial compañía: a Ángeles y Rosalía, fieles seguidoras de las andanzas de "mis muchachos"; a José Antonio y Fruco, tan metidos en esta aventura de escribir novelas como yo; a Rocío y Mariano, apasionados por la Historia, nuevos amigos y lectores "conquistados".
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