Aurigas y carros (fragmento de cerámica de estilo geométrico) |
Queridos
lectoras y lectores:
Proseguimos
con las entradas dedicadas a los caballos célebres de la Antigüedad, y hoy le
toca el turno a Arión, veloz como el relámpago.
Nos
acompaña, como en otras ocasiones, el tribuno Galo…
- Sí,
que, en tratándose de mitos, es el que mejor puede informar a los modernos.
- Gracias,
centurión Canuleyo – gruñe Galo con retintín.
- A
mandar, tribuno – dice ufano Canuleyo, sentándose en el sofá a comer higos
secos, que él y sus hombres se han traído para entretener la espera - ¿Unos
higuitos? – ofrece.
- Hablemos
de Arión, tribuno – pido a Galo.
- De
acuerdo, pero, a cambio, tienes que prestarme el libro del naturalista que dio
la vuelta al mundo en un barco – negocia el tribuno, refiriéndose al viaje de
Darwin en el Beagle.
- Hecho.
Ahora, cuéntanos sobre el veloz Arión, otro de los caballos inmortales.
- Inmortal
e hijo de uno de los grandes dioses olímpicos, pues su padre fue Poseidón.
Aunque, también era divino por parte de madre, ya que ésta no fue otra que la
diosa Deméter.
- ¿Un
caballo hijo de dos de los principales dioses del Olimpo?
- Sí,
hijita, pues Arión fue el resultado de un romance entre ambos dioses, hermanos
por más señas. Pero no les nació un hijo tonto, sino que tuvieron un potro… Porque
para vivir sus amores sin que nadie los reconociera y le fuera con el cuento a
Zeus, se metamorfosearon en caballos.
- Nuestros
lectores querrán saber qué pintaba Zeus en esta historia.
- Pues
Zeus no es que fuera a reprocharles a sus hermanos que tuvieran un incestuoso
lío, porque él estaba casado con otra de ellos, Hera. La cuestión era que
también mantenía relaciones con Deméter, que era la madre de su hija Perséfone.
Y Zeus era muy celoso… Temiendo, pues, sus celos y una reacción airada y
terrible, Poseidón convenció a Deméter para que ambos se metamorfosearan en
caballos y disfrutaran de su idilio en amenas praderas, lejos de miradas
indiscretas y olímpicas venganzas. Pero, con las alegrías del enamoramiento, no
calcularon las consecuencias y la bella Deméter, en forma equina, quedó
embarazada y, siguiendo la lógica griega, dio a luz un potro. Eso sí, éste,
como hijo de dioses, era inmortal y, según, el mito, más veloz incluso que los
relámpagos.
- ¿Tenía
alas, tribuno? – pregunta uno de los legionarios de la escolta que, sentados en
la escalera que lleva al piso de arriba, comen higos secos y pan mientras
escuchan encantados la narración de Galo.
Arión podría haber sido así (Foto: I love horses) |
- No,
Tito; el caballo alado era Pegaso… En fin, que el divino potrillo creció y
acabó protagonizando uno de los episodios heroicos de la época legendaria de
Grecia, que el gran dramaturgo Esquilo…
- ¿Qué
es un dramaturgo, tribuno?
- Un
escritor de dramas teatrales, Cayo – explica Galo con paciencia a otro
legionario.
- Yo
prefiero las comedias – dice el legionario Cayo, perdiendo todo interés en la
narración.
- ¡Tosca
es mi Minerva! – dice Galo por lo bajo – Como os contaba, Esquilo escribió un
drama titulado “Los siete contra Tebas”, en el que narraba la heroica
expedición puesta en marcha por Adrasto, rey de Argos, para conseguir que uno
de sus yernos pudiera volver a Tebas, de donde había sido expulsado…
- ¿Y
el caballo, tribuno?, porque te estás yendo por las ramas. Hoy toca hablar de
caballos, no de los familiares políticos de ningún rey griego – dice el
legionario Marco.
- ¡Si
dejáis de interrumpirme! – le regaña Galo – El caballo, Arión, era la montura
que llevó a Adrasto a la guerra contra Tebas, donde combatió junto a otros seis
grandes héroes del momento.
- ¿Sólo
siete para ir contra una ciudad?
- No,
Cayo. Cada héroe iba acompañado de un buen número de guerreros.
- ¡Eso
me cuadra más!... Pero ¿por qué siete héroes?
- Porque
la muralla de Tebas tenía siete puertas, y el objetivo era que cada héroe
condujera a sus hombres contra una de ellas, atacando todos a la vez.
- ¿Y
qué pasó, tribuno? ¿Lo consiguieron?
- Se
nota que no os gusta el teatro – dice Galo.
- ¡Hombre!
Una atelana con mucho trastazo y tente tieso; y unos buenos mimos picantones sí
que me gustan – dice el legionario Marco.
- ¡Sí,
sobre todo las mimas! – se ríen los demás legionarios.
El
tribuno hace un gesto, dándoles por imposibles y continúa:
- Lo
que pasó fue que todos los héroes murieron luchando ante los muros de la
ciudad, incluido el más interesado en volver a Tebas, para recuperar el poder,
Polinices, uno de los yernos de Adrasto, que, con sus dos hijas viudas, fue el
único de los dirigentes de la expedición que regresó a Argos, a lomos de Arión,
su velocísima montura inmortal.
- Muy
buen cuento, tribuno, pero ve recogiendo, que se nos hace tarde – le dice el
centurión Canuleyo, levantándose del sofá – Te recuerdo que los días son ya muy
cortos y se nos va a hacer noche cerrada en el camino de vuelta… Tito, la capa
del tribuno… Cayo y Cayo, las mulas… Marco, la enseña…
- Bien,
querida, he contado la historia del caballo célebre de hoy, así que ve
buscándome el libro que te dije para la visita de mañana – me dice Galo - ¿Cómo
se llamaba ese naturalista viajero? –
- Darwin,
Charles Darwin.
- ¡Dichosos
nombres bárbaros!
GLOSARIO
Hoy,
el teatro antiguo ha tenido parte en la conversación de nuestros personajes,
así que os dejo aquí unos apuntes.
Esquilo – Dramaturgo griego. Escribió,
entre otras, la tragedia “Los siete contra Tebas”, que recogía el episodio
mitológico que nos ha contado el tribuno Galo.
Atelanas – Comedietas muy populares en la
Antigüedad romana, en la que varios personajes estereotipados (el listo, el
viejo, el comilón y el tonto) divertían al público con escenas cómicas.
Mimos/as - Actores y actrices que protagonizaban
mimos, obritas breves de asunto variado,
siempre jocoso, que podían representarse bien de forma independiente, bien
dentro del programa de las funciones teatrales, en los entreactos de comedias o
tragedias. Los actores tenían mala fama, en general; y, en particular, las
actrices, consideradas mujeres de mala vida y “moral relajada”, se encontraban
en los niveles más bajos de la escala social, sólo por encima de las
prostitutas.
PERSONAJES
Para
que no se enfaden, además de los principales habituales, - el tribuno Galo y el
centurión Canuleyo -, hoy han formado parte de la escolta los legionarios Cayo
Vero, Cayo Vermicullo, Tito Coluber y Marco Mustela, “aficionados” al teatro.
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