|
Escena de cocina con codornices |
El año 2016 ha sido declarado Año Internacional de las Legumbres, así que mis personajes y yo nos sumamos encantados a la celebración. Y hasta el Sileno se relame de gusto, pensando en que quizás pueda colarse en la cocina y servirse de las sobras de algún buen guiso de lentejas.
El honor, merecido, porque las legumbres han sido durante siglos la base de la alimentación en el entorno del Mediterráneo y forman parte de nuestra dieta tradicional, hoy revalorizada por sus saludables valores nutricionales. Y también necesario, como llamada de atención, porque, por lo que parece, cada vez son menos las personas que comen legumbres de manera habitual.
Para nuestros antepasados, las legumbres eran el plato fuerte de la comida "de diario", y las lentejas, los garbanzos, las habas y los guisantes no faltaban, ni en la mesa del rico, ni en el plato del pobre. Las comían desde los cónsules hasta los esclavos; los jóvenes y los viejos; los mercaderes, los legionarios, los funcionarios, los campesinos y los artesanos.
- Y también las putas -
- ¿Cómo?-
- Que como parece que estás haciendo un repaso de todas las clases,... pues que eso, que las putas también comen lentejas y garbanzos -
- Gracias por colaborar, y por venir por aquí. Algunos lectores ya me han preguntado qué pasa con la "sección de cocina", que la habíamos presentado hace tiempo, pero no hemos publicado nada -
- Es que "eso" no es una cocina, así que me traje a los muchachos y estamos haciendo una obrita -
- ¡¡¡¿Obras en la cocina?!!! -
- Sí, mujer. Unos arreglillos de nada -
- Pero si sólo tenías que venir por aquí, contarnos cómo era la cocina de tu época y explicar para los lectores alguna que otra receta -
- Entendido. Pero yo no cocino en "eso",... ¡Hércules bendito! ¡Cómo podéis llamar cocina a un cuarto sin fogones! ¡Necesito por lo menos sitio donde hacer un buen fuego! -
- En la encimera está la vitrocerámica -
- Sí, ya me lo dijiste; pero es sólo una placa de cristal encima de un poyete de granito; que sí, muy bonito y práctico, corrido a todo lo largo de las paredes, pero ahí no hay quien haga nada con tanto cacharrito y monería... Y no me creo de ninguna manera que poniendo una olla encima de un pedazo de cristal con redondeles pintados de blanco se vayan a guisar unas lentejas... ¡Que hace falta fuego, cojones! -
- ¿Qué habéis hecho con ...? -
- No te apures, que todos tus cachivaches los ha puesto mi pinche en una cesta de varetas de castaño que encontramos por ahí -
- Esa cesta es para reciclar los envases -
- ¡Ah!,... así que todas esas pamplinas de vaya-uno-a-saber-qué arrugadas y las cajitas de lata se llaman "envases",... bien, bien,... ¿Ves cómo me entero de todo, aunque habléis en jerigonza? ¡Ja!,... ¡Hércules bendito y los divinos gemelos!, ¡me voy!, ¡que viene la vieja! -
- Pero,... espera, ¿dónde vas?, ¿no íbamos a hablar de las legumbres? -
- Otro día, que ésa seguro que me echa mal de ojo. ¡Tú no me has visto! -
Como para no verle. No obstante, mueve su corpachón con sorprendente rapidez y agilidad y corre hacia el Pasado. Prisca entra, cariacontecida y suspirando.
- ¡Ay!, bonita, ¡qué disgusto más grande traigo! -
- ¿Qué te ha pasado, Prisca? -
- Pues nada, que yo me había enterado, porque mi yerno se lo contó ayer al barbero, que está casado con una de las hijas de una buena comadre mía, y ésta me lo vino a contar hoy de buena mañana.... Se creerá el sosaina de mi yerno que yo no me voy a acabar enterando de las cosas que él cuenta por ahí -
- ¿Y de qué te habías enterado? -
- ¡Ah!, sí, eso. Que me dijo mi comadre que hoy querías hablar de legumbres, y como yo guiso unas lentejas buenísimas, que todo el mundo lo decía en el Trastévere, y por aquí también, que ya se ha corrido la voz, y no sólo entre las vecinas,... que yo, pues de vez en cuando, si se me va la mano y hago de más, pues les acerco una cazuelita, y aprovecho para echar un ratito de charla con ésta o con aquélla... Pero, mira que te digo, ¿eh?, que más de una de las que se creen que son de primera clase porque ahora son colonas, ha mandado a su fámula a pedirme la receta... Y yo, pues claro, soy así, y me gusta ayudar a todo el mundo, y les digo ven acá y me las meto en la cocina que me he hecho montar en el patio de atrás... Que no te haces una idea del dineral que me ha llevado esa caterva de sanguijuelas que se dicen maestros de obras,... y les enseño cómo se hacen -
- ¿Las obras o las lentejas? -
- ¡Las lentejas!... ¡Ay qué jodía! - se ríe, escondiendo la boca tras una mano, para disimular los huecos de los dientes que le faltan.
- Vaya, parece que ya se te ha pasado el disgusto -
- ¡Nooo! ¡Pobre de mí! - vuelve a gimotear, poniendo cara de pena - Yo, que venía a ayudar haciendo unas lentejas para que tus lectores,... que digo yo que ya va siendo hora de que me los presentes, ¿no?... Pues eso, ¡ay!, que viene una con las mejores intenciones, que las traía y todo, ¡mira, aquí las tengo!, y mi ollita mediana, mi cucharón de palo, un buen manojo de hojas de laurel, una cabecita de ajo,... - va enumerando los ingredientes, sacándolos y volviéndolos a meter en la olla de barro.
- ¿Y qué pasó?-
- Pues que llego y cuando voy a entrar en la cocina, que venía yo tarareando y digo que por eso se apercibieron y me estaban esperando,... pues llego y en mitad del umbral se me cruza un tiarrón grande como un armario de tres cuerpos, con cara de bestiajo y me dice que en "su cocina",... sí, sí, eso mismo, "su cocina", no entraba ninguna mujer, vamos, que no me iba ni a dejar poner un pie dentro. Yo, faltaría más, protesté y le dije que venía a ayudarte con la cocina, y entonces me dio un grito que se tuvo que oír hasta en Roma, diciendo que él no necesitaba a ninguna vieja enredando en "su cocina", que para eso ya tenía a sus pinches,... ¡Ay!, ¡qué disgusto más grande!, ¡que viene una a ayudar y poco ha faltado para que me echaran un balde de agua de fregar por encima!,... -
- Pero no creo que tú te quedaras callada, ¿no? -
- No, no, ... alguna cosita les dije yo también -
- ¿Algo que ver con el mal de ojo? -
- Pues, a lo mejor,... vamos, así, como sin querer, puede que dijera algo que les pareciera,... Y, oye, que no sé si lo sabes, pero te están haciendo obras en la cocina. Que yo apenas pude echar un vistazo, porque esa mala bestia ocupaba todo el hueco de la puerta, pero tenías una cocina muy agradable y te la están dejando hecha unos zorros,... -
Para ilustrar esta entrada os traigo un fragmento de pintura mural con una escena de cocina, que, si fuera un cuadro, bien podría haberse titulado "Bodegón con codornices y huevos". Procede de Pompeya (Italia), y en él pueden verse las avecillas, colgadas como corresponde a la carne de caza, para que madure; y una bandeja con diez huevos, flanqueados por un servicio de vino. Las legumbres, siempre humildes y cotidianas, no parece que gustaran como modelo a los pintores, pues, cuando en frescos o mosaicos se representan viandas, o escenas de cocina o comedor, se prefieren los pescados, el marisco o la caza. No obstante, en este caso, los huevos representan, y a mucha honra, a la comida "de diario".