martes, 6 de septiembre de 2016

JUEGOS ROMANOS

Motivo decorativo arquitectónico romano


LUDI ROMANI

El ruido metálico y las fuertes pisadas de suelas claveteadas a paso de marcha me anunciaron por sorpresa la llegada de mis personajes, después de varios días de ausencia. El primero en aparecer fue el tribuno, con rostro preocupado. Le seguían el narrador y el oficial de mayor graduación, cuyas zancadas, más largas que las del tribuno, apenas mantenían la distancia mínima de respeto; y, tras ellos, entró en mi casa la mayor representación de oficiales romanos que había visto hasta el momento, todos en uniforme de campaña y armados hasta los dientes.
- Hija, ¿cómo estás? – se apresura a decirme el tribuno, cogiéndome las manos.
A su espalda, el narrador y el oficial de mayor graduación esperan mi respuesta con cierta ansiedad. Los demás se van acercando, también expectantes.
- Bien,… ¿Cómo estáis vosotros? Creí que esta ola de calor os retendría en el Pasado –
- Con peores nos las hemos visto – gruñe el oficial de mayor graduación en su tono habitual de pocos amigos - ¿No me irás a decir que hemos salido en estampida de los cuarteles sólo para que nos preguntes por la salud? –
- O para hablar del tiempo – interviene otro de los oficiales.
- ¿Otra de tus falsas alarmas, tribuno de nuestras culpas? – pregunta el último oficial en llegar.
El tribuno carraspea:
- Estaba preocupado. Eran ya muchos días sin tener noticias tuyas, hijita, y uno de tus últimos mensajes, que nos llegó mal, decía algo sobre enfermedad.
- Cierto, no he publicado nada en el blog en los últimos días porque he tenido un familiar enfermo, pero ya está bien. Y yo, como podéis ver, queridos oficiales, estoy estupendamente, y encantada de volver a veros –
- Menos zalamerías – me dice el oficial de mayor graduación – A ver – se vuelve hacia el resto de los oficiales – Tú, tú y tú os quedáis conmigo, para acompañar al tribuno de regreso más tarde. Los demás, volviendo ahora mismo a los cuarteles os quiero –
- No hay problema. Hemos dejado al novato sabino al cargo – dice el oficial aficionado a la cocina.
- Sí. Ese muchacho promete. Se encargará de todo muy bien, podemos estar tranquilos – añade el oficial que tiene la cara surcada por una larga cicatriz.
- ¡Y un cojón de toro! He dicho que volviendo al Pasado, y os vais ya. Y cuando lleguéis, cada cual a lo suyo. Esto ha sido otra de las alarmas del tribuno, pero no es día de fiesta. ¿Entendido? –

Les he preparado limonada con mucho hielo, y pronto el aire acondicionado hace estornudar a uno de los que se han quedado finalmente conmigo y el tribuno.
- Contadme, ¿qué habéis estado haciendo?,… porque, según parece, estos días también habéis estado muy ocupados –
- Hemos estado cazando impostores – dice el narrador.
- ¿De qué quieres que hablemos hay a los lectores, hijita? – me pregunta el tribuno, cambiando de tercio, ya que no están dispuestos a comentar nada sobre ningún caso abierto.
- Pues, me gustaría que nos contarais algo sobre ese tema de los impostores –

Los cuatro oficiales y el tribuno niegan con la cabeza al unísono, muy serios.
- Bueno, en ese caso, hablemos del calendario de Septiembre, porque creo que, en vuestra época, este mes se celebraban unas de las principales fiestas civiles de Roma, los Juegos Romanos –
- Exacto, exacto – asiente el tribuno – Los ludi romani se celebraban entre el 5 y el 19 de este mes –
- O sea, que ayer debieron haber empezado –
- Sí, bonita – me dice el oficial más guapo de todas las Hispanias – Y nosotros, aquí, destacados lejos de todo, y perdiéndonoslos –
- ¿Qué te he dicho yo de quejarse del destino? – le gruñe el oficial de mayor graduación, echándole una mirada afilada como un puñal.
- Que ni se me ocurra – dice el guapo, cariacontecido - Que debo agradecer a todos los dioses la oportunidad de servir en nuestra legión, que es la mejor y más honorable de todas las legiones. Y que cualquier lugar donde mi legión esté destinada será el mejor posible,… aunque… -
- ¡Aunque nada! – le interrumpe el oficial de mayor graduación en tono inapelable – Sabía yo que a este pimpollo no se le puede dejar solo – le gruñe al tribuno – En cuanto abre la boca nos deja en mal lugar. Vamos a tener que pensar seriamente lo de dejar que venga por el Futuro, ni aunque éste prometa controlarlo – añade, señalando al narrador.
El tribuno adopta un aire pensativo. El narrador y el otro oficial miran al más guapo con un “mira que te lo hemos dicho” pintado en las caras. Y el oficial de mayor graduación parece estar calculando la forma en que hará pagar al guapo su indiscreción.

- ¿Los Juegos Romanos eran juegos circenses? – pregunto. Es una obviedad, pero me sirve para romper el incómodo silencio.
- Exactamente, hijita – responde el tribuno.

De nuevo el silencio y las caras largas. Si los juegos duraban hasta el día 19, aún nos quedan algunos para volver a sacar el tema. Pruebo con otro:
- ¿Sabéis que ya tenemos lectores en la antigua Pannonia? –
- Algo de eso nos contaste;… y de otros lugares de Europa y del resto del mundo – dice el tribuno, pero sin mostrar mayor interés – Mañana, si quieres, hija, hablaremos de Geografía; pero ahora vamos a marcharnos, porque voy a tener unas palabritas con mis oficiales, en privado. Concilio en cuanto volvamos a los cuarteles – les dice muy serio.

Queridos lectoras y lectores, con Septiembre, a pesar de la peor ola de calor de este verano, retomamos la actividad normal del Blog, así que mis personajes y yo estaremos por aquí más a menudo que en las semanas anteriores. Ya sabéis: en los próximos días hablaremos de Geografía, como parte de la bienvenida a los nuevos amigos que se nos han ido uniendo en diversos países; y de los Juegos Romanos, así que ¡mucho circo!

Para ilustrar la entrada de hoy, un motivo decorativo de la época (a partir de un grabado del siglo XIX sobre órdenes arquitectónicos romanos).




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