miércoles, 15 de febrero de 2017

LUPERCALIA

Marte (Todi, Italia)



Tal día como hoy, 15 de febrero, idus del mes, en Roma se celebraban las Lupercalia, festividades no sólo de las de más larga tradición, sino también de las de mayor perduración en el tiempo. Para hablar de ellas nos acompañan esta tarde algunos de nuestros personajes más asiduos.
- Porque no nos queda otra – resopla uno de los centuriones, sentándose a la mesa junto a sus compañeros y al tribuno – Lo ordena la autoridad, y aquí estamos –
- No te quejes tanto, que estas excursiones al tiempo de los modernos son muy entretenidas,… y, ¿a ver?, ¿qué rayos ibas a estar haciendo tú ahora? –
- ¿Celebrando las Lupercalia? – les pregunto.
- Ni hablar, bonita. Llevan años suprimidas – me responde el oficial de mayor graduación – Desde el año de la muerte del divino Julio César no se han vuelto a celebrar –
- Entonces, ¿cómo cuadra eso con lo tan cacareado de las fiestas más perdurables?-  [Que, para nuestros lectores, se mantuvieron en el calendario hasta finales del siglo V después de Cristo, cuando el Papa Gelasio las hizo suprimir definitivamente, aunque sustituyéndolas por una celebración cristiana de simbolismo también purificador, la purificación de la Virgen María.]
- Pues muy sencillo: – explica el tribuno – porque unos años más tarde, el joven César, después, Príncipe del Senado, Augusto, Padre de la Patria, Maestro de las Buenas Costumbres, como le llamara el bueno de Horacio, y muchos otros títulos más, oficiales y extraoficiales, que fue acumulando con el tiempo, las reinstauró,… al igual que otras festividades que, o bien se habían suprimido, o bien habían caído en el olvido o el abandono,… -
- Por aquello de que cuando hay dioses nuevos, los viejos ya no hacen milagros – añade el más pío de los oficiales, que ha venido hoy con un altarcillo portátil consagrado a Marte, y que está colocando cuidadosamente encima de uno de mis aparadores, apartando a un lado uno de mis juegos de teteras favorito.
- Entonces, fue una interrupción temporal de las celebraciones – digo, intentando no molestarme por ver a mis teteras de porcelana arrumbadas como chismes, para hacer sitio al altarcillo de madera, al Marte de tamaño mediano y a toda una cohorte de figurillas menudas de divinidades silvestres menores, que el centurión va sacando de una bolsita de cuero donde las traía bien guardadas, envueltas cada una en un jirón de paño.
- ¡Niña! – me dice - ¿Tienes algo de incienso por ahí? –
- Ahí hay unas barritas – le señalo – Bueno, querido tribuno: ¿les cuentas a nuestros lectores qué eran las Lupercalia?,… porque en nuestra época han corrido ríos de tinta sobre el tema, por parte de entendidos en muchos campos: historiadores, estudiosos de las religiones y las mitologías, lingüistas, antropólogos, filósofos,… -
- Pues como en la nuestra, querida amiga. Y, al igual que en nuestro tiempo, seguro que los de hoy en tu día tampoco se ponen de acuerdo… Era una festividad tan arcaica que realmente nadie podía recordar cuáles eran exactamente sus orígenes. Sin pretender sentar cátedra, creo que lo más prudente es considerar que fuera una antigua festividad pastoril, por lo de las reminiscencias del culto a Fauno y a la advocación silvestre de Marte, mezclada con algún tipo de celebración de los orígenes de la propia ciudad de Roma, por lo de la gruta y la higuera a orillas del Tíber, donde Rómulo y Remo, hijos de Marte, fueron encontrados y criados por la loba, un animal silvestre protegido por Fauno… Ya sabes, la archiconocida leyenda fundacional –
- ¡¿Cómo que lo de Rómulo y Remo es una leyenda?! – exclama, molesto, el más pío de los oficiales – ¡De eso nada! ¡La más pura verdad! –
- Éste todavía cree en Rómulo y Remo, la loba, el pico verde, el cuervo cantante y la zorra astuta – dice el oficial de mayor graduación, con una sonrisa torcida y un guiño.
Los demás se ríen de su pío compañero, incluido el tribuno, como hoy en día solemos reírnos del que dice creer en Papá Noel, o los Reyes Magos. El oficial más pío, sigue colocando, impasible, las figurillas al pie del altar, mientras dice:
- Reíd, reíd,… que se empieza bromeando sobre las cosas divinas y se acaba ateo perdido -
- Entonces, en vuestros tiempos, antes de que se suprimieran, ¿por qué se celebraban las fiestas, si, al parecer casi nadie las consideraba algo puramente religioso? –
- Por pura tradición, hijita. Y haber, sí que había rituales religiosos, que se celebraban siguiendo puntillosamente lo establecido por las costumbres ancestrales. A saber: en la gruta en la que supuestamente la buena loba había criado a los gemelos fundadores, se sacrificaban una cabra y un perro, animales gratos a Marte, en presencia del flamen dialis y de las vestales, que añadían a las ofrendas cruentas otras incruentas, elaboradas por ellas con la harina de la primicia de la cosecha de cereal del año anterior, mientras se cantaba en honor a Fauno. El sacerdote oficiante, que no era el dialis, porque éste no puede tocar ni a cabras, ni a perros, manchaba con la sangre del cuchillo sacrificial la frente de dos de los jóvenes que formaban parte del colegio de los lupercos, y luego se la limpiaba con un poco de lana empapada en leche, que es buenísima para quitar según que manchas… El ritual implicaba que los lupercos se echaran a reír, se quitaran la ropa y se pusieran unos improvisados taparrabos, hechos con trozos de la piel de los animales sacrificados, con cuyos restos, cortados a tiras más o menos groseras, hacían unos zurriagos para la procesión;… porque, en realidad, lo religioso era lo de menos, ya que, a lo que masivamente asistía el pueblo de Roma, era a esa procesión posterior –
- Es que era muy divertida – dice el enorme centurión aficionado a la cocina, que hoy, menos mal, no parece tener ganas de meter mano en la mía – Antes de que el bueno del joven César la reinstaurara,… antes no había tantas reglas, ni tantas pegas: los lupercos echaban a correr por la calle, dando zurriagazos a la gente, y los chiquillos los seguían corriendo también, intentando a ver quién los alcanzaba, retándoles a acertarles con el zurriago, poniéndoles la zancadilla o incluso quitándoles el taparrabos,… -
Sileno danzante (Pompeya, Italia)
 - Yo, una vez, cuando era un crío, conseguí ponerle a uno la zancadilla, y casi se deja los dientes en el borde de una acera, jo, jo, jo – ríe otro de los centuriones.
- Y las mujeres y las muchachas se daban de empellones y se tiraban de los pelos, compitiendo por el mejor sitio para poder presentarles las manos o la espalda a los lupercos cuando pasaran corriendo, y que les dieran un zurriagazo, o varios,… porque se decía que así serían fértiles – cuenta nuestro amigo Sereno, el narrador.
- En el fondo de la fiesta subyace, pues, un deseo colectivo de purificación y de fertilidad,… - comienza a decir el tribuno.
- Palabrería de filósofo… - le corta el oficial aficionado a la cocina – El fondo de la fiesta es, como el de todas las fiestas, las ganas de divertirse. No le hagas mucho caso a éste – añade, dirigiéndose a mí, y señalando al tribuno con un gesto – Además, ¿a quién coño le importa el qué o el porqué de una fiesta? ¿Hay alegría, hay risas, hay de comer y de beber, y si cae, algo de fornicio?, ¡pues para qué rayos de Júpiter darle más vueltas!, que mira que son ganas de complicar las cosas,… -
- Tú dirás que esto es incienso, Flaquilla, pero a mí me huele a rayos en compota – dice el oficial más pío, a lo suyo, encogiendo la nariz tras conseguir dificultosamente encender una barrita de incienso japonés con su yesquero.
- Así que se pretendía conseguir fertilidad con este tipo de celebraciones rituales,… - intento reconducir la conversación, porque veo que todos aguantan la risa, o se ríen entre dientes, mientras el tribuno tuerce el bigote y frunce el ceño.
- Eso se decía – responde, aguantándose la risa, Sereno – Pero era una superstición –
- ¡Ahí, ahí! – dice otro de los centuriones – Lo que yo he dicho siempre, que no funciona –
- ¡Pues claro que no funciona! – dice el aficionado a la cocina – Como que todo el mundo sabe que lo mejor para favorecer la preñez de las mujeres es ir a beber las aguas a ciertos santuarios muy renombrados –
- A beberlas o echárselas por encima, o a bañarse en ellas – añade el oficial de mayor graduación – Aunque tampoco está comprobado que sea algo tan efectivo,… como le pasó a la mujer de tu primo, ¿no, Marco? – le pasa la cuestión al segundo centurión en rango.
- Mismamente. Mi primo Cayo no conseguía que su esposa se quedara encinta, así que la llevó a todos los santuarios, balnearios y fuentes con fama de salutíferos y preñadores, hasta que ella, harta de beber, de salpicarse y de estar en remojo, lo convenció de desistir y volver a Roma – cuenta el centurión - Y al poco de dejar las aguas y volver a casa, a la rutina diaria, por fin se quedó embarazada –
- A lo mejor el efecto de las aguas no era algo automático, sino que necesitaba su tiempo – sugiero.
Ellos sonríen con sorna cómplice.

- Puede – dice el oficial de mayor rango, levantando una ceja – Lo que no me explico es por qué nadie le ha dicho todavía a tu primo que su primer hijo es clavadito al panadero de la esquina, y que su hija tiene las orejas del dueño de la taberna que hay bajo su piso –

- Por pura piedad romana – dice el centurión Marco, riéndose entre dientes – Mi pobre primo tenía tanta ilusión en ser padre, que nadie quiere hacerle ver que el problema era suyo, y no de su mujer –
- A lo mejor el que tenía que haber tomado las aguas era él – sugiere el oficial más pío, que sigue colocando figuritas en el aparador.

GLOSARIO
Lupercalia – Festividad de origen arcaico, vinculada a la advocación silvestre y pastoril de Marte, y al viejo dios Fauno, con fines purificadores y propiciatorios de la fertilidad.
Colegio de los lupercos – Arcaico sacerdocio romano, tradicionalmente dividido en dos secciones, formada cada una por hombres jóvenes de las gentes Fabia y Quinctillia. En el año 44 antes de Cristo, Julio César fundó una tercera sección, que debía estar formada por hombres de su gens, la Julia. El uso “político” de ésta, encabezada por su sobrino y colega en el consulado ese año, Marco Antonio, dio lugar a que, tras el magnicidio de César, no sólo se disolviera la tercera sección de lupercos, sino que se dejara de celebrar la fiesta; a lo que también contribuyó en gran manera el clima de inestabilidad y guerra civil subsiguiente, por supuesto.
Flamen dialis – Sacerdote del culto de Júpiter, que, como todos los otros flamines (sacerdotes) estaba sujeto al cumplimiento de numerosas reglas y prescripciones, que incluían algunos tabúes específicos, como, en este caso, el no tener ningún contacto con cabras o perros, habitualmente relacionados con divinidades infernales, o no celestiales, como los arcaicos espíritus divinos de la tierra y los bosques.
Rómulo, Remo y la loba capitolina – Conocidísima leyenda fundacional de Roma, que presenta el arquetipo de grandes hombres o héroes abandonados de niños a una muerte segura en las aguas, pero salvados de éstas por agentes diversos para que pudiera cumplirse su destino. Rómulo y Remo son hijos del dios Marte y una princesa itálica, que, considerados bastardos por la familia de ésta, son arrojados a Tíber en una canasta. El designio de los dioses quiere que ésta se quede entre las raíces de una higuera que crece a sus orillas, a la entrada de una cueva o gruta, donde tiene su guarida una loba, que acoge y cría a los pequeños como si fueran hijos suyos.

La higuera (fragmento de pintura al fresco, Pompeya, Italia)


lunes, 13 de febrero de 2017

LLEGAMOS, VIMOS Y CONVENCIMOS

(Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)

El pasado día 9 de febrero, la Décima Legión, parafraseando a Julio César, llegó, vio y convenció en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla, España).








La presentación tuvo lugar en un encuentro con lectores programado dentro de las actividades de la Biblioteca, en el Centro Cultural de Montequinto.

(Foto: cortesía Biblioteca/Centro Cultural)











Allí, nos cedieron para la ocasión su excelente salón de actos.
Llegan las primeras lectoras, Estrella, Mª Reyes y Mª Isabel

La presentadora (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)
La presentadora del evento fue nuestra entusiasta lectora, Natalia Henares, residente en Montequinto, que dedicó un cariñoso saludo a sus convecinos y tuvo palabras muy amables para esta escritora y su novela.








Presentación (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)

Escogimos no subir al escenario, sino situarnos en el espacio entre éste y la primera fila de butacas, para crear una mayor sensación de cercanía y proximidad a los lectores.








Presentación (Foto: cortesía Biblioteca/Centro Cultural)

A pesar del frío, que se hacía notar a la hora programada para el encuentro, las ocho de la tarde, los lectores fueron llegando poco a poco, y alcanzamos el aforo habitual en las presentaciones de libros locales.
Nuestro público contó esa tarde con una amplia representación de todos los grupos de edad posibles entre los adultos, desde estudiantes universitarios a octogenarios aficionados a la lectura.


(Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)

A continuación, pasé a hablar a los lectores sobre "Caballos de Octubre" y de la serie de la que es la primera entrega, "Un inquisidor en el fin del mundo". Ilustré mi charla con datos sobre la época en la que transcurre la serie, en un tono muy ameno y didáctico, que gustó mucho a los asistentes.














Diálogo con los lectores (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)

Seguidamente, abrimos un turno de preguntas, que se convirtió en un animado diálogo con los lectores, gracias a la habilidad como dinamizadora y moderadora de Natalia.
Y así, respondí a la curiosidad de todos con anécdotas, mucha historia y mucho humor, barriendo tópicos sobre la época romana, y ganando seguidores para las andanzas de Sereno y la Legión X.



Firma de ejemplares (Foto:M.R.Espinosa de los Monteros)

Fue una tarde muy agradable, que terminamos, como es habitual en estos actos, con la firma de ejemplares y con fotografías con los lectores.









Las fotos, un bonito recuerdo del cariño y la simpatía con que me acogieron los asistentes a la presentación.
Con Mª Reyes (Foto: E. Henares)

Con María (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)




Con Antonia (Foto: M.R.Espinosa de los Monteros)
















Con Reyes y Consuelo (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)







Con Juan (Foto: M.R. Espinosa de los M.)
Con Eva (Foto: M.R. Espinosa de los M.)
Amparo, Carlos, Natalia, Mª Reyes, Loli, Estrella, Minerva y Ramón

Con Paqui (Foto: M.R. Espinosa de los Monteros)

También nos acompañó la artista local Paqui Barroso, autora de los denominados Libros Intervenidos, un ejemplo de los cuales, componiendo el nombre del Centro Cultural, nos sirve para cerrar esta pequeña crónica.







Libros Intervenidos, por Paqui Barroso (Foto: M.R. Espinosa de los M.)

AGRADECIMIENTOS

A Mª José Gámiz, directora del Centro Cultural de Montequinto, y a Santos Fernández, director de la Biblioteca, por su buena acogida, por la estupenda organización del acto y por haberme convertido en autora invitada y, si no local, al menos adoptiva, de Montequinto.
A Lola y Amparo, del equipo del Centro Cultural, por estar pendientes de todo y a disposición para todo, con grandes sonrisas y mucha simpatía.

A mis queridas lectoras y "equipo de apoyo" en esta presentación: a Natalia, la más dinámica presentadora, porque sin ella, el encuentro no hubiera sido lo mismo; a Mª Reyes, reportera del evento y autora de la mayoría de las fotos que ilustran esta entrada; y a Estrella, autora del vídeo y de otras fotos, pero sobre todo, por aceptar responsabilizarse de los libros, transporte incluido, para GoodBooks.
 Mª Reyes, Natalia y Estrella; con Minerva, la benjamina de mis fans. 

Y, por supuesto, para el resto de los que formaron la agradable reunión de esa tarde, aunque no todos aparecen en estas fotos (Fina, Antonio, Miguel, Elena, Lola, Santos,...). Gracias por asistir, por vuestro interés, por vuestros aplausos y felicitaciones, ... y disculpas por las horas de sueño que esta novela mía, y su legión de personajes puedan haceros perder ;)

sábado, 11 de febrero de 2017

CAMINO A CÓRDOBA

Palacio del Bailío (Córdoba, España)

Una vez cumplida nuestra misión también en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), nos preparamos para la siguiente etapa de la peculiar campaña de conquista de lectores por parte de la Legión X, que nos llevará, Guadalquivir arriba, hasta la bella ciudad de Córdoba.
La presentación será el próximo día 17 de febrero, en uno de los hermosos edificios del patrimonio monumental de la ciudad, el Palacio del Bailío.
- Así que, queridos personajes, ya podéis ir haciendo los preparativos para poneros en marcha. Nos vamos a Córdoba -
- Un momentito, guapa, que ésta es mi legión y las órdenes las doy yo - me dice, retador, el oficial de mayor graduación - El acuerdo al que llegamos era que tú podrías curiosear entre nosotros, y después les contarías nuestras andanzas a los modernos - añade, sacando la chapa de bronce donde lo han puesto por escrito - Pero eso no te da ninguna autoridad. Ninguna. Releelo si quieres -

Queridos lectoras y lectores, sólo le ha faltado añadir lo de "¿por qué rayos a esta criatura no se le habrá ocurrido ponerse a hacer ganchillo, en lugar de meterse en cosas de hombres?"; pero es un caballero romano, y nunca hará un desaire a una mujer, ni tampoco le dirá nada que ella pudiera considerar ofensivo. Por muchas ganas que tenga, un buen caballero se morderá la lengua.

- Quizás nuestra Flaquilla se ha dejado llevar por el entusiasmo - dice el narrador, Sereno - Y no pretendía dar las órdenes, sino sólo informarnos de que considera que es el momento apropiado para que hagamos los preparativos de marcha - Después, volviéndose a los demás centuriones, añade, bajando la voz, en un vano intento para yo no pueda oírlo: - Considerad que la necesitamos, porque, por lo que quieran los dioses que sea, ella es la única que puede hacer que pasemos de nuestro tiempo al suyo, y contarles nuestra historia a nuestros descendientes,... Que es lo que, a fin de cuentas, queremos, ¿no, hermanos? -
- Tienes razón, como de costumbre, Sereno - dice uno, cabeceando.
- Cierto; no podemos arriesgarnos a que se enfade y volvamos a caer en el olvido - dice otro.
- Pues si se enfada, que beba agua - dice el oficial de mayor graduación - Porque lo que soy yo, no me disculpo. No he dicho nada ofensivo, ni nada más que la pura verdad -
- Hagamos como si nada - sugiere otro, encogiéndose de hombros.
- Será lo mejor - reconoce el oficial de mayor graduación. Carraspea y me dice: - Ya está todo organizado, y los hombres preparando la impedimenta. En cuando los suboficiales informen de que están listos, daré la orden de marcha -
- Eso será con mi permiso, supongo... - dice el tribuno, que acaba de llegar - Porque la máxima autoridad ahora mismo soy yo, y como tribuno al mando, yo doy las órdenes... Cosa que se os olvida cada dos por tres, queridos centuriones - añade con retintín.
- Sereno, encárgate de que preparen un tiro de mulillas para el carromato del señor tribuno magnífico, que el camino a Corduba es largo - dice el oficial de mayor graduación, haciendo un gesto a medio camino entre la condescendencia y la resignación.
- Si, hijo, pero, a ser posible, diferente del carromato de los suministros médicos, que no me gusta viajar entre bultos -
- ¡Quisquilloso! - dice el oficial de mayor graduación entre dientes.
- ¡Que te he oído! - exclama el tribuno - ¿Ves, Flaquilla, lo que tengo que aguantar por ser un hombre discreto y un filósofo apacible?... Que esta caterva de pechos de lata me tome por el pito del pregonero,... -
- ¡Ehem! - carraspea el oficial de mayor graduación, conteniéndose visiblemente - ¿Pero de qué te quejas, tribuno?... Si te lo damos todo hecho. No tienes que preocuparte de nada, y ocuparte, de mucho menos -
- Para eso estamos nosotros - añade el siguiente centurión en el escalafón - Tú sólo tienes que subir a tu excelente persona al carromato cuando te lo tengamos dispuesto, y disfrutar del viaje,... Que nos vamos a Corduba, ¿eh?... Con lo que a ti te gusta una buena ciudad con todas sus comodidades -
- Eso, que volvemos a la capital - dice un tercer centurión.
- Con sus tertulias de filósofos, para echar el ratillo de cháchara con tus colegas, charlando en griego, y pensando y discutiendo sobre todas esas cosas tan importantes que no le importan a nadie más que a vosotros mismos - dice otro de los centuriones.
- Déjalo, Cayo, que íbamos bien y lo vas a estropear - le dice Sereno entre dientes.
- ¡Ay, tosca es mi Minerva! - exclama el tribuno, levantando las manos al cielo en un gesto teatral.
- Si en el fondo le gusta - me dice el centurión Cayo - Se queja mucho, pero eso le da algo en qué entretenerse -
- Hace como que se enfada y nos deja por imposibles - añade el segundo centurión en el escalafón -, pero nos quiere como si fuéramos sus hijos. En el fondo, no es que le guste, como dice éste, sino que es un pedazo de pan. Gruñe y da mucho ruido, pero es un pedazo de pan, de pan del bueno -
- ¡No lo soy! ¡Y un día de éstos os vais a enterar de lo que significa que este tribuno se enfade con vosotros! - exclama el tribuno, rojo de indignación, removiéndose incómodo entre los pliegues de su toga.
Los centuriones miran al techo.
- Flaquilla, préstale uno de tus libros, uno bien grueso, y verás qué pronto se la pasa - me sugiere Sereno - Tú, cambia de tema - le dice al que tiene al lado, dándole disimuladamente con el codo.
- ¿Qué? ¡Ah, sí!,... Que, esto,... ¡y lo bien que lo vamos a pasar en la capital!... ¿Eh?... ¿Quién no se acuerda de cómo son allí las Saturnalia? -
- Lástima que ya queden atrás esas fechas - digo, contribuyendo al cambio de tema; cosa que todos me agradecen con sonrisas sinceras - Pero, bueno, estamos cerca de Carnavales -
- ¿Carnavales? ¿qué cosa son? -
- Unas fiestas que pueden ser tan divertidas como unas buenas Saturnales. La gente se disfraza, y hay grupos que cantan canciones divertidas, cómicas, críticas e irreverentes -
- Oye, Cayo, ¿no hay un par de tíos en tu centuria a los que les gusta disfrazarse por Saturnalia y cantar coplillas chuscas? A lo mejor, si los dejamos, hasta quedamos bien con los modernos -
- Pues esos dos precisamente no están en la lista del destacamento - responde Cayo.
- ¿Arresto? ¿Conducta inapropiada? - pregunta el oficial de mayor graduación, levantando una ceja.
- Nada de eso. Simplemente, no les incluí -
- Pues ya los estás inscribiendo en la lista ahora mismo - le ordena - Si son un par de payasos, a lo mejor en esta ocasión eso nos vale de algo -
- Está hecho, hermanos - dice Cayo - Ahora mismo voy a encargarme, y a decirles que no se olviden de meter los disfraces en sus mochilas -
- Queridos - les dice el tribuno, al que un vaso de agua y mi promesa de prestarle un altas le han quitado el berrinche - No creo que disfraces y payasadas sean lo más oportuno para dar a nuestros descendientes una buena imagen de nosotros mismos -
- Venid a ver esto - les digo, y los siento delante del televisor, a ver una sesión del concurso de agrupaciones carnavaleras en el Teatro Falla de Cádiz.

Tengo que explicarles algunas cosas, que hacen demasiada relación directa al presente, pero, en general, lo entienden todo, les hace mucha gracia y se ríen a carcajadas. Incluso el tribuno, que prefiere mantener el tipo de filósofo serio y grave, disimula la risa de tanto en tanto.
- Seguro que vuestros muchachos no desentonan en absoluto - les digo.
- Ya lo creo que no - ríe uno de ellos.
- Y cantan mejor - dice el centurión Cayo, con mal disimulado orgullo.
- ¿Y esto dónde es? - me pregunta el centurión de mayor rango, con las lágrimas saltadas de tanto reír.
- En Cádiz, digo, en Gades -
- ¡Gades! - dicen todos a coro.
- ¿Os acordáis, contubernales, de la que liamos allí? -
- Yo sí - dice el tribuno, torciendo la boca - A mí no se me olvidará mientras viva, y creo que a los gaditanos tampoco -
- Eso me lo tenéis que contar -
- Otro día, Flaquilla. Otro día. Ahora tenemos que centrarnos en nuestra próxima misión en Corduba -

sábado, 4 de febrero de 2017

CAMINO DEL MONTE DE QUINTOS














Queridos amigas y amigos:

Ya estamos en la recta final del camino al encuentro con los lectores en la Biblioteca/Centro Cultural de Montequinto. Será, tal como ya hemos informado, el jueves, día 9 de febrero, a las 20:00 horas.
Los que vivís en la zona conocéis perfectamente el lugar, cuyas excelentes instalaciones están en la calle Venecia.
Para los que se vayan a desplazar desde Sevilla, una muy buena opción es el Metro, ya que una de sus estaciones ("Europa") queda a más o menos cinco minutos a pie del Centro.
Allí nos reuniremos y, cómodamente instalados, os contaré cuanto gustéis saber, y algo más, sobre la novela y la serie. Me presentará una de mis más entusiastas lectoras, Natalia Henares Guerra, residente en la localidad.

- Además, Natalia es una gran fan vuestra, centuriones -
- ¡¿Ehem?! -
- ¡Acabáramos! -
- Pues yo no me acabo de enterar... A ver, ¿un fan no era esa cosa blanducha y dulzona que se hace con huevos y muchísima azúcar?,... que tanto gusta a los modernos -
- ¡Ay, contubernal! ¡Qué Apolo bendito te conserve la vista!,... porque lo que es el oído... ¡Flan!, esa chuchería que les gusta a nuestros descendientes es "flan" y no "fan" -
- Estás tú salao hoy, cabroncete -
- "Fan" es fanático -
- Pero recortado, ¿no? -
- Sí, mis centuriones. Es el signo de los tiempos. Hoy, a nuestros descendientes le gusta todo breve,.. y si es brevísimo, mejor,... -
- Sereno, cambia de tema, que si no tenemos disertación del tribuno hasta los güevos del gallo - ordena el oficial de mayor graduación, dándole un codazo a nuestro narrador.

jueves, 2 de febrero de 2017

PRESENTACIÓN EN EL MUSEO HISTÓRICO MILITAR

Plaza de España (Sevilla, España) (Foto: T.Piquet)
Queridos lectoras y lectores:

El pasado día 19 de enero presentamos "Caballos de Octubre" en la sala de conferencias y exposiciones del Museo Histórico Militar de Sevilla.

Este museo se encuentra ubicado en el hermoso conjunto arquitectónico de la Plaza de España, pertenece al Ministerio de Defensa y cuenta con unas magníficas colecciones, compuestas por piezas de gran valor histórico.

La sala, preparada para la presentación (Foto: P. Lafuente)


La sala para exposiciones temporales y conferencias combina los medios técnicos más actuales con mobiliario histórico excelentemente conservado.

Cuenta con un aforo de cuarenta plazas, que casi alcanzamos, ya que esa tarde, a pesar de la meteorología en contra, nos acompañaron treinta personas. Desafiando a un frío poco común en una ciudad tan sureña como Sevilla, pudimos contar con la presencia de altos mandos del Ejército de Tierra y de la Marina, miembros del profesorado de la Universidad de Sevilla, de la Asociación de Amigos del Museo Histórico Militar, y de los cuerpos facultativos de la administración de la Junta de Andalucía, así como lectores que habían seguido nuestros anuncios-invitación en las redes sociales.

 El acto comenzó con unas palabras de bienvenida por parte del Director del Museo Histórico Militar, el Coronel D. Alberto González Revuelta.
 Apertura del acto por A. González Revuelta (Foto: P. Lafuente)















 Finalizada su alocución, cedió paso al escritor José Luna Borge,
Intervención de J. Luna (Foto: P. Lafuente)
que presentó a la autora y habló a la concurrencia sobre la novela.
Acabó su intervención formulando varias preguntas a T. Piquet, en relación
con la obra y con la serie de la que forma parte.


Seguidamente, la autora realizó una exposición divulgativa sobre el contexto geográfico e histórico en el que acontece "Caballos de Octubre" y se desarrolla la serie, ilustrada con diapositivas diseñadas al efecto, que fue muy del gusto del auditorio.

La autora durante su intervención (Foto: P. Lafuente)












El Director del Museo y T. Piquet (Foto: A. Galán)

Para finalizar, el Director del Museo abrió un turno de preguntas, en el que la autora respondió a varias cuestiones sobre creación novelística, planteadas por uno de los oficiales presentes entre el público.

El acto se cerró, como es habitual, con la firma de ejemplares de la novela por parte de la autora, que dedicó los libros a los lectores que así lo desearon, y departió brevemente con ellos, recibiendo sus amables felicitaciones por la charla precedente, y agradeciéndoles sus buenos deseos de éxito para la obra.
La novela (Foto: A. Galán)
Firmando ejemplares (Foto: A. Galán)

(Foto: P. Lafuente)
(Foto: P. Lafuente)















(Foto: A. Galán)
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, y como no podía ser de otra forma, al Coronel D. Alberto González Revuelta, Director del Museo Histórico Militar, por haber acogido tan positivamente la propuesta de presentar allí el libro, por haberme dado toda clase de facilidades para ello y por la excelente organización del acto, que incluyó dentro de las actividades culturales del Centro de Historia y Cultura Militar Sur.

Después, a la Asociación de Amigos del Museo Histórico Militar de Sevilla, representada por su Presidente, D. Ildefonso Grande Cobián, y Dª Ana Galán (de AMMA), que también nos acompañaron en la presentación, por su amable cooperación y por la difusión dada al evento desde la página de la Asociación en las redes sociales.

Alberto, Ana e Ildefonso: ha sido un auténtico placer conoceros y colaborar con vosotros.

Gracias, de nuevo, a Ana Galán, y a Pilar Lafuente, querida amiga y fiel lectora, por las fotografías que ilustran esta entrada. Gracias también a Cristina Isla, amiga y lectora, por su inestimable apoyo y por aceptar responsabilizarse de los libros para GoodBooks.

Y, finalmente, a todos los presentes en el acto, que, desafiando las bajas temperaturas de la caída de la tarde, se acercaron al Museo para acompañarnos en la presentación. Gracias por vuestro interés, por vuestras enhorabuenas y por vuestros buenos deseos para "Caballos de Octubre", que ojalá se cumplan. Espero que disfrutéis con la lectura.

Cartel preparado por el Museo para la ocasión.