miércoles, 9 de marzo de 2016

LA PRIMAVERA A LAS PUERTAS

Rosas tempranas (fotografía de la autora)
MARZO
El mes de Marzo era el antiguo primer mes del año en las tradiciones y el primitivo calendario romano, siglos antes de la época en la que transcurren nuestras novelas.
Desde esa remota antigüedad, el mes estaba consagrado a Marte. Éste era el dios de la guerra, pero también seguía conservando rasgos de algunas de sus más antiguas advocaciones, de carácter agrario, que le atribuían la protección del crecimiento en general, y, más en concreto, del de los vegetales. Era una divinidad que presidía el "renacimiento" de la vegetación, y, por tanto, de los cultivos, en primavera. Esta dualidad, la bélica y la agraria, la paz y la guerra, da lugar a que en el calendario de fiestas religiosas de Marzo, en Roma, se alternaran las celebraciones de ambos signos, y, por eso, para hablar de ellas, dedicaremos dos entradas en la sección Calendario. Hoy, en la primera, nuestras amigas, las honestas matronas, nos hablarán de las fiestas de raigambre agraria. En la próxima, serán nuestros personajes masculinos los que nos hablen de las fiestas de carácter bélico.
- Encantada de teneros de nuevo por aquí, amigas. Habladnos de las fiestas de Marzo. Contadles a nuestros lectoras y lectores por qué, en tiempos, fue el primer mes del año -
Matidia: Salud, queridos lectoras y lectores. Estamos aquí de nuevo para contaros algunas cosas de las festividades en nuestros tiempos.
Prisca: ¿Y soy yo la que se da una vuelta por el Aventino cada vez que saludo?.
Matidia: ¡Prisca! Hay que mostrar buenas maneras delante de todas esas personas que acaban leyendo lo que decimos.
Mariola: Así es. Y si no te gusta, madre, pues te sientas en el sillón y le das a la rueca un ratito.
Gabinia: Sí, anda, Prisca, siéntate ahí. Puedes escuchar e hilar a la vez.
Prisca refunfuña y se acomoda en el sillón. Saca la rueca del cestillo y hace girar las hebras entre sus dedos con una rapidez y una habilidad sorprendentes para la edad que ella afirma que tiene.
- Bueno, ¿continuamos? -
Cintia: Por supuesto,... pero ¿nos pones antes otra tacita de chocolate?.

Les encanta el chocolate. En su tiempo no se conocía ni siquiera la existencia de la planta del cacao, de la que los europeos no tendríamos noticias hasta las postrimerías del siglo XV y los inicios del XVI, cuando los primeros exploradores españoles volvieron de América con noticias sorprendentes sobre el nuevo continente, sus gentes, sus plantas y su fauna. De los americanos aprendimos a preparar el chocolate a partir de las semillas del cacao, y a disfrutarlo. Nos gustó tanto como ahora a nuestras antepasadas romanas y lo incorporamos a nuestra dieta, contribuyendo después a que lo conocieran el resto de los europeos, y, andando el tiempo, a su expansión mundial.
- Faltaría más. Y aquí tenéis unos picatostes -
Gabinia: "Picatostes" - se ríe bajito - Suena tan bien como "chocolate", pero sólo es pan frito.
- Para mojarlo en el chocolate, si os apetece. Probad. Están muy buenos -
Me imitan y cabecean con sonrisas de deleite. Prisca, la que más.
Prisca: Pues sí que está para chuparse los dedos esto del pan frito con chocolate. ¡Mejor que en sopa!. Niña: como nos sigas poniendo estas merendolas, no vamos a faltar tarde alguna a tu casa. Advertida quedas.

Coro de risas. Entre mordisco y mordisco a los picatostes, les insisto para que volvamos al calendario.
Matidia: El día primero del mes es un día muy importante, y con relumbrón religioso. Se reenciende, con mucha ceremonia, el fuego del templo de Vesta. El fuego de su altar debe mantenerse encendido el resto del año de forma permanente. Esta fecha es la única en la que se apaga, pero para volver a encenderlo.
- Algo así como el año que acaba y el nuevo que comienza, representado por el fuego que se apaga y el que se enciende en su lugar -
Prisca: Mismamente. ¡Qué pico tienes!.
Mariola: Es un día muy bonito, porque el templo de Vesta, y los demás templos también, se adornan con ramas y guirnaldas hechas con ramas de laurel recién cortado.
Gabinia: Y también los sacerdotes adornan sus viviendas con ramas de laurel.
- Puede que nuestros lectoras y lectores se pregunten que por qué precisamente laurel -
Matidia: Porque el laurel está consagrado a Marte,... ya te contarán nuestros gloriosos hombretones más cosas sobre esto. Y sobre el resto de las fiestas religiosas del mes, porque todas tenían que ver más con cosas de hombres.
Prisca: Menos la de Anna Perenna.
Matidia: Por supuesto. Ahora iba a hablar de ella. En los idus del mes,...
- Aclaremos a nuestros lectoras y lectores que los idus del mes de Marzo caían en el día 15 del mismo. Continúa, por favor -
Matidia: Ese día está consagrado a Júpiter, pero se celebra la fiesta de Anna Perenna, que parece ser que en tiempos, muy, muy antiguos, era algo religioso, pero que ya en los nuestros, pues no. Lo que se hacía era salir a comer a las orillas del Tíber. Se preparaban cestas con la comida,...
Prisca: Y bebida, ¿eh?, que el vino no puede faltar; porque ya sabéis lo que se dice, que uno vivirá los vasos de vino que sea capaz de tomarse, je, je.
- Pero las mujeres no podíais beber vino en vuestra época -
Gabinia: No, hija, no. Y menuda la que te podía formar tu marido, o alguno de sus parientes, si se te notaba en el aliento que habías dado un traguito.
- ¿Te podían pedir que les echaras el aliento? -
Gabinia: Por supuesto. Antiguamente las costumbres eran más severas, y se cuenta que algún marido ofuscado descalabró a su mujer por pillarla bebida... Nuestros tiempos son más modernos y transigentes, pero todavía es motivo de divorcio.
- Nuestras lectoras y lectores más jóvenes se sorprenderán: divorcio por una copa de vino y pruebas de alcoholemia de andar por casa -
Cintia: ¿Pruebas de qué?
- Pruebas para comprobar si se ha tomado vino, cerveza o cualquier otra bebida espirituosa -
Cintia: ¡Ah! En nuestros tiempos era suficiente con los besos de saludo, y, si había dudas, con que echaras el aliento.
- Entonces ¿no bebíais vino? ¿ni siquiera el vino aguado que se solía tomar en vuestra época? -
Matidia: Ni olerlo... Aunque, bueno, sí que podíamos tomar mostos y vinos de pasas.
Prisca: Pero más de una se achispaba con eso de probar el vino para el guiso, je, je.
Gabinia: Las plebeyas pobres, porque las que tenían cocinero o cocinera en casa, ya te digo: ni olerlo.
- Volvamos a la fiesta de Anna Perenna. Decíais que se celebraba yendo a comer a las orillas del río -
Matidia: Sí. A orillas del Tíber. Todo el mundo va con sus canastas con la comida y la bebida, y, si hace buen tiempo, claro, se pasa un medio día estupendo.
Gabinia: Si el año viene bueno, a veces hasta hace falta montar sombrajos o llevar parasoles.
Mariola: Pero si viene menos bueno, a veces, lo que hay que hacer el volver corriendo a casa porque se ha levantado una tormenta.
Prisca: Pero qué bien se pasa, comiendo tortilla y pescado frito, con el culo plantado en la hierba, encima de una manta vieja; bebiendo vino dulce o posca fresquita; viendo como los hombres intentan ser el que más vino bebe, para vivir más años, y escuchando como la gente canta, contenta de que se acabe el invierno. Cuando atardece, se va recogiendo: las canastas, los platos sucios, las sobras, las mantas y los sombrajos; se busca a los niños y a los parientes borrachos; y cada quisque a su casa.

Queridos lectoras y lectores, una fiesta de la primavera en toda regla.
- ¿Y aquí, en vuestras Hispanias, la seguís celebrando? -
Matidia: Pues no. Porque es una fiesta muy de Roma, como las de Vesta, que sólo tiene templo y culto allí y en ningún otro sitio. Tíber no hay más que uno, y no pasa por aquí.
Prisca: Pues como no hay dios o diosa que se vaya a enfadar, podríamos celebrar la comida campestre aquí, a orillas de otro río.
Cintia: La verdad es que no estaría mal, que aquí, con tanto devoto de Marte en los alrededores, el mes de Marzo se nos pasa en cosas de hombres... Y una fiesta así, alegre y tranquila, en el campo, nos vendría muy bien para quitarnos de encima la tristeza del invierno.
Mariola: Decid que sí, queridas. Aunque tendríamos que pensar en un buen sitio: a orillas de un río, con espacio para mucha gente, y no lejos de la ciudad, para poder ir y venir en un rato.
Matidia: Dejadme eso a mi,... Y convenceré a mi marido para que sea una de las propuestas de su campaña electoral: si sale elegido, habrá fiesta de Anna Perenna en la colonia.
Gabinia:  Y no tendría por qué salir nada mal.... Ya celebramos las Saturnales y todo fue miel sobre hojuelas.
Prisca: Sí, bonita, sobre todo las pasadas,... que yo se de una que se lo pasó pero que muy bien, y sin que su maridito se enterara.
Gabinia: ¡Prisca!¡calla!
Mariola: Sí, Mamá, calla, que se te entiende todo.
Gabinia: Que no salga de aquí, por vuestros manes. ¡Juradlo!.
 Unas buenas rosas presiden la entrada. Así que, secreto. Todas juran, al amparo de las rosas, que nada de esto saldrá de aquí. Secreto, por favor, queridos lectores y lectoras.
El Sileno se parte de risa en su pared.

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