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Queridos lectores:
Os debíamos una crónica de la presentación de "Caballos de octubre" en Cáceres, que, como recordaréis, tuvo lugar el pasado día 28 de febrero.
- No sabemos qué habrás estado haciendo para no publicarla hasta ahora - me dice Prisca, asomando la cabeza desde la cocina.
- He estado muy atareada - le digo.
- Pues yo también lo estoy ahora, y no por eso dejo de estar pendiente también de lo que estás haciendo -
- Es que esta abuela puede estar en todas partes y estar al cabo de todo - cuchichea uno de los legionarios que han venido esta tarde con Sereno.
- Que te he oído, Cayo... A ver qué andas rumiando,... que se lo cuento a tu suegra - amenaza Prisca desde la cocina.
- Sí, Flaquilla - me dice Sereno - Es cierto que debíamos la crónica a los lectores, pero hoy habíamos quedado en que trabajaríamos en mi siguiente volumen de comentarios...
- ¡Yo estaba primero! - exclama Prisca - Que hace días que esta moza y yo nos habíamos puesto de acuerdo para hacer tortas morenas... Y ahora que me doy cuenta, tienes un buen montón de restos de pan duro, así que también vamos a hacer migas,... o, si no, casi mejor, bollitos... ¿Dónde está la leche?... Seguro que el centurión ése que parece un armario de tres cuerpos ha andado por aquí, porque no hay manera de encontrar nada a la primera en esta cocina... ¡Con lo bien ordenada que la dejé la última vez que vine!
- Querida... - me llama el tribuno Galo desde el piso de arriba, asomándose por el hueco de la escalera - ¿Puedes subir a la biblioteca y ayudarme a encontrar "La Eneida"?
- ¿Alguien quiere algo más? - les digo.
- Tu madre al teléfono - me dice, con una sonrisa angelical, el centurión Martino, tendiéndome el auricular.
- ¡¿Que has atendido la llamada del teléfono?! - me asombro.
- Pues claro... Esto de los chismes parlantes es muy fácil,... en cuanto les coges el tranquillo... Y como no paraba de sonar, pues,... - añade, encogiéndose de hombros y agitando el auricular, para que me levante a cogerlo.
Después de un buen rato tratando de dar a mi madre una buena excusa de porqué había tardado tanto en coger el teléfono, y de tratar de explicarle quién era "ese secretario tan simpático" que le había contestado, vuelvo con vosotros, amigos.
Plaza Mayor de Cáceres (Foto: T. Piquet/2018) |
Llegué a una ciudad de Cáceres azotada por los peores temporales del invierno, con mucho frío, lluvia incesante y fuertes vientos, con rachas que sobrepasaban con creces los 60 Km/h.
- ¿Eso qué significa, contubernal? - le pregunta un legionario a otro.
- Mucho viento, Cayo. De arrebatacapas, vamos.
Nubes de temporal sobre los palacios cacereños (Foto: T. Piquet/2018) |
Pero eso no me echó atrás: aunque el paraguas prácticamente sólo sirviera para que te lo rompiera el vendaval, me pertreché bien con ropa de abrigo e impermeable, y unas buenas botas de agua, y ¡a la calle!, después de dejar mis cosas en el hotel...
Torres, iglesias y palacios de Cáceres (Foto: T. Piquet/2018) |
- Ésta parece de los nuestros - dice uno de los centuriones, con un guiño.
- Voy a proponer que la adoptemos como mascota - dice otro.
- Os estoy oyendo, queridos - les regaño - Menos bromas, que los lectores lo ven todo... Esa misma tarde, antes de que anocheciera, fuimos... Sí, lectores, ellos me acompañaron... Fuimos a presentar nuestros respetos al Genio de la Colonia, que actualmente reside en el Museo Arqueológico de la ciudad.
El Genio colonial romano (Foto: T. Piquet/2018) |
Al día siguiente, más turismo por la impresionante ciudad monumental, y, sobre todo, a disfrutar de la gastronomía cacereña, desde el desayuno a la cena, comenzando por la tradicional y dulcísima "técula mécula",
"Técula mécula" (Foto: T. Piquet/2018) |
Palacio de la Isla (Foto: BPM) |
Conocimos al estupendo equipo de la Biblioteca Pública Municipal, y "retocamos" el Power Point de la presentación, para adaptarlo al software de sus ordenadores, dejándolo todo listo para la tarde.
El tiempo fue de mal en peor a lo largo del día, con alerta por los fuertes vientos (que aullaban a la vuelta de cada esquina) y la abundantes y continuas lluvias, y estuvimos a punto de cancelar el acto. Pero, en reconocimiento al esfuerzo que hicieron para venir los pocos asistentes, le dije a la Directora de la Biblioteca, que iba a presentarme al público, que seguíamos adelante con lo previsto. Empezamos algo más tarde de la hora fijada, por si llegaba alguien más (como, en efecto, sucedió), en la bonita sala de actos del Palacio de la Isla, la antigua capilla del mismo, adaptada para su nueva función.
Sala de actos del Palacio de la Isla (Foto: T. Piquet/2018) |
Un momento de la presentación (Foto: C. Barrantes/2018) |
Mi más sincero agradecimiento a Carmen Barrantes, Jefa de Documentación y Archivo Administrativo del Ayuntamiento de Cáceres, por la excelente organización, la cobertura de medios (fuimos noticia en las secciones culturales del diario Hoy, tanto en edición papel, como en su web; del Región Digital y del noticiero "A vuela pluma") y por haber aceptado el compromiso de presentarme al público. A Pilar Bacas, por su simpatía y sus atinadas preguntas al término de la presentación, así como por haber afrontado el mal tiempo para venir a escucharnos, a pesar de tener una rodilla lesionada; y a Ángel Hernández, el último en llegar, que animó el ambiente con su conversación, pues se alegró mucho de que aquello no fuera un recital poético, como pensaba, sino una charla sobre novela histórica, que le gusta mucho más. Bueno, y también a su amigo Paco, que aunque no estuvo, fue como si hubiera estado...
- Y a nosotros, ¿qué?, ¿que nos parta un rayo? - gruñe uno de los centuriones.
- Eso está precioso - dice otro, en el mismo tono.
- A ver, queridos, ¿a qué vienen esos comentarios?
- ¿Cómo que "que a qué"? - exclama Martino - Que nos tuviste tres días arriba y abajo por la ciudad que está ahora encima de la Norba que nosotros conocimos... Y una tarde larga de guardia en la puerta de aquel palacio, cayendo chuzos de punta y con unos vientos desatados... Y recogiéndote bien entrada la noche,... que después de acompañarte a la hospedería, mis hombres y yo teníamos que volver a los cuarteles,... que te recuerdo que caen justo por el otro lado...
- Tienes razón, Martino... Te volvió a tocar estar de guardia... Y hacerme de guardaespaldas.
- Lo malo - murmura Martino -... Lo malo es que nos creímos darte escolta sería cosa de un paseito de nada... Pero quía: sólo parabas lo mínimo imprescindible para comer... Y ahora para aquí,... luego para allá,... después vuelta por aquel lado,... y otra vez cuesta arriba y cuesta abajo... Con esas ropas modernas, claro, tú no te mojabas, pero mis muchachos y yo acabábamos empapados, y deseando que te cansaras, o que decidieras que ya era hora de irte a dormir.
Vista nocturna de las murallas, bajo la lluvia (Foto: T. Piquet/2018) |
- Sí, mi centurión, pero no se cansa nunca,... y mira que es poca cosa - dice el legionario Cayo.
- Y dormir... ¡Nunca ve la hora!... Pareciera lechuza - dice el legionario Tiberio.
- Pero al otro día, bien temprano que estaba ya reclamando la escolta - gruñe el legionario Capito.
- Porque es una descendiente de mujeres romanas... ¡Seguro! - les dice Prisca asomándose a la puerta de la cocina con el cucharón de palo en la mano - Que son vuestras madres y vuestras esposas las que os aguijan, caterva de flojos... Si no hubiera sido por nosotras, que íbamos detrás dándoos con la caña, enseguida ibais vosotros a conquistar nada más allá de los huertos del Trastévere, mantas mojadas.
- ¡Querida!... ¿Subes ya a ayudarme con "La Eneida"?
Las fotografías que ilustran esta entrada son mías, tomadas en Cáceres (España), entre los días 27 de febrero y 1 de marzo de 2018; excepto la imagen de la portada del Palacio de la Isla, que es cortesía de la Biblioteca Municipal de Cáceres, y la foto tomada durante la presentación, que agradezco a Carmen Barrantes. En mis redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram) pueden verse más fotos de esos días.