domingo, 30 de julio de 2017

UNA NUEVA ENTREVISTA

Olivo y murallas de Sevilla (España)/ Foto: T.Piquet/2017
Queridos lectoras y lectores:

Hace un par de días, el portal cultural Universo la Maga ha publicado la entrevista que me hicieron la semana pasada.

Por cortesía suya, aquí tenéis el enlace donde podéis leerla:

http://www.universolamaga.com/entrevista-teresa-piquet 

Espero que os guste 😊

- ¿Qué rayos de Júpiter es eso que has puesto ahí? -
- Una sonrisa... Para que los lectores sepan que estoy contenta mientras les escribo estas líneas -
- No pueden vernos, Cayo. Recuérdalo... De alguna manera tendrá la criatura que hacer ver a los lectores que está sonriendo - le explica el centurión Silvano a su colega, el centurión Manilio.
- Vosotros también acompañabais de dibujos lo que dejabais escrito en las paredes de vuestro tiempo - les digo.
- Pues sí - reconoce Manilio - Aunque no eran tan ñoños - añade, guiñando un ojo con picardía... Si estás contenta, yo que tú, pondría un buen xxx, con dos grandes xxxx, y unas alas, que, además, da buena suerte... ¡Espera! - exclama, leyendo lo que escribo por encima de mi hombro - ¿Por qué hay letras x donde debería decir xxx y xxxx?... ¡Más x de los xxxx! ¡Me xx en la fragua de Vulcano! ¡¡¡¿Me censuras?!!! ¡¿Qué tiempos son estos en los que un hombre no puede decir los que le salga de xxxx?!¡Otra vez! -
- O hablas más deprisa de lo que ella escribe, o tu parlamento va a ser una sucesión de xxxxx - ríe Silvano por lo bajo.
- Pero, ¿¿por qué?? - Manilio se debate entre la sorpresa y el enfado.
- Porque nuestros descendientes se han vuelto delicados de oído - le responde con sorna el primipilo Cornificio - y las maneras de unos broncos legionarios como nosotros no son aptas para todos los públicos, xxxx -

La fotografía que ilustra esta entrada la tomé no hace mucho en la zona donde todavía se conserva parte de la cerca medieval de la ciudad de Sevilla (España). Las murallas se mantuvieron en pie, rodeando todo el núcleo urbano y prácticamente completas, puertas incluidas, hasta el siglo XIX, cuando una ola de desarrollismo (parecidas a otras del siglo XX y de este que vivimos) arrasó con ellas, como en muchas otras ciudades europeas. El tramo que se mantuvo en pie en Sevilla fue considerado por la opinión pública, durante mucho tiempo y de manera errónea, como parte de las murallas romanas de la antigua Hispalis, contribuyendo en parte, a salvarlas de la piqueta con ese peculiar marchamo de "arte arquitectónico antiguo", en una época donde todo edificio debía ser lo más antiguo posible para merecer conservarse. Aunque fuera mentira... Vistos los resultados, quizás hubiera sido deseable que muchos más eruditos locales atribuyeran castillos, murallas urbanas, iglesias, palacios y ermitas a personajes históricos como Aníbal, Escipión, Julio César, Augusto, Trajano, Constantino,... y no se hubieran derribado, o dejado arruinarse sin remisión. Quizás, un cartelito - con un "Nerón durmió aquí" - a tiempo hubiera salvado mucho monumento perdido.



 

sábado, 29 de julio de 2017

AHIJADOS DE UNA LOBA FEROZ

(Cortesía de Lush-España)


Mis personajes están entre indignados y asombrados desde que se han enterado de que el lobo se está extinguiendo en la Península Ibérica.
- ¡Pero cómo rayos de Júpiter divino es eso posible! – exclama el aquilifer, Prisco Unojo, que sigue sin dar crédito a lo que le he mostrado.

Para ellos, el lobo es, no sólo una parte fundamental de la naturaleza, sino también un símbolo, cargado de significados diversos y profundamente arraigado en sus tradiciones y su folklore. Al igual que en las leyendas y tradiciones de toda la Europa antigua, pues sabemos que en otras culturas de entonces el lobo era una presencia habitual - y, en muchos casos, importantísima -, en su mitología y folklore.
- Y en los mitos fundacionales. No lo olvides, querida – apunta el tribuno Galo.

Para nuestros lectores más curiosos, diremos que, al referirnos a otras culturas, no sólo hacemos mención a la de los pueblos latinos, que vivían en la Península Itálica, sino también a las de otros pueblos de todo el continente, que hablaban lenguas indoeuropeas y no indoeuropeas. De cultura indoeuropea eran los pueblos que hablaban lenguas célticas, germánicas, griegas, eslavas y bálticas, y otras como la albanesa, que todavía, con su correspondiente evolución, perduran. A ellas hay que añadir las que fueron desapareciendo, como la osca, la umbra, la falisca, la véneta, la iliria, la lusitana, las celtibéricas, la de los cimerios o la de los escitas. De culturas y troncos lingüísticos diferentes eran las también desaparecidas lengua etrusca, ligur y las varias ibéricas que se hablaban en nuestra península. Conforme a sus culturas y lenguas, los diversos pobladores de las distintas regiones de Europa compartían ciclos míticos y tradiciones, y, en ellos, independientemente de su filiación, el lobo siempre aparece de manera destacada, puesto que era uno de los principales elementos de la naturaleza silvestre del continente.
Todos los personajes presentes asienten a lo que digo.
-  Nosotros sabíamos que el lobo también era un símbolo importante para el resto de los latinos, y para los etruscos y otros de nuestros socios itálicos,… y también lo fuimos viendo en las Hispanias y las Galias – dice Sereno, nuestro narrador – Pero no que también fueran importantes en las tradiciones de tantos otros –
-  Pues parece que sí, querido – dice el tribuno Galo - Conforme a lo que han ido descubriendo nuestros descendientes -
-  Partimos entonces de que el lobo ya era parte del folklore y el acervo mítico de los pueblos que vivían en la Europa antigua. Vayamos ahora a las raíces de nuestra cultura, que es la vuestra. ¿Qué les podemos contar a nuestros lectores del protagonismo del lobo en la cultura romana? –
- Comenzando por la mitología, que, como tú has apuntado, queridita, compartimos con otros pueblos, - entre ellos, también, de manera muy importante, con los griegos -, podemos decirles que el lobo era un animal prestigioso, ya que estaba directamente relacionado con dos poderosísimos dioses olímpicos, Marte y Apolo, de los que se consideraba un atributo simbólico. De ello, y del mal genio que ambos divos gastaban cuando se les contrariaba o se perjudicaba a algo o alguien que estuviera bajo su protección o predilección, se derivaba que el lobo era un animal al que había que respetar –
Marte (Todi, Italia)

-  Eso no quiere decir que no se cazaran lobos – me aclara el aquilifer, Prisco Unojo – Pero siempre se hacía teniendo en cuenta lo extraordinario del animal y lo que simbolizaba darle muerte. Y, por supuesto, se realizaban piadosos sacrificios a Marte y a Apolo. Antes de cazarlos, para solicitar su benevolente permiso, y después, para ser perdonados por haberlo hecho, agradeciéndoles que no hubieran intervenido en nuestra contra; y rogándoles para que no se enojaran por privarles de uno de sus queridos lobos, cuyas cualidades habían pasado a nosotros –
- ¿Qué cualidades eran ésas, Prisco? –
- Cualidades muy preciadas para un guerrero: valor, ferocidad, fuerza, rapidez, resistencia, tenacidad y astucia –
- Eso, de manera individual; pero el lobo es, sobre todo, un animal gregario, que vive en manada y caza en grupo, de forma que también adquirimos para todos la habilidad para convivir y cooperar; y la lealtad a toda prueba – añade Sereno.
- ¿Y si los lobos atacaban al ganado?... Porque os recuerdo, queridos, que ésa es la raíz del problema –
- ¡Oh! – dice Prisco – Para eso está nuestro querido buen dios Luperco, al que en el campo se tiene mucha devoción, porque, entre otras cosas, se ocupa de mantener a los lobos alejados de los rebaños. Y si Luperco no da abasto, pues para eso tenemos a los perros pastores, para que los ahuyenten, sin tener que matarlos. Porque siempre, siempre, matar a un lobo trae muy malos agüeros, que ya os hemos dicho qué divinidades los protegen. Si alguno cae muerto, bien por los perros, bien por los celosos pastores, es imprescindible realizar desagravios a Marte y Apolo, con importantes muestras de contrición y arrepentimiento, so pena de acabar siendo presas de su divina ira –
- De cualquier forma, querida – interviene el tribuno Galo – La raíz verdadera de la cuestión es otra. Según todo lo que he podido leer sobre el tema, el “problema”, - como tú pareces llamar al enfrentamiento entre hombres y lobos -, está en que nosotros hemos invertido el orden natural de las cosas y hemos roto el equilibrio con el que los dioses organizaron el mundo. Lo natural es que haya muchas presas y algunos cazadores, tanto de dos patas como de cuatro. Así todo funciona bien: cada especie de cazador tiene presas suficientes para comer. Cuando todo empieza a funcionar mal es cuando va habiendo cada vez más cazadores. Las presas disminuyen y los cazadores acaban pugnando entre ellos por conseguirlas… Y en vuestros tiempos, resulta que hay más cazadores de dos patas que presas de cualquier clase, y, por tanto, los lobos acaban yendo a lo fácil y abundante, que es el ganado, y, ¡horror!, ¡la basura! –
- ¡Qué los lobos del divino Marte hurgan en los basureros para poder comer! – se horroriza Prisco Unojo - ¡Hay que hacer desagravios al mayor vengador cuanto antes!... ¡Y a Apolo también! –
Apolo (Pompeya, Nápoles, Italia)

- Sí, corre, no vaya a ser que se enfaden – dice el primipilo Cornificio.
- ¡Descreído! –
- ¿No te das cuenta, Prisco, de que los dioses no parecen afectar para nada a la vida de nuestros descendientes? –
- ¡Por lo ateazos que se han vuelto! Renegaron de los dioses, y los dioses les volvieron la espalda – gruñe Prisco.
- Por eso, mejor no menearlo delante de los altares; no vayamos a liarla, contubernal –
- Creo que deberíamos volver al principio, señores oficiales –
- Este abraza altares nos ha hecho perder el hilo de la conversación – gruñe Cornificio.
- ¡Pero qué ateazo te estás volviendo con los años! – le gruñe a él Prisco.
- Empezamos por contarles a nuestros lectores la importancia del lobo en la cultura y el folklore romanos – les recuerdo.
- Exacto… - el tribuno Galo se aclara la garganta – Después de la importancia que el lobo tiene como símbolo de dos importantes y poderosas divinidades, - una de ellas, Marte, carísimo patrono de todos los romanos -, es preciso que contemos a los lectores el papel que este noble animal jugó en el mito fundacional de Roma… -
- Mito no; historia pura y dura – afirma Prisco – Que Tito Livio lo ha dejado bien esclarecido en su obra. ¿O me equivoco, Sereno? –
- No te equivocas, Unojo. Livio ha recogido la leyenda de Rómulo y Remo en su Historia de Roma –
- Pues si está en los libros de la Historia, es historia, no leyenda… Digo yo – dice Prisco Unojo, con ánimo de polemizar.
- Bueno, queridos – atajo, porque veo que van a volver a discutir sobre el asunto – Digamos que el mito de la fundación de Roma pertenece a ese tiempo histórico en el que no había historiadores, y la leyenda y la realidad acababan mezclándose en la transmisión oral de la memoria colectiva. Prosigue, por favor, Galo –
- Bien,… gracias – me dice, algo descolocado, pues seguramente estaba desando enzarzarse en una discusión interminable con Prisco – El caso es que se cuenta que Marte tuvo amores clandestinos con una hermosa joven, a la que dejó embarazada de gemelos. Nacidos los niños, y visto que su divino padre, como solía ser costumbre entre los dioses, no se hacía cargo de ellos, para evitar la deshonra que la chica había traído a la familia, un tío suyo puso a las criaturas en una cesta y la dejó para que la arrastrara la corriente del Tíber… Esto, por otra parte, no era infrecuente. Era una buena manera de deshacerse de los niños no deseados o cuya existencia suponía una deshonra, sin cargar en la conciencia con un infanticidio, ya que se dejaba el resultado al destino o a los designios de los dioses. Dicho resultado podía ser que, o bien la cesta acababa hundiéndose, y se interpretaba como que el destino de la criatura era no prosperar; o bien daba tiempo a que alguien la encontrara, antes de que el infante se ahogara, y se hacía cargo, con lo que se interpretaba que su sino era vivir y cumplir con lo que los hados le tuvieran destinado. Explicado esto, os diré, lectores de aquí nuestra amiga, que Marte tenía grandes designios para esos dos chicuelos, así que el río se encargó de llevar la canasta lejos de los infanticidas de la familia de su madre y dejarla embarrancar en una orilla segura, donde acabó entre las raíces que una higuera hundía en el río. Lamentablemente no había ninguna buena persona por allí para recoger a los niños, así que el gran dios improvisó un cambio estratégico y una loba recién parida acudió a sus lloros, se los llevó a su guarida, que estaba en una cueva cercana y los alimentó junto a sus cachorros –
- Por eso lo de ahijados de una loba, ¿no? -
- Justamente, querida. La loba ahijó a los hijos de Marte… Lo cual no me negarás que es algo muy simbólico, ya que los lobos están consagrados a Marte –
- Y si quieres más simbolismo aún, – añade Sereno -, la cueva donde la loba había parido a sus cachorros era la Cueva Lupercal, al pie del monte Palatino. Una cueva consagrada a Luperco, también Fauno, entre los itálicos, o Pan, entre los griegos, el dios silvestre al que consideramos como mantenedor del orden natural y protector de nuestros ganados. Si la loba tenía allí a su pequeña familia era porque Luperco lo había permitido –
- Teniendo además en cuenta que Marte tuvo una arcaica advocación silvestre y pastoril que prácticamente lo identificaba con Luperco o Fauno,… el círculo completo – sonríe Galo -
- Y como la loba estaba recién parida, Rómulo y Remo vivieron su más tierna infancia compartiendo cubil con sus lobeznos. Así que, ahijados de loba y hermanos de leche de lobos – añade el primipilo Cornificio.
Recreacionista vistiendo uniforme y piel de lobo

- ¡A mucha honra! – dice Prisco Unojo, señalando la magnífica piel de lobo con la que se cubre casco y espalda en los días de desfile, y que ha sacado de arcón y nos ha traído como una muestra de la importancia que da a sus visitas a nuestro tiempo – Marte convirtió a la buena loba en divinidad inmortal, para premiar que actuara como nodriza de los niños, y se veneraba como Dea Luperca. Nosotros la recordamos a menudo poniendo figurillas de lobo en nuestros estandartes, para que no nos falte tampoco por ese lado el apoyo de Marte divino –
- Pero los niños no podían seguir viviendo asilvestrados, pues su destino era fundar Roma, así que Marte lo organizó todo para que pudieran pasar a vivir como hombres entre los hombres. Dirigió los pasos de un pastor de la zona hacia el Lupercal, donde encontró a los niños y se los llevó a su casa. Este buen pastor se llamaba Faustulo, y vivía con su mujer, Larentia, en aquel agradable paisaje de colinas junto al curso del Tíber. Allí educaron a Rómulo y Remo que, pasados los años convenientes, se convirtieron en los jefes de la gente que vivía en el entorno de siete de aquellas colinas, y acabaron fundando la Urbs – concluye el tribuno Galo.

Queridos lectores, los residentes en Roma, - o nacidos allí y residentes en cualquier otra parte -, solían referirse a ella como la Urbs, la ciudad, con  mayúsculas, subrayando lo orgullosos que se sentían, ya que creían a pies juntillas que era la ciudad más importante del mundo. Lo de querer a nuestra “patria chica” parece que también lo heredamos de ellos.

En cuanto a los “niños asilvestrados” y criados por los lobos, Rómulo y Remo no son un caso único, ni en el folklore legendario, ni en la realidad. De hecho, se conocen casos de niños perdidos, o más comúnmente, abandonados a su suerte en el monte, por toda Europa y el Asia indoeuropea, hasta la India. ¿Quién no recuerda al Mowgli de Kipling?, un personaje reflejo de casos reales, acontecidos en las zonas boscosas del subcontinente indio. Y hay recogidos muchos otros casos, acontecidos en los grandes bosques europeos de antaño, hasta fechas tan próximas a nosotros como el siglo XVIII. El triunfo paulatino de las ideas ilustradas sobre el valor de cualquier vida humana, y con ellas, la expansión de las instituciones públicas que se hacían cargo de los niños no deseados, acabó con la inveterada costumbre de abandonarlos en los bosques. Los cuentos de la tradición popular europea están llenos de ejemplos, sólo hay que dar un repaso a las recopilaciones de los escritores, como los Grimm, Andersen, Perrault,… o de los folk-loristas (los primeros antropólogos) del siglo XIX. Menos mal, porque el ocaso de los bosques, y con ellos, de los lobos, habrían dejado desamparados y faltos de ese último y desesperado recurso, - el ser ahijados por una manada -, a muchos pobres niños, perdidos por no queridos.

Con esta entrada, dedicada al recuerdo del protagonismo del lobo en los arcaicos inicios de nuestra cultura, nos sumamos a la campaña en favor de la protección y recuperación del lobo ibérico, puesta en marcha por Lush (España), la Sociedad Zoológica Extremeña y la Asociación de Amigos del Lobo de Sierra Morena. Los humanos creamos el problema, rompiendo el equilibrio natural, así que tenemos que solucionarlo, pero restaurando ese equilibrio, no matando a los lobos. Este caso no es del tipo “muerto el perro, se acabó la rabia”, pues el lobo no es la fuente de las desgracias, sino un afectado más de las mismas, que, si nos perjudica, es por pura desesperación. Es, además, un potente indicador de que lo estamos haciendo muy mal en lo respecta a la gestión de nuestras relaciones con la naturaleza.
La bonita foto que ilustra nuestro texto es la máscara promocional diseñada para la campaña (#masloboscaperucita).

viernes, 7 de julio de 2017

NUEVO ESPACIO WEB

Queridos lectoras y lectores:

Acabamos de estrenar nuevo espacio en Internet. Se trata de un espacio web, diseñado y alojado por el portal cultural Universo la Maga, en el que podréis encontrar información sobre el libro, una estupenda reseña del escritor Jaume Vicent, una semblanza mía de mi "puño y letra", comentarios sobre la obra de reseñistas y lectores, y enlaces de utilidad.

 - Hoy no entiendo bien lo que dices, Flaquilla - me dice el narrador.
- Será por el vendaval que hace, que descoloca cabezas - comenta su amigo Martino, el centurión más guapo de las Hispanias, pasándose las manos por el pelo.
- No - sonríe Sereno - es por las palabras... O son demasiado modernas,... o más bien, de otra lengua -
- Cierto - Martino le da la razón - Y no me suenan a un latín moderno. Yo diría que bárbaras son -
- Y las románicas están utilizadas de forma que me confunden: ¿puede ser un portal algo que tenga que ver con la cultura?... -
- In-ter-net, gu-eb... - silabea dubitativo Martino.
- Son cosas de "ésas"... - interviene el primipilo Cornificio, haciendo un mohín de disgusto - Para verlas o hacerlas en las cajas bizarras, que tanto les gustan a nuestros descendientes -
- Muy puesto te veo en modernidades - le dice el centurión principal, Silvano, que acaba de llegar, acompañando al tribuno Galo.
- Es que, aquí, su tribunicia autoridad, me ha venido dando dolor de cabeza con esos asuntos medio camino - dice el primipilo con una sonrisa torcida.
- ¡Por eso aceleraste el paso como si te llevaran los lemures! - se ríe Silvano.
- Ya me había querido parecer a mí - refunfuña el tribuno.

- Venid, queridos, que os lo enseño en la "caja bizarra" -
Mientras se lo muestro en el ordenador, vosotros también podéis verlo en:

http://universolamaga.com/caballos-octubre-teresa-piquet

 
El diseño sigue la tónica, - que ya podríamos decir que es una "firma" -, del buen hacer del equipo de Universo la Maga: moderno, ágil, agradable, "amigable" y con buen gusto. 

(Foto: cortesía de Universo la Maga)
 Aquí tenéis otro ejemplo, el banner publicitario que ha estado en cabecera de su página las últimas semanas, y que se puede ver aún en la revista Mundo Literario.

- Ban-ner - silabea Martino.
- ¡Niño! - le regaña Cornificio - Déjate ya de repetir palabras bárbaras, que vete a saber qué coño significan,... y podrías estar haciendo el ridículo... - añade en tono de advertencia - Ya eres todo un centurión, y los centuriones no andan por ahí arrastrando cola, para que se partan el culo de risa los demás -
- No te pongas así, cascarrabias. Es todavía joven y la curiosidad le puede - disculpa el tribuno a Martino.
- ¡Me pongo como me da la gana! ¡Santo Genio de la Legión!... Ni joven, ni curioso, ni rayos de Júpiter en compota,... La dignidad de un centurión es sacrosanta... Y, tú, Galo, por muy tribuno y muy patricio que seas,... tú y toda tu parentela... ¡Por tus antepasados¡ ¡No me desautorices delante de mis centuriones!... Y, tú, novato, ya estás quitándote esa sonrisita de la cara o te la vuelvo del revés de un guantazo... Advertido quedas -
- Vamos a tranquilizarnos - contemporiza el tribuno Galo - El primipilo tiene razón: hay que mantener la dignidad y la compostura. Y él corregirá y llamará la atención a todos los miembros de la legión, de centurión para abajo, cuando sea conveniente -
- ¿Y por qué le gusta tanto a nuestros descendientes modernos utilizar palabras que no son latinas? - interviene Silvano, que tiene el don de cambiar de conversación cuando las cosas se tensan.
- Sí, eso - Sereno le sigue la corriente - Tribuno, ilústranos sobre ese gusto por los barbarismos -
El tribuno se aclara la voz y comienza a disertar sobre la evolución del latín. Apenas ha hilvanado dos largas parrafadas, Cornificio dice por lo bajo:
- Dolor de cabeza, auguro -
- Imponente, promete - le secunda Silvano.
- Pues tú tienes la culpa, contubernal - le gruñe Cornificio - Quién te manda...
Y hablando de mandos - levanta la voz - Me vuelvo a la fortaleza. No es de recibo que la mitad de los principales estemos de paseo por el porvenir. El tribuno también está aquí, así que regreso a hacerme cargo del mando allí -
Silvano hace amago de marcharse con él, pero Cornificio lo detiene con un gesto seco:
- No. Tú te quedas aquí... Al mando de la escolta del tribuno, que para eso eres el siguiente en el escalafón... Y vosotros dos, centuriones novatos, a escuchar el discurso también, sin rechistar, hasta la última palabra. Tú, Sereno, porque parece que tienes muchas ganas de ser ilustrado. Y tú, Martinito, por gracioso impenitente -
 

sábado, 1 de julio de 2017

HIJOS DEL VIENTO


Durante siglos, los caballos de la Península Ibérica gozaron de más que merecida fama en el mundillo de las carreras de la Antigüedad romana, y, de hecho, Hispania era una de las principales proveedoras de estos espléndidos deportistas de cuatro patas para el resto del Mediterráneo.
Los caballos del oeste de la península eran particularmente apreciados por su velocidad, y corría la especie de que, en la parte más occidental de la Lusitania, esa virtud se debía a que era el viento el que fecundaba a las yeguas.
El que fuera primer naturalista de Europa occidental, Cayo Plinio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, recogió en su monumental obra Naturalis Historia, que, según se decía, era el viento del oeste, llamado entonces Favonius, el que, al ser respirado por las yeguas, las fertilizaba.

-      - Pues las yeguas se preñan y paren por el mismo sitio, que no tiene nada que ver con los morros, precisamente –
-      - ¿Y tú, eres…? –
-      - Pica, Cayo Sergio Pica, mulomédico de la Legión X –

Para vosotros, lectoras y lectores, un mulomédico era un veterinario especializado en equinos, esto es, que sólo se dedicaba a atender a caballos, mulos y asnos.
-     -  Algo fundamental para el transporte y los viajes por tierra – añade con orgullo, levantando el dedo índice – Bueno, y, je, je, también para las carreras -


Plinio reunió su enciclopédica información durante la primera mitad del siglo I de nuestra era, muchos años después de la época en que tienen lugar los hechos de “Caballos de Octubre”, pero la especie de los caballos hijos del viento era ya un lugar común que podía encontrarse en otras fuentes escritas de la Antigüedad romana, algunas, como las obras de los agrónomos Varrón y Columela, o las del poeta Virgilio, mucho más próximas a los años en los que transcurren nuestras novelas, y que referían lo mismo sobre las yeguas de las tierras más occidentales de la Hispania Ulterior.
- Esa historia tiene su origen, como casi todas las historias, en los mitos. ¿Me equivoco, tribuno Galo?
- En lo cierto estás, querida – responde el tribuno, acomodándose en el sofá, como si se tendiera en un diván - Aunque, a decir verdad, en los mitos, la relación primordial de los caballos con los elementos se inicia con el agua –
- ¿Y nos lo vas a contar? – le pregunto, para evitar que se enfrasque en el último número de la National Geographic, que ha pescado al vuelo conforme entraba en el salón.
Suspira, le echa una mirada resignada a la portada, la deja a un lado, y cuenta:
- Tras el reparto de atribuciones entre los tres dioses hermanos, a saber: Zeus, Hades y Poseidón, al último le correspondió reinar sobre todas las aguas. Y cuenta la leyenda que el primer caballo surgió, al igual que si fuera un manantial o una fuente, de un golpe del tridente de Poseidón sobre el suelo. Este insigne dios, cuando estaba de buen humor y se sentía generoso, regalaba magníficos caballos a los héroes… Que para que nuestros amigos modernos lo sepan, eran una categoría de seres que se supone existió en un momento remoto de los tiempos más arcaicos, mitad humanos, mitad divinos, puesto que eran hijos de divinidades y personas, en cualquier combinación que se os ocurra… En fin, volvamos a los caballos, porque hablar de los héroes sería largo y prolijo… ¿Por dónde iba? –
- Por los caballos que regalaba Poseidón –
- Gracias, querida… Bien, pues algunos de esos caballos eran animales alados, como el famosísimo e inmortal Pegaso, que tan buenos servicios prestó a Belerofonte. Esa capacidad de volar de algunos de los caballos de Poseidón fue lo que debió iniciar la relación de los nobles brutos con el elemento aire. Y, a su vez, la relación con el viento del oeste, Céfiro, tiene que ver con la paulatina identificación entre Océano, el titán primordial, señor de todas las aguas, y Poseidón, el dios olímpico a cuya jurisdicción pasaron éstas. Como todo el mundo sabe,… bueno, sabía, en mis tiempos, al menos,… Océano vivía en los confines de la tierra, en el extremo occidente del mundo, por donde y desde donde soplaba Céfiro, siempre a sus órdenes. Otra leyenda decía que Pegaso, el más veloz, y aéreo, de los caballos había nacido allí, en el extremo occidente, junto a las fuentes de Océano… Con lo que, como os podréis imaginar, sólo fue cuestión de tiempo que el viento acabara convertido en padre putativo de todos los caballos del oeste de la Península Ibérica, la tierra en los confines del mundo; y que el gran vate Homero acabara convirtiéndolo en una figura poética al nombrarlo padre efectivo de Balio y Janto, los dos caballos divinos que Poseidón regalara a Peleo, por sus bodas con la nereida Tetis, y que ése legó a su hijo, el héroe Aquiles, de cuyo carro de batalla tiraron durante la Guerra de Troya - 

- ¡Cuánto sabes, tribuno magnífico! – se asombra Pica – Y es una verdad grande y muy verdadera eso que dices de los caballos de Aquiles: Homero los mienta, y si Homero lo dijo, pues,... –
- ¿Ves, querida? En mis tiempos todo el mundo conocía la historia de los caballos hijos del viento que tiraban del carro de combate de Aquiles… -
- Tremendo, Aquiles – dice Pica.
El tribuno le da un golpe seco con la National Geographic enrollada. Pica da un respingo.
- ¿Por qué, tribuno? – le pregunta, sorprendido.
- Por interrumpirme sin mi venia –
Como veo que Galo ha vuelto a prestar atención preferente a la revista, le animo a seguir:
- ¿Por qué no le cuentas a nuestros lectores algo sobre los caballos de Aquiles? Seguro que se han quedado en ascuas, pues, al contrario que en tus tiempos, cuando Homero era una lectura habitual en las escuelas, en los nuestros, cada vez son más raras las personas que leen sus obras -
- ¡Qué me dices! ¡Horror de tiempos, los modernos! ¿Cómo que Homero ya no es lectura obligada para los niños?
- Hay demasiada violencia y muerte entre sus versos… -
- Lo que digo: ¡qué tiempos!... Se evita a Homero para que los niños no lean sobre guerra y mortandad, y, sin embargo, se les deja verlas directamente en las cajas bizarras… -
- Los caballos, tribuno, sigamos con los caballos, que, dentro de nada, vendrán a reclamarte para que vuelvas al pasado.
- Pues, bien, como decíamos hace unos momentos, Aquiles, héroe, hombre por ser hijo de hombre, y semidivino por ser hijo de una nereida, utilizó en sus hazañas en la Guerra de Troya un tiro de dos caballos que el dios Poseidón había regalado a su padre, Peleo. Estos caballos eran inmortales y velocísimos, pues eran hijos de una harpía, llamada Podarga, y del viento del oeste, Céfiro, que se supone la había seducido en una amena pradera en las tierras que limitaban con los dominios de Océano –
- Creo tribuno que tendremos que explicar a nuestros lectores qué era una harpía –
- Sí, hija, ya veo… Pues una harpía es uno de esos seres que abundan en los mitos, mitad humanos, mitad animales. En concreto, tenían cabeza y busto de mujer, con alas, cola y patas de ave rapaz, y su vuelo era rapidísimo. Una de ellas, la susodicha Podarga, fue la madre de Janto y Balio, los caballos de Aquiles, que heredaron de ella y del mismísimo viento Céfiro, el que entre nosotros se llama Favonio, - que era considerado entonces como el más potente de todos los vientos -, la velocidad y la inmortalidad. De ellos viene, seguramente, todo el uso posterior de calificativos como “veloces como el viento”, “rápidos como halcones”, “hijos del viento”, y similares, aplicados a los caballos en la poesía; y, mezclado esto con algún que otro rumor pintoresco o colorida leyenda local, las noticias que encontramos en mil y un tratadistas sobre agronomía, ganadería caballar y mulomedicina… ¿Sí, Pica? –

El veterinario le ha hecho un gesto, pidiendo la palabra.
- Concedo. Habla –
- Pues quería decir, mi tribuno, que, además de inmortales y rapidísimos, también eran muy listos, más que sus aurigas, y podían hablar… En griego, y en verso, además, ¿eh? –
El tribuno hace un gesto de asentimiento y prosigue:
- Cierto. Homero también pone en boca de uno de los corceles, Janto, dotado de voz por la gran diosa Juno, un inspirado y profético parlamento, en el que, entre otras cosas, le recordaba a Aquiles que su destino estaba sellado y que no regresaría vivo de Troya… Janto y Balio, unos bonitos nombres para caballos que no se utilizan hoy en día –
- Porque no vaya a ser que les salga el caballo parlanchín y les diga lo que no quieren oír – sentencia el primipilo Cornificio, entrando en el salón – Recoge, tribuno, que ya van siendo horas de regresar a los cuarteles. Te recuerdo que los magistrados de la colonia te esperan mañana bien temprano –
- Cierto. Haces bien en recordármelo, mi querido primipilo – le dice el tribuno, levantándose y dejando con mal disimulada pena la National Geographic sobre la mesita.
- Pues no te acostumbres, que yo no soy tu secretario – gruñe el primipilo, que se despide de mí con un gesto de cabeza – Y que sepas que ésta es la última vez que lo dejo todo embarbascado por venir a buscarte… ¡Cómo si no tuviera mejores cosas que hacer! –
Se marcha, relatando, y el tribuno le sigue, remedándole con gestos. Al tribuno le siguen los legionarios de su escolta, aguantándose la risa. Sergio Pica se repantiga en el sofá cuando todos salen, pero apenas ha colocado las manos detrás de la nuca, Cornificio regresa, veloz como una ráfaga del mismísimo Céfiro, le coge del cuello de la túnica, lo levanta en vilo y se lo lleva a rastras:
- ¿Qué, grandísimo tarugo, creías que me había olvidado de ti? –

Las bonitas fotografías que ilustran esta entrada han sido compartidas por la página de Facebook “I love horses”, publicadas en la revista National Geographic o cedidas por algunas de nuestras lectoras, como ya habréis visto en otras entradas del blog, o posts de nuestra página de Facebook.