miércoles, 18 de mayo de 2016

¡QUÉ VIENE LA VIEJA!

Hoy no me acompaña ninguno de mis personajes, pues, cuando hablo de su proceso de creación a terceras personas, no puedo evitar sentir una especie de pudor ante mis criaturas.
Esta tarde voy a hablaros de Prisca. No es la primera vez que lo hago en este espacio, donde os presenté su personaje en una entrada titulada "La suegra". En esta ocasión, el motivo es diferente, ya que os confirmo, no sólo que la vieja ha llegado, sino que ha venido para quedarse.

A Prisca la creé hace tiempo, cuando escribía el guión de otra novela (ya tendréis oportunidad de leerla, queridos impacientes), como contrapunto humorístico de mis personajes principales, un elenco de hombres duros como el pedernal. Me pareció, en mi visión tragicómica de la Antigüedad, que una viejecita creaba el contraste que buscaba, oponiendo su aparente fragilidad, y su lengua viperina de personaje de comedia, a los recios legionarios, a los que los golpes de la vida sobre el yunque de la guerra habían vuelto de acero. Para facilitar su relación con ellos, la convertí en la suegra del asistente del personaje narrador, y le diseñé el pasado que entre ella misma y yo os contamos.
Al comenzar la andadura de este blog, a la espera de que la primera novela de la serie salga a la calle y podamos hablar ampliamente de su argumento y del elenco de personajes, decidí seguir adelante con el plan que tenía para este espacio. Los personajes principales irían apareciendo, aunque sin desvelar muchos datos sobre ellos (seguro que alguien habrá caído en la cuenta de que todavía no os he dado el nombre de ninguno de los protagonistas), y recurriría al reparto de secundarios para ir amenizando las entradas hasta entonces.
Nuestra amiga Prisca, en la primera de las novelas, no es ni siquiera personaje con frase. Aparece, por supuesto, pero entre los extras. Su aparición, como os dije antes, la tenía prevista para un momento más avanzado de la serie, en el que figuraba como testigo de un crimen. Mientras, haría apariciones de vez en cuando, formando parte de los contrapuntos satíricos, con algunas frases irónicas y pullas sin cuento, lanzadas a su yerno y compañeros de armas, como dardos más afilados que los de los peores enemigos.
Pero la viejecilla de lengua viperina y humor cáustico se nos ha hecho entrañable en sus visitas por este Futuro nuestro, tanto que tiene auténticos admiradores entre los que ella llama "los modernos", y, para qué ocultarlo, yo misma también le he cogido cariño. Así que, queridos lectoras y lectores, Prisca, martillo de yernos, no sólo va a seguir con nosotros, animando el blog con sus historietas, sus peculiares versiones, a la plebeya, de los mitos, su gusto por los enredos y sus recetas de cocina, sino que le voy a dar manga ancha para que campe por sus respetos en las novelas, entre los que ella llama "pechos de lata". Será uno de los personajes secundarios fijos del elenco, y, de hecho, así será ya en la segunda de las novelas de la serie. Como diría uno de los protagonistas: "¡Marte nos asista! Tenemos vieja para rato". Lo siento, queridos, pero no puedo evitar que me encante su desparpajo al llamaros "muchachetes de la quincalla en el pecho".

Para ilustrar la entrada he recuperado la fotografía que utilicé en la entrada "La suegra", una escultura funeraria de la época de nuestras novelas (finales del siglo I antes de Cristo), procedente de las necrópolis de la antigua ciudad de Pompeya (Nápoles, Italia), que representa a una anciana matrona.

GLOSARIO
Prisca - apodo latino que significa vieja, antigua, arcaica, venerable.

Para los más curiosos, os diré que todos los apodos (cognomina) latinos tenían, como hoy en día, un significado relativo a alguna cualidad o característica física o moral de la persona que los llevaba; o de algún antepasado suyo, ya que los apodos se podían "heredar", igual que los nombres, para honrar a los parientes o para alardear de pertenecer a determinada rama de una familia. A veces, indicaban procedencia geográfica, o hacían relación al lugar que se ocupaba entre los hermanos de una misma familia. Y muy a menudo están cargados de humor y mordacidad, de forma que algunos, más que apodos, llevaban toda su vida una broma pesada en el nombre, aunque no tuviera nada que ver con ellos, sino con el tío famoso de su abuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario