martes, 5 de julio de 2016

CUANDO LLEVAR BRAGAS ERA COSA DE HOMBRES

Cazador vistiendo bragas (mosaico; foto: T.Piquet, 1992)
Ya me estoy imaginando la cara de muchos de vosotros, queridos lectoras y lectores,... pues quitaos esas sonrisillas picaronas de la cara, porque sí, vamos a hablar de moda, pero no precisamente de ropa interior, ni de travestismo.

En la Antigüedad, las bragas (bracae) eran un pantalón, o más propiamente, un calzón de montar, que, en principio, fue adoptado por el ejército, por lo práctico de la prenda; y posteriormente, por todos los aficionados a la caza y la equitación, dada su comodidad y evidentes ventajas para la actividad física vigorosa. Las bracae son una prenda con dos perniles (de ahí que siempre se nombre en plural), que llegan por debajo de las rodillas, protegiendo la entrepierna y la cara interna de los muslos del roce con la montura. A la par, abrigan, y, combinadas con polainas o con botas de caña alta, ayudan a proteger la pierna entera de las inclemencias del tiempo y de la vegetación en el monte. Se confeccionaban con paño resistente o cuero; pudiendo utilizarse también una combinación de ambas materias, de forma que el cuero o la badana reforzaba las partes de la prenda que más lo necesitaran, conforme a la actividad del usuario.

Las bracae eran un "diseño" original galo,... Sí, queridos lectores, ya entonces los habitantes de lo que hoy es Francia apuntaban maneras para ponerse a la vanguardia de la moda. Pero, aunque adoptaron las bragas, nuestros antepasados lo hicieron por puro sentido práctico y su uso no se extendió más allá de las situaciones en las que eran útiles y cómodas, puesto que, como hoy en día los escoceses, romanos y latinos consideraban una cuestión de hombría el llevar las pantorrillas al descubierto, luciendo rodilla estuviera el tiempo como estuviera. El clima ayudaba, así que tendrían que pasar muchos siglos, y algunos empeoramientos climáticos, para que todo hombre acabara llevando pantalones.
La cuestión de por qué el término acabó designando exclusivamente a una  prenda íntima femenina es otro cantar, y de otra época muy lejana de la de nuestras novelas. Corramos sobre esto último un tupido velo, pues el personaje que hoy nos acompaña se disgustaría mucho al comprobar en qué han devenido las bracae que él vestía con mal disimulado orgullo varonil.
- Encantados de tenerte hoy con nosotros,... Disculpa, pero no se bien con qué cargo referirme a ti, puesto que, entre la primera y la segunda novela, ascendiste -
- A regañadientes, que conste, hermosura, porque yo estaba muy bien como estaba,... Era un cargo en el que me había confirmado el mismísimo Julio César, ahora divino entre los inmortales, en persona. Y honor tan grande yo nunca hubiera querido declinar,... pero las circunstancias fueron las que fueron, como dicen mis colegas romanos, y no tuve más remedio que aceptar el ascenso -
- Que no fue pequeño, según tengo entendido, ya que pasaste de oficial a un rango muy superior y con mucha más responsabilidad -
- Cierto, pero insisto: fue por necesidades del servicio, y no por honores. Un galo como mandan los cánones se gana con honor y sangre sus cargos en el ejército,... Sin enemigos vencidos, ni batallas ganadas, ¿qué honor, ni qué leches? -

Queridos lectores, nuestro personaje es un galo impresionante, al mando de una unidad de auxilia, procedentes de las Galias. Según me han contado nuestros amigos, los oficiales romanos, tiene un gran sentido del humor, y un mal genio mayor todavía. Su aspecto es fiero, aunque, a nuestros ojos, mal acostumbrados por la imaginería de Hollywood, resulta un tanto atildado.
- Veo que te has arreglado mucho para venir a visitarnos. Lástima que nuestros lectores no puedan verte - le digo, para tirarle de la lengua. Viste un colorido traje, formado por camisola, bragas y polainas de paño a rayas cruzadas, al estilo del actual tartán escocés. Unas botas de media caña, de un cuero magníficamente curtido y teñido, y un ancho cinturón de estilo similar, formado por haces de finas tiras trenzadas, con una enorme y artística hebilla de plata. Su largo cabello está pulcramente recogido en trenzas, y su gran mostacho lleva las guías elegantemente enceradas. Y luce varios anillos de oro y plata, algunos con gruesas piedras preciosas, de estilos variados (céltico, romano, griego, oriental), prueba de su estancia en muchos lugares diferentes en torno al Mediterráneo.
- Yo no me he "arreglado" mucho. Vengo de diario,... Si les hubieras dicho a mis colegas romanos que me advirtieran de que era una ocasión especial, habría venido con capa, mejores joyas y todas mis condecoraciones -
- Los hombres de tu escolta también parecen... -
- ¿Muy "arreglados"?,... ¡pues no!,... Ya me habían avisado: los modernos tienen unas ideas muy poco favorecedoras, por decir algo, del aspecto que teníamos todos los que vivíamos más allá del Ródano en mis tiempos,... Nos representan siempre desgreñados, vestidos con harapos o con pieles en bruto, y, cuando no, sucios y mugrientos,... ¡Pues no!¡válgame Epona!, que los galos somos gente limpia y aseada en nuestro estar y vestir. Cuidar el aspecto de uno mismo es tan importante como cuidar del de su caballo. Todo en ti tiene que decir a los demás quién eres, de dónde vienes y por dónde estás en la escala social - añade, moviendo los dedos para que pueda ver bien su colección de sortijas, "de diario".
- Pues entonces tú eres ... -
- Un hombre importante - me interrumpe, seguramente dudando del calificativo que una moderna como yo pudiera darle - Un gran hombre entre los míos, con una numerosa e influyente parentela. Y mis hombres también: cada uno de ellos es miembro o cliente de una familia bien situada, y, por supuesto, parientes o clientes míos -
- De ahí el "arreglo" -
- Llámalo como quieras, preciosidad - concede, dejándome por imposible - Pero, sí, todos llevamos bien a la vista, en nuestras ropas y aderezo, y en el enjaezado de nuestros caballos, que no somos ningunos don nadie -
- ¿En toda ocasión?, quiero decir que nuestros lectores se preguntarán si también entráis en batalla tan "arreglados" -
- Por supuesto. Y más todavía. Que tu enemigo siempre sepa con quién se enfrenta. Que al primer golpe de vista se de cuenta de que se va a medir con un hombre de calidad, con un guerrero valiente y valioso, a cuyas manos será un honor para él morir -
- ¿Y si es al contrario?, lamentablemente, por supuesto -
- Ya me habían dicho que eras diplomática - dice, con un guiño y una sonora carcajada - ¿Qué crees, que a un galo le impresiona hablar de la muerte en combate? ¿Habéis oído, hijos? - les pregunta a sus hombres, que corean con risas la suya - Un guerrero galo ni teme a la muerte, ni se acojona por hablar de ella, ¡faltaría más!. Muchas cabezas de enemigos bravos han colgado como adornos del arnés de mi caballo,... de nuestros caballos. Y otro día puede tocarnos a nosotros, así que también nos vestimos con nuestras mejores galas y llevamos nuestras mejores joyas para que, si caemos, podamos irnos de este mundo con la misma dignidad con la que vivimos en él... Por otra parte, si nos hicieran prisioneros, nuestro aspecto dice al enemigo que somos buenos rehenes, personas de calidad a las que habrán de tratar con respeto y consideración, porque podrán pedir un magnífico rescate a cambio; rescate que nuestros deudos y parientes pagarán con largueza -
- ¿Y cómo es para vosotros el vivir entre romanos? -
- ¿Eh?,... No se si te he entendido en este latín rarísimo que se habla en la modernidad -
- ¿Os sentís extraños entre los romanos? -
- No, por supuesto que no, guapetona,... Esto ¿te he dicho ya que tienes unos ojos muy bonitos? -
- Los romanos, centrémonos en los romanos -
- ¿Cómo nos vamos a sentir extraños entre los romanos, si nosotros somos los romanos? -
- Pero vosotros sois galos -
- Por los cuatro costados, y a muchísima honra; pero también somos orgullosos ciudadanos romanos, por la gracia del divino Julio César -
- ¿Romanos nacidos en las Galias? -
- No retuerzas la madeja, preciosa, que es muy sencillo: somos galos y somos romanos, todo la vez -
- Pero los galos son pueblos célticos y los romanos son latinos -
- ¿Y qué?... Para un galo no es difícil aprender latín,... yo mismo lo he aprendido de oído; y para un romano tampoco es muy complicado aprender cualquiera de las lenguas que se hablan en las Galias. No les gusta reconocerlo, pero la mayoría de mis colegas, que estuvieron en las campañas de César por allí, se defienden bastante bien en mi lengua materna, y hasta chapurrean alguna otra... Los inviernos se hacen muy largos y es normal que se acabe confraternizando: para echar una buena partida de dados hay que entenderse de alguna manera, ¿no? - dice con un guiño - Y las otras diferencias: ninguno de nosotros es menos hombre porque lleve, como ellos, el pelo corto, con flequillo y la cara rasurada; o, como nosotros, el pelo largo y mostacho. Y la ropa, bueno, ellos visten uniformes muy sosos,... pero las tropas auxiliares podemos vestir como nos venga en gana, así que no hay ningún problema,... El "problema" me parece a mí que es cosa de los modernos y vuestros prejuicios hacia los antiguos, ¿o me equivoco? -
- Seguramente habrá lectores que no comprendan que un galo de alcurnia pueda estar orgulloso de ser ciudadano romano -
- Porque los modernos ya no entienden algunas cosas que eran importantes entre nosotros, los antiguos. Que otra familia, otro clan, otra gente, otra ciudad te cuente entre los suyos es un honor. Y ese honor es mayor conforme mayor es la relevancia de los que te acogen. Hoy en día, bueno, en mis tiempos, la ciudad de Roma había llegado a ser muy importante y poderosa, así que ser sus aliados y servir en sus ejércitos como tropas auxiliares era algo de gran valor para nosotros. Y la fiereza y valentía que demostramos, - que siendo galos no podía ser de otro modo -, batiéndonos codo con codo junto a las legiones romanas frente a enemigos comunes, nos valió que César nos nombrara romanos a todos. El Senado de Roma, como es costumbre entre ellos, lo hizo escribir para nosotros, y para todos los que sepan leer latín, claro,... No he visto a gente que le guste más escribir, preciosa, y mira que desde que mis hombres y yo nos unimos a las legiones hemos visto mucho mundo, ¿eh? -

GLOSARIO
Bracae - Calzón o pantalón de montar, con largo hasta debajo de las rodillas.
Auxilia - Tropas auxiliares. Eran contingentes de tropas de origen no latino, que luchaban junto a las legiones romanas. En la mayoría de los casos eran especialistas: caballería, arqueros (a pie o a caballo), honderos, lanceros (a pie o a caballo), infantería ligera. Las unidades se agrupaban e identificaban por su especialidad y origen geográfico.
Epona - Diosa céltica, muy venerada en las Galias.

Esta entrada, al igual que otras en las que también nos acompañará este valeroso guerrero galo, romano por la gracia de César, está dedicada a nuestros amigos de Francia, donde el número de lectores ha crecido hasta ser el tercer país de nuestro particular globo terráqueo.

Para ilustrar esta entrada, un detalle de una imagen que vimos hace pocos días. El cazador de la red y los podencos, lleva, para tener mayor libertad de movimiento, los bajos de la túnica alzados y recogidos en el cinturón, dejando ver que también lleva puestas unas bracae, que le llegan hasta debajo de las rodillas. Como ya os comenté, el mosaico al que pertenece este fragmento se encuentra en la colección del Museo del Bardo, en Túnez.

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